martes, diciembre 14, 2010

Del cubano al mandarín



Frente a mi edificio hay un árbol. No me pregunten que tipo es, sólo sé que en las mañanas las guacamayas se posan sobre sus ramas para comer los frutos, y por las noches, los murciélagos encuentran cobijo. Sí, es un árbol lleno de vida. Sin embargo, hace un tiempo, se mandó una solicitud a la alcaldía del municipio Libertador para que podaran sus ramas. Y es que los bachacos, las hormigas y, a veces, uno que otro invitado no deseado, entran a los apartamentos. Créanme, no es nada bonito escuchar en la madrugada alguien que grita como un energúmeno porque un murciélago revolotea en la lámpara. Fue un simple requerimiento civil, que piden los habitantes de mi edificio. ¿Hace cuánto se hizo la solicitud? Pues vamos para dos años.

Como en el amor, cuando los pequeños detalles no empiezan a fluir, quiere decir que las cosas están muy mal. Así pasa con Venezuela, donde los mínimos requerimientos de sociedad organizada han quedado en el abandono. Dando paso al populismo. Pienso que mi generación –yo nací en 1986- conoce muy bien esas imágenes de políticos besando viejitas y cargando muchachitos. No nos pueden engañar con el mismo mensaje de “conozco al pueblo, porque vengo del pueblo”. Las cosas ahora funcionan de una manera diferente, porque la política se hace a través de la concesión de beneficios que antes se creían imposibles. Tú que no tenías un carro, ahora lo tienes. Usted que quería una casa, el gobierno se la construye. Todos que buscamos un buen empleo, el Estado socialista te lo brinda. Suena muy bonito, ¿verdad? Pero la realidad es distinta. Como Dorian Grey cuando la vendió su alma al diablo, la población venezolana ha caído en una de las trampas más viejas del planeta: “Pan y circo. Pan y circo”.

Son 11 años, que se han solidificado en una expectativa de cambio que no se levantó en 40 años de democracia. Si bien, fuimos uno de los países más sólidos en protección de las libertades primordiales, el crecimiento humano sólo se percibió en un pequeño grupo de clases. Eso hay que admitirlo. Y como buenos latinos, al ver la oportunidad de tener un Moisés que nos mostrara la tierra prometida, saltamos al “éxito”. Ahora estamos a merced de un sátrapa y su cuerda de secuaces, que han convertido a esta tierra en su feudo personal.

Resolución. ¿Sabemos lo que está pasando? Sí, quiero ser optimista y pensar que tenemos conocimiento de lo que pasa. Pero entonces, por qué no hacemos algo por mejorar nuestra tierra. Es sencillo. Los venezolanos sólo nos interesamos por las cosas que nos convienen. No tenemos memoria histórica, y afortunadamente, funcionamos como bloque cuando ocurre una tragedia. Crecimos con la percepción de que el más vivo logra sobrevivir, y que el guapetón del barrio se queda con las niñas más bonitas. Por eso tenemos el gobierno que tenemos. Y cuando todo se pone mal, la solución es abandonar el barco. Como ratas.

Con esto no quiero herir ninguna susceptibilidad. Todas las personas tienen el derecho de buscar el mejor futuro. Sin embargo, hasta que no haya uno que se pare con dos pies firmes y se enfrente al régimen. Haciendo frente a las consecuencias. Entonces continuaremos en este espiral enfermizo.

Ustedes dirán: con tan buena voz y mandando a cantar. Pues sí, puede que ese sea el objetivo principal de estas líneas. Pero, antes de empezar a cortar cabezas, recordemos quiénes han sido los ejes de poder en este país. Los que tienen con que invertir en la política. Con la notable excepción de la nueva boliburguesía. Venezuela siempre fue manejada por los ricos y famosos del show business electoral. Aquellos que los rojitos llaman descendientes del Pacto de Punto Fijo. Personas calculadas, que habían invertido sus fortunas en ser regentes de una nación. Y como la historia es cíclica, ahora tenemos una nueva camada de líderes, que a punta de petrodólares, convenios con países de dudosa reputación y besando viejitas, se ganan las puertas de Miraflores.

No somos estúpidos, pero pecamos por omisión. Sabemos quien es el funcionario corrupto, pero mientras eso no afecte mis tres comidas diarias, no me involucro. Es así que para el ciudadano de pie, le parece tan ajeno el mundo que se muestra a través de los medios de comunicación. Esos personajes que salen en la televisión: gobernadores, alcaldes, concejales, diputados y presidente; son seres que viven en otra dimensión y no tienen nada que ver con el trabajo que hago todos los días. Cuán equivocados estamos. Porque, para los que no se acuerdan de biología de bachillerato, estamos en una relación simbiótica. Donde todos los elementos del proceso están involucrados.

Un ejemplo, el más mencionado por todos. La regaladera de plata al exterior. Nuestro flamante gobierno se ha dado a la tarea de dejar unos milloncitos por Bolivia, otros por Nicaragua, y la bóveda mayor está en Cuba. Dinero que si bien no está en tu banco, te pertenece, porque salió de la tierra donde naciste. Entonces como ciudadanos razonables, deberíamos pedir cuentas de lo que se invierte en el país. Dónde están esos millones para construir casas, y por qué carajo tenemos que estar metiendo a damnificados en el palacio presidencial. Eso no es solidaridad, eso se llama improvisación. También la oposición debe aprender, terminar de borrar esos errores que nos han dejado en la miseria. Ya está bueno con pensamientos mediocres y vetustos. A mi no me importa verte con el barro hasta la coronilla, lo que quiero es que te pongas a trabajar y dejes la propaganda política. Así ganas más votos. Créeme.

Petición. ¿Qué quiero? Eso es fácil: ser feliz. Asegurar el mejor de los éxitos para mi familia en el país que me vio crecer. Que la inseguridad se resuma a eventos de disociados, y no sea la divisa de todos los días. Que la seguridad social funcione como reloj suizo. Y que, por favor, me vengan a cortar las ramas del arbolito cuando se los pido. No es una utopía señores. Tampoco estoy en drogas. No hay que ir lejos para tener ejemplos de países que supieron levantarse de sus cenizas.

Ningún espacio en este planeta es de color de rosa. Pero no hay que vivir siempre en la porquería, para entender que podemos lograr más. Entonces, el cambio empieza por el hogar. Si, como lo leen, por tu casa. Hay que empezar a debatir los problemas sociales, crear una consciencia ciudadana entre los jóvenes, y una disposición a cuidar los bienes públicos. Hacer entender que los que nos mandan, deben rendirnos cuentas, porque a la hora de la chiquita, están en el poder por nosotros. La sociedad no es el último eslabón de la cadena, somos el primero, el del medio y el final. Que el estudio, es la mejor vía para el progreso. Y que no hace falta la opresión, para obtener nuestro éxito.

Está bien, está bien. No todos somos moneditas de oro. Siempre habrá la manzana podrida. Pero en una democracia bien aceitada, a esa oveja negra le costará mucho robarse el pasto de otros pastizales. Ahí los delincuentes dejarán de ser la mayoría, para convertirse en una minoría que siempre está dando dolores de cabeza. Así se enfoca el país que quiero, donde los ciudadanos tengan la mayor cantidad de felicidad, sin que la estructura de la nación esté en retroceso. Claro, también hay que inculcar la capacidad de trabajo. Donde gobierno y sociedad trabajen de la mano para la construcción de un sendero bien empedrado. Por ahí hay un verso que dice: “dadle el pescado, y comerán un día. Enseñadles a pescar, y comerán toda la vida” Esa es la noción que se busca, y la que precisamente nos han quitado.

Comunicación. Empecemos con esta frase: “la libertad de expresión es la base de los derechos humanos y la madre de la verdad, y su supresión equivale a pisotear los derechos humanos, asfixiar la naturaleza humana y oprimir la verdad”. ¿Quién la dijo? Pues Liu Xiaobo, el flamante premio Nobel de la Paz 2010. Quien tuvo que imaginarse su premiación desde una cárcel. Acusado por el gobierno chino de rebelarse contra los poderes del Estado. Sólo por pedir que se respeten los derechos humanos.

Estos problemas nos parecían tan ajenos, tan remotos, tan fuera de nuestro país de playas paradisíacas y mujeres hermosas. Pero ahora vemos como la televisión es una “herramienta del Imperio”, y el Internet se ha convertido en “arma de los oligarcas”. ¡Por Dios! ¿De dónde salen tantas sandeces? Porque eso es lo que es, estupideces de personas que se quedaron en la edad de piedra. Que no comprenden que para mantener el poder, hay que permitir que sea criticado. Tanto que adoran sus cúmulos de mandato, y hacen lo contrario para conservarlos. Silenciando las voces de la diferencia, no logras el control. Es lo contrario, armas una bomba de tiempo que te explotará en cualquier momento.

Ahora se quiere regular la Web. Los mensajes que se envíe de manera general, e inciten al odio contra altos funcionarios. También los comentarios anónimos, e imágenes que sean ofensivas al público en general. Por favor, ¿con qué moral? No hay nada más ofensivo que ver a unas personas muriéndose de hambre, y un desgraciado paseando en su vehículo todo terreno, rodeado de guardaespaldas, prometiendo villas y castillos. Pues me niego, sí, como lo ven, me niego a moderar mis palabras. No caeré nunca en ese jueguito de miedo, en el que se quieren meter en mi casa y controlar lo que veo y no veo. Como dice un pana: “tendrán que convertir al estado Bolívar en una cárcel para meternos a todos presos. Porque seremos hackers” No me da la gana de que tú te quieras pagar y darte le vuelto. ¿Anarquía? No hermano, eso se llama sentido común. Por favor sé inteligente, si en 11 años no pudiste reconstruir Vargas, crees que podrás controlar todas las páginas de Internet. Ni China o Estados Unidos lo han logrado.

Porque mi hermano de tres años lo vale. Porque para irme de aquí, tendrán que botarme. No pienso regalar mi país a una cuerda de cobardes. Porque llega un momento en que las balas y golpes de fusil no duelen. Lo que más duele es ver que todo se va por el inodoro y no hacemos nada. ¿Incitación al odio? Lee entre líneas de la mejor manera que te plazca. No necesito de un arma para hacer ver a la gente lo inútiles que son. Desde mi casa, desde la oficina y caminando, se enseña a la gente que este camino no es el correcto. Que para comer tres veces al día, no hay que ponerse una boina roja. Que estamos hartos de tu magnicidio, y que me importa tres pepinos lo que digan en Cuba. Aquí se habla VENEZOLANO, y usted se olvido hace tiempo de eso.


viernes, noviembre 05, 2010

Crónica de un estopero


Una de las escenas que siempre recuerdo, es la de apertura en Amadeus. De cómo Salieri atormentado por sus demonios, se culpa de la muerte de Mozart. Al fondo, con la potencia de cien soles, suena Requiem. La composición inconclusa de un prodigio de la música, que mantuvo una pasión sostenida por su talento. Mozart es, y seguirá siendo, un símbolo de lo que el hombre puede lograr siguiendo sus instintos. Y es que la música llena el alma, es una de las tantas maneras en que nos comunicamos con Dios. Para los que no poseemos el don, nos toca disfrutar, maravillarnos con los milagros acompasados que salen de las guitarras, baterías, teclados y voces que se conectan con lo más simple de nuestro ser. Personificamos a Zeus en la tierra, y subimos al Olimpo, para deleitarnos con las caricias de las Musas, protectoras de las artes.

Más allá de lo barroco de estas líneas, soy fiel partidario que sin el arte el hombre no podría sobrevivir. Somos esclavos de nuestros deseos, y los expresamos a través de las más simples formas. Pintura, escultura, escritura, música, teatro, cine, poesía; las siete artes unidas para el desarrollo de una sociedad que se ha perdido entre la tecnología y la inmediatez. Usted no podrá apreciar un libro, pero se desvive por la novena de Beethoven o un “Imagine” sonando a todo volumen. Honrando al gran Lennon. Observando las pinceladas de un Pollock, o la ergonometría que nos plantea Picasso en su Guernica. Elementos que ni siquiera la mente más distanciada de lo artístico, puede obviar. Nosotros somos los constructores de nuestro conocimiento, y quedará en nuestras manos, labrar el camino correcto. Recorriendo los laberintos que custodian los éxitos pasados, presentes y futuros. La humanidad sumida entre lo majestuosos y la barbarie.

¿Cuál es el punto? ¿Dónde se une el camino? Pues, siempre he tratado de ser muy ecléctico con los gustos musicales. Mi literatura abarca desde Platón hasta Urbe Bikini. Sin olvidar que disfruto la obra de Edvard Munch, hasta los trazos de Cabré. El mundo es una bandeja que ofrece frutos de virtud y espíritu. No seamos girasoles que se marchitan con el atardecer, mantengamos los pistilos a máxima energía, captando la esencia de un aire lleno de oportunidades. Esas puertas que se abren en los espacios menos esperados. Como la puerta de tu edificio.

Tenía trece años, y la comunidad donde vivía se destacaba por recordar la Caracas de antaño, donde la cuadra se reunía los viernes y sábados por la noche para compartir, chismosear, jugar las partiditas de dominó y escuchar música. ¡Oh la música! Por lo general ese espacio se dividía entre los horarios que dan las responsabilidades: los más chamos a las 6 pm debían subir. Los no tan chamos, seguían hasta las barreras que coloca la noche. Fue en ese momento, por las paredes de mi cuarto y las columnas del edificio, que se coló la Estopa de nuestras vidas. Nunca he sido partidario de los fanatismos, y mucho menos de las “fans enamoradas”. Creo que la personalidad se define mediante tus logros personales, y no emulando los de otros. Sin embargo, existen ciertas voces que llegan a las masas, y dejan mensajes encriptados en nuestro subconsciente. Entre los humanos, sabemos reconocer los que son parecidos a nosotros.

Una rumbita, un flamenquito, una raja de tu falda y por qué no, un vino tinto. Se vuelven parte de un transitar diario. Son tonadas que hacen feliz a la gente, y poseen poderes enigmáticos sobre los seres humanos. Comprendemos que sin la música, todo sería más gris y solitario. Admito que me eché mi primer guayabo con “tan solo”, mi primera borrachera con “nasío pa’ la alegría” y dediqué sin tapujos “tragicomedia” a uno de los amores de mi vida. Parte de mi soundtrack suena a cajón, guitarra y castañuelas. Nace entonces la oportunidad que dan las redes sociales, la inmediatez que te permite el internet, y lo promisorio que resulta la comunicación vía Web. Con las energías de trabajar porque Cataluña estuviera más cerca de mi país, nació “Estopa en Venezuela”.

Hay que admitir que desde un principio, el proceso fue lento y algo tedioso. Como todo en este mundo, las máquinas sociales deben ser muy bien engranadas para que den los resultados deseados. Poco a poco se fueron construyendo las bases de un grupo que se ha transformado en la curiosidad de miles (para ser exacto, un par de miles) Y es que la música une corazones, forja amistades y mantiene el alma en movimiento. Con el olor a tapas, y el retorno de la Madre Patria, se instalaron las presentaciones nacionales. Es justo mencionar que nada en nuestro recorrer, es como lo pintan en las novelas románticas. Siempre hay que mantener los pies sobre la tierra, y reconocer que muchas cosas no son lo que parecen, sin embargo se mantiene lo esencial, la trama de todo este cuento: la música. Ese par de horas que trasladan los sentidos al nirvana, que activan las hormonas de recreación y nos hacen olvidar los problemas por un pequeño momento. Desde la primera nota que suena, hasta que se hace la despedida. Viajamos a otra dimensión, donde las calles están compuestas por arpegios y las carreteras danzan al ritmo de la tonada.

Si bien Mozart se murió hace tiempo, el sentimiento sigue siendo el mismo. Pasa por un “perreo”, un vallenato, una ópera, un merenguito o el punk rock. La música evoluciona para seguir consintiendo nuestros placeres, y mostrarnos los altibajos de la realidad.

Jefferson Díaz.

domingo, octubre 24, 2010

PODER


¿Quién no quiere poder? Nadie, absolutamente, nadie. Dentro de los instintos humanos, está de primero la supervivencia del individuo. Es por eso que a través de nuestra historia, hemos potenciado la necesidad de destacar sobre la sociedad para garantizar el mejor desarrollo. Es el poder, en sus diferentes formas: político, social, económico, cultural, entre muchas; que nos llama cuando tenemos la capacidad y habilidad necesaria. Sin embargo, no todos son capaces de alcanzar esa potencialidad, es improbable que un conjunto superior a unos centenares de individuos, por generación, logren involucrarse globalmente con la conciencia de un planeta que funciona bajo el mando de líderes elegidos, y que buscaron esa posición.

Qué incidimos con estas primeras líneas: todos somos capaces de lograr grandes cosas, pero muy pocos se atreven. Si observamos con detenimiento el ambiente donde nos desarrollamos, notaremos que existen ciertos prejuicios y tapaderas, que no dejan recorrer el camino esperado con todas nuestras fuerzas. Por ejemplo: si usted desea ser el mejor jugador de béisbol, no lo logrará eligiendo una carrera científica. Desde la edad en que somos conscientes de nuestras decisiones, se debe enfocar la mente en la materialización de las ideas. Cuando la oportunidad dice su nombre, no la ignore, y persiga esa consignación del éxito que puede convertirse en realidad. Sonará a libro de auto ayuda (lectura que personalmente detesto) pero las metas se alcanzan con la inteligencia de la acción. No seas una mosca sobre la pared, convierte en el mata moscas. De allí viene el poder de tus elecciones, y cómo podrán influir en los demás. Quizá no es conveniente sermonear, menos aún una personas que ha dejado muchas cosas por terminar, pero mientras leen estas líneas, sepan que la creación de textos, es mi principal poder.

Es cuando entramos en la etapa de reconocimiento y aplicación. Todos sabemos que la vida no es como la pintan en las películas. Repetir ese mensaje bordea lo cliché, pero también, ustedes saben, que el humano es imperfecto y necesita que las cosas se las digan dos veces. Por lo que soy fiel creyente que cambiando ciertas actitudes, poco a poco, se logran los objetivos. A muchos les sorprenderá que escriba mis mensajes de texto sin errores ortográficos, que la amabilidad y respeto sea una constante hacia las personas que recién conozco y con las que tengo años compartiendo, que el pensamiento filosófico sea mi vocabulario y el conocimiento mi verbo (el poco que tengo, hasta los momentos) Son pequeñas victorias que he adaptado a un sistema de vida. Un engranaje que sigue lleno de errores, pero que se ajusta ante los lanzamientos que me hace la existencia. Es allí donde todos debemos conocer la tierra que pisamos, y lo que podemos obtener a mediano y largo plazo. Entender nuestra personalidad, la fortaleza mental y física que tenemos, para aplicarla a nuestro día a día.

Una vez logrado éste paso, nos ponemos en marcha. Hay dos vías: la fácil y la difícil. Así de sencillo. La fácil es la que todos eligen –qué sorpresa, ¿verdad?- donde obtener el poder se basa en el amedrentamiento y miedo de una sociedad. Nos volvemos poderosos de la noche a la mañana, vociferando discursos encartonados con lo que la gente quiere oír. Somos inteligentes, de eso no hay duda, pero bailamos sobre un hielo muy frágil, que se agrieta ante los cambios de humor de una manada ignorante y sin razón. Sabemos lo que les dueles, lo que les hace falta y lo ofrecemos en pequeñas cuotas. Como la prostituta que dice: “te quiero” a cada cliente. Así es la vía sencilla: simple y coordinada con el estudio de un conglomerado que perdió el rumbo hace tiempo. El poder nos llega y debemos mantenerlo a todo costo, nuestro legado será un salvajismo faltante de ideas u opiniones. Todos sabemos que el mundo está minado de estos ejemplos, que nunca cesarán y que siempre estarán presentes. En términos románticos: una lucha entre el bien y el mal.

Pero ahora, ¿qué es lo bueno? Para muchos, lo aceptable está dentro de la vía difícil, donde el estudio, la comprensión de las leyes, el conocimiento de lo racional y la aplicación del debate bordean la utopía de una sociedad que aún no se construye. No me mal interpreten, en lo personal creo que este es el camino correcto. Un poco desgraciado, pero correcto. En parte, empieza desde el núcleo, de esa semilla que nos lanza a relacionarnos con el mundo por primera vez: nuestra familia. Un concepto escolar nos dice que es: “el centro de la sociedad”, sin estar alejado de la verdad. Si nacemos dentro de la violencia, tomaremos el poder por la violencia. O si la opción es una crianza con lo ostentoso, pues no tendremos muchos problemas para creernos la última Coca Cola del desierto. De allí viene la razón y causa. Entonces tomemos la metáfora de la hormiga, que cargando cinco veces su peso, obtiene lo mejor para su hormiguero. ¿Será reina algún día? No, no cuenten con ello.

Aquí es donde la cosa se pone interesante. El poder no se vende, pero si se puede comprar. ¿Con qué? Con curriculum. Sí, no les miento, con curriculum. Pero no esa hojita de papel que todos conocemos, donde alabamos nuestras destrezas, mentimos un poco sobre nuestros logros y exaltamos la personalidad. Conozco a unos cuantos con masters en Harvard, que ahora se dedican a vender donas o hallacas. Les habló de la hoja de vida picaresca, de cómo su verdadera inteligencia será la garante de su poder. Todos recuerdan a Einstein, ese renombrado físico que generó la teoría de la relatividad, cuanto está bien documentado que de joven, no era muy bueno con los números. Y qué me dicen de Gates, ese muchacho que dentro de su garaje levantó Microsoft, sin preocuparse por el resto del mundo. Son ejemplos de personalidades que saltaron lo obvio, para ir hasta una cuarta dimensión de pensamiento. Por supuesto, no todos tenemos las capacidades de ser astro físico o genios de la computación, sin embargo al reconocer (verdaderamente) tu persona, sabrás para lo que eres bueno. Recuerda el poder no te da fama, te construye un legado.

¿Por qué esa necesidad de ser poderosos? Porqué desde que el mundo es mundo, hemos adorado el ego y al personaje. Pasando por nuestro próceres (a quienes les construimos panteones) hasta presidentes que ponemos en nuestros billetes. El culto a la persona es uno de los placeres que busca el hombre. No se mientan, reconozcan que nos gusta ser reconocido por nuestros éxitos. Y si es a nivel global, mucho mejor. Es la sensación de que nuestro verbo será el que conduzca las decisiones de la humanidad. Un trabajo, excepcionalmente grande, que se puede obtener pero muy pocos pueden mantener. Y es que hay que tener en cuenta lo que le dicen a Spider-Man (no, no me volví loco) esa frase que abarca todo lo que aquí se escribe: “con gran poder, viene una gran responsabilidad”. No importa que seas el más fuerte, la más sexy, el más culto o nadando en fortuna. Si usted no somete su vida a una balanza donde lo justo y lo correcto estén al mismo nivel, vivirás siempre en un acertijo de decisiones. Si no me creen, observen a las Naciones Unidas. ¡Salud!

Jefferson Díaz

sábado, septiembre 18, 2010

Carta a la Soledad



Saludos,

teníamos tiempo sin hablar, sin embargo, creo que es hora de aclarar algunos puntos porque no aguanto más. Esta carta será una mezcla entre: déjame reír para no llorar, y análisis a profundidad de por qué me sigues fastidiando la vida. La unión de Graterolacho y Freud. Tus constantes cambios de humor me tienen verde, además me están dejando calvo. Tanto, que estoy seguro qué cuando entre al templo, los monjes tibetanos no tendrán necesidad de mandarme a afeitar la cabeza. Desde que montaste franquicia en mi habitación, este negocio no está resultando. Tú obtienes ganancias con altos intereses, mientras yo me tengo que conformar con los Bonos del Sur. ¡Tú si eres cara dura vale!

Empecemos entonces, a enumerar eso que no me pasa del cogote. Primero, tienes que dejarme dormir. Es en serio. Creo que no tengo una noche libre de ti, desde bachillerato. No podemos seguir en estas. Muy pronto tendré que optar por darme con un bate en el coco para conciliar el sueño, la “solución de los dibujos animados” le llamo. Porque yo seré el conejo que saca de la almohada la mandarria, para después ver los pajaritos volando. Ya de nada sirve contar ovejitas, la leche tibia (sabes lo mucho que detesto eso) y los ejercicios de respiración. Al carajo se fueron los calmantes y lanzarme dos horas observando el canal del estado. Ninguna de esas opciones me lleva a los brazos de Morfeo. Tengo que escucharte bailando salsa en mi cerebro, y tus insaciables borracheras cuando sales con el corazón roto. De pana chama, ya está buena la vaina. Pienso que debes empezar recogiendo tus mancudales, e ir buscando otros ambientes de negociación.

Lo otro, deja los prejuicios y el saboteo. Lo sé, lo sé, no soy ningún adonis bajado del monte Olimpo. Mis ascendencias orientales y de la mitad del mundo se han marcado en mi rostro. Pero déjame decirte, como te lo he repetido miles de veces, que estoy muy orgulloso de eso. Así que no pienso gastar ni medio, escúchame bien, ni medio, en gimnasios, dietas, proteínas levanta músculos o cualquier otro aparato que te infla el ego pero te empequeñece la hombría. Ahora bien, por cuestiones de salud, puedo aceptar tu insistencia y disminuir los consumos de arepas durante las noches. No dejar que los controles del Nintendo lleven polvo, y así sea en el mundo virtual, lanzarme unas partidas a lo Nadal o Federer. Podré soltar algunos kilitos, en especial del parachoques trasero, pero no esperes que protagonice una película de acción. Me tienes harto que en cada intento de acompañar al amor, me vengas a cagar la jaula, con algún personaje disfrazado de artista, romance perdido, segunda oportunidad, arrejunte, cambio de opinión o negativismo. Todas esas utopías de hombre perfecto. No pana, a mi me gustan los retos y no me atraen las mujeres brutas. Así que por favor dame algo de chance y no seas lamparita en cada intento de relación que este pobre cristiano intente.

Debes parar con el guayabo, es justo y necesario. Esa melancolía se refleja en nosotros, y como se ve que no tienes ninguna intención de dejarme tranquilo por un buen tiempo. Al menos podemos disimular ¿No te parece? Lee historia de Venezuela y agarra consejo. Haremos como hacían las mantuanas: “los trapos sucios se lavan en la casa” No me importa si te gustan las mujeres de pelo negro, con ojos ámbar y una sonrisa capaz de detener el tránsito. ¡Basta! No está funcionando de esa manera, y permíteme decir la razón: te esfuerzas demasiado. Por estar moqueando las sabanas, dejaste pasar algunas buenas oportunidades, y ahora estamos en un embrollo que tomará tiempo emendar. Es por eso que te recomiendo que corras o te encarames, porque este negrito no pretende seguir siendo tu portaviones. Ni que fuera Chávez. Tu solita debes sacar fuerzas de donde no las hay para ponerle punto final a tanta intensidad. De lo contrario te recomiendo que busques a otro que se cale tus malcriadeces.

Conoces a mi familia, sabes como es el maní en esta casa. Una madre que crió a un caballero y está en proceso con el otro. Es por eso que no permitiré que cambies mi personalidad. Por muchas metidas de pata que, admito, hemos causado juntos. No cambiaré mi forma de ser. La amargura es una de tus amiguitas que se pasea de vez en cuando por estos alrededores. Pues no la quiero ver más, ya de por si tengo que soportarte a ti, no me vengas a meter otro payaso en el escarabajo. Soy un romántico empedernido chica, un hombre que está convencido que la poesía todavía conquista, que una mirada puede más que un roce y que los ramos de flores sin sentimiento, son sólo plantas que arrancaron de la tierra. Más vale una sola rosa, con actitud, que un grupo de pistilos muriendo en la nevera. No me nace ser grosero, obtuso e infantil, aunque sé que en varias ocasiones me has impulsado a eso. Sin embargo me planto firme y te digo que no permitiré que me cambies la tarjeta madre. Seguiré dando tumbos en la oscuridad, pero seré fiel a mis principios.

Para rematar eres una viciosa. Me dejaste el sabor de los cigarros, las pinturas en la piel y el traguito de ron durante las madrugadas. Eso no se hace vale. No sabes que los estudiantes y personas trabajadoras mueren por complacer sus vicios. Te encanta encerrarte con la noche para calmar las ansías de mandarlo todo al carajo, de dejar de creer que todo estará bien. Entonces me haces levantarme por la mañana, trasnochado, buscando esas migajas de cariño. No, hay que dejar de ser conformistas y darnos nuestro lugar. Si bien, el placer fácil se siente como la felicidad eterna. Sólo es una cortina de humo frente a la posibilidad de afrontar tus problemas. Perfecto, ya nos montamos en este barco y los placeres culposos se han arraigado, pero hay fuerza de voluntad carajo. Ha disminuir esos consumos de culpabilidad y dejadez, para cambiarlos por muchas sonrisas y reuniones con los amigos. Claro, el licor correrá. ¿Quién puede llevarle la contraria a Baco? Pero con responsabilidad, como dice el hombre de líneas amarillas, sombrero de copa y que camina sobre un mundo negro.

Te agradezco la realidad que has puesto en mi camino. De lo contrario, hubiera sido difícil entender que las horas pasan mientras seguimos postrados en un espacio. Qué debemos romper las fronteras, fortalecer al corazón y perseguir el éxito. Qué la vastedad del ser humano llega al 1%, dependerá de nosotros obtener el 99% restante. Qué a los 23 años el mundo no se acaba, pero que tampoco se detiene ante tus estupideces. Muchas gracias soledad, has sido una maestra silente en esta universidad de la vida, pero es hora de hacer las pases y dejarme avanzar. Porque no dejaré que me repruebes en el examen de mi paz.

jueves, agosto 26, 2010

El Caminante
“El TODO es mente; el Universo es mental”
El Kybalión.

Un día se detuvo, bajó del carro y comenzó a caminar. El viajero retomó los instintos olvidados, que desde joven lo obligaban a salir de la caja, del encierro, de lo predeterminado. Caminaba entre los seres que se acostumbraron a vivir con dogmas e ideas preanalizadas. Veía como la evolución se había estancado en un proceso de reconocimiento tecnológico, y las posibilidades de agrandar la mente eran enfocadas en un desarrollo al plano destructivo. Por el camino se encontró que la naturaleza dejó de ser parte de la vida para convertirse en parques nacionales, objetos prescindibles y extraña para la condición humana.

Caminaba sin descanso, acorralado por el mundo anárquico que lo vigilaba. Un planeta vivo, pero con una gran enfermedad: la discordia. A través de sus pasos se reconectaba con el mensaje perdido y una verdad irresoluta: así como recibas tienes que dar. Como sean tus actos, serás tratado. Todo está interconectado. El camino le mostraba las irregularidades que se han aceptado como verdades. Hizo abrir sus ojos por primera vez, a pesar de tener una vida de años. El caminar enseñó que sólo usaba sus piernas para desplazarse, y no para avanzar al futuro. Esa acción se convirtió en el renacer de una persona que tenía una misión: transmitir que todo no está escrito, qué las consecuencias no son puntos finales, sino pruebas que nos coloca la vida para seguir adelante. Qué reconocer la imperfección es el primer paso para disfrutar de las perfecciones. El viajero se asombro al ver que el mundo es inmenso, sin la necesidad de pisar tierras lejanas. Que la mente puede abrir un abanico de posibilidades sentado en una plaza. Caminar, seguir andando.

Pasó al lado de catedrales, sinagogas y mezquitas. Conversó con eruditos y campesinos. Miró a los ojos de asesinos y desterrados. Construcciones que salían de la perseverancia de unos pocos que se han atrevido a caminar, barbaridades cometidas por los que tomaron el camino equivocado y teorías invocadas por los que no temen pensar. Pero, ¿conoció lo correcto? ¿Diversificó lo malo de lo bueno? En sus viajes presenció como robar y matar puede ser el destino esperado en muchos países; y una vida de culto y restricciones, ley en otros. Observó que a pesar de la buena intención en sus andares, no son muchos los que están preparados para asumir los retos. Sintió en su piel que la crueldad es una variedad genética que se esparce sin ningún escrúpulo. Fueron los momentos más oscuros del caminante, situaciones que ponen a prueba la fe y perseverancia del que elige la vía iniciática.

Estos viajes se realizan en la soledad. Explorando las entrañas del ser primordial. Estudiando qué es lo que lleva a dos entes compartir un espacio, situación y futuro. Una de las consecuencias del camino es que te desprende de emociones, te convierte en un analítico de la realidad. El dolor no es pasajero, puede durar segundos o décadas. Es una sensación física y mental, siendo la segunda opción la más dolorosa. El amor es una regalía que permite evolucionar en seres de luz, sin embargo puede nublar los sentidos de una razón que está a la vista de todos. Un arma de doble filo. La familia es un compromiso humano, y no se debe desprestigiar su poder. Es una semilla que puede plantar los pinos de la felicidad. Para el caminante el análisis de su entorno no lo salva de la intensidad del descubrimiento. Si bien suprime ciertos raciocinios, cuando llega a su destino, le cae el peso del conocimiento. Y vuelve a sentir.

No es fácil ser un viajero de la evolución. No es fácil que te reconozcan los caballos que viven encerrados en este gran hipódromo llamado Tierra. Los que sueltan las gríngolas pasan de ser animales, a pensantes. Y cuando sueltan los tabúes, pasan de pensantes a potencialidades de la mente. Dentro del morral se carga humildad, firmeza, comprensión, madurez y energía. Se decide que la vastedad de oportunidades no están delimitadas a un espacio, que las herramientas de tu trabajo no se entregan en el alma Mater sino en la renovación de tu humanidad.

Jefferson Díaz

jueves, agosto 19, 2010

Un Click

¿Qué buscamos? Un click. Sí, no estás leyendo mal. Un click.

Ese sonido que nos anuncia que todo cayó en su lugar, la onomatopeya monosílaba que eleva las sensaciones y nos hace caer en el trance de lo real. Un solo click. Son estos momentos los que definen nuestras vidas, las circunstancias que no deben ser confundidas con epifanías. Un click que te refleje el camino correcto ¿Lo has sentido? ¿Todavía lo buscas? Los reconocemos por las virtudes que nos ofrecen: no desilusionarnos por la decisión tomada, el valor que nos dan y la persistencia que nos brindan, para mantener la calma por un buen tiempo. Sí, lo repito de nuevo, un click.

Imagina, cierra los ojos y escucha el click de tu vida. Cuando sabes con certeza que todo va bien, cuando tus dudas no tienen la fortaleza para destruir los pilares de tu determinación, cuando tu locura no se refiere al significado de esa palabra, sino a la acción de vivir. Ese click que te demuestra lo valioso que eres y lo importante que son tus actitudes hacia tus semejantes. Como el canto de un reloj de cuerda. ¡Click! ¡Click! ¡Click! ¡Click! Pasan las horas y debes reconocer tus fortalezas y debilidades, para sortear los silencios predeterminados de la sociedad. No, no es autoayuda. Tampoco ZEN, y mucho menos flores de Bach. Es tomar las riendas de tus pensamientos, dejarte llevar por los instintos y recordar que por ser regentes del mundo, no somos únicos.

Todo click tiene un propósito, aunque al principio suene bien y después te recuerde lo malo. Pensar en lo positivo tiene sus ventajas, pero es de sabios pensar en lo negativo y aprender de eso. Debilitar nuestra capacidad de sorpresa ante situaciones que se pudieron preveer con lógica. Confiar que tener “un millón de amigos” no significa contar con ellos. Como dice el dicho: “en la cárcel y en la enfermedad los reconocerás”, allí los click son más intensos y con mayor determinación. Yo le digo click ¿cómo lo llamas tú? “Se te prendió un bombillo” “Te vino una idea” “Un deja vu” “Un no se qué” como decidas llamarlo, son nuestras entrañas hablando, ese sentido de protección natural que olvidamos a lo largo de los años.

Como el click al martillar un revólver. El click del encendedor. El click cuando le colocas la tapita al control remoto. Sí, ése sonido. Refrescando tus ideas, gritando a los cuatro vientos: “no estás perdido” La ayuda que te hace parar de la cama, olvidar los entuertos de la vida, y recargar las baterías para llegar al final de la carrera. Porque eso es todo, una simple carrera. De resistencia. De obstáculos. Determinada por el ¡click! ¡click! ¡click! del cronómetro. Son también los pasos de los fantasmas de la mediocridad, de la falta de conclusión. Golpes secos que nos rescatan del limbo. Reconoce las señales del amor, aprende de los click del corazón. Esos que te hacen lanzar sin paracaídas al vacío, y te guían a través de lo que es o no es. No debes menospreciar tu voz a la hora de querer. No dejes que tus inseguridades tomen lo mejor de ti. Sí quieres, hazlo. Si amas, hazlo. Si te abofetean, que sea primera y última. El que controla los click de la vida, controla su destino.

El punto es marcar tu propio ritmo. Determinar tus pasos. Para luego, encontrar el ritmo que compagine contigo. Y así formar la sinfonía de la familia. Una bien engranada máquina, que tendrá el mantenimiento adecuado para subsistir. Conoce lo que eres, comprende tu mentalidad, aprende de lo que estás dispuesto hacer y por sobre todo, sé sincero. Es difícil, lo sabemos, pero hay que intentarlo, por el bien de todos. Esto es una declaración de principios. El manifiesto del click. Así como Botero tuvo a sus gordas, Beethoven su sordera y la Bestia su flor. Yo tengo mi click. Un principio irresoluto y primario. Enamorado de la realidad, y en negociaciones de paz con los sueños. Una energía que fluye de los pies a la cabeza. De lo irracional a lo racional. Del plomo al oro. Es la alquimia que nunca nos enseñaron, y que transforma los tres elementos. Con eso regreso a la música interna, escuchando sin cesar a Edith Piaf, mientras me como una arepa de queso e’ mano. Así es: la personalización de la vida.

Jefferson Diaz

jueves, agosto 05, 2010

Palabras


Son momentos que no se olvidan. Que se quedan con uno hasta el final. Recuerdo que tenía 12 años cuando leí mi primer libro. Cien años de Soledad de Gabriel García Márquez. Lo hice por una asignación de la escuela, y las palabras se impregnaron en mi mente. Y es que había descubierto el mayor beneficio de aprender a leer, me habían dado mi pasaporte para viajar por el mundo, sin la necesidad de comprar un boleto de avión. Eso dio paso a los autores, a las escenas, a la poesía y a las incontables horas de personas que se sentaron frente a un computador, y en algunos casos, frente a una máquina de escribir, para llenar de momentos las repisas de mi biblioteca.

Las palabras son tan importantes como el aire. Así como aprendemos en bachillerato que la química compone al mundo, debemos saber que las palabras componen nuestro conocimiento, desarrollo y futuro. Mucho sabrán que uno de los mayores logros del hombre ha sido la palabra escrita. En esa constante búsqueda de expresión, creamos el alfabeto, las oraciones y las narraciones. Y cuando empezamos a mirar las estrellas, el primer mensaje al universo, fue una placa grabada con expresiones de cómo es nuestro mundo, y los seres que lo habitan. Con las palabras se construye y se evoluciona.

No es cuestión de convertirnos en Cervantes, es entender que nuestro lenguaje puede ser la mejor herramienta para lograr nuestras metas. Seas comerciante, o el próximo ganador del premio Príncipe de Asturias. Las palabras son la gasolina y la luz del camino que se recorre todos los días. Son esos destellos que nos hacen despertar por las noches y los dolores de cabeza que a veces no nos dejan. Por mi parte, desde que concluí la vida de los Buendía recurro a páginas en blanco, a los lápices y a las ideas. Para llenar los intentos de convencerme que hay talento. Son cuadernos y libretas que ocupan un sitial de honor dentro de las cajas que sostienen mi cama; ideas recicladas que pasaron y nunca se fueron. Son los mecanismos de distracción, los elementos de persuasión y las razones para enamorar.

Qué buen desahogo representan las palabras. Una envidia agradable hacia los maestros en la materia. Y una gran admiración por los que toman la filología como estilo de vida. Enterarte qué nosocomio, es la palabra griega para hospital; qué hecatombe significa sacrificar mil bueyes; y reafirmar qué el español es el idioma más amplio que existe. Todo un lujo poder hablarlo y estudiarlo. Es por eso que agradezco vivir de lo que escribo. Quizá no por desarrollo artístico sino por pautas establecidas a diario. Quizá no por relatar los viajes de mis neuronas sino una realidad que se siente en las calles. Pero es una meta cumplida vivir de lo que amas. Siento que nací para ser reportero, pero desde el útero siento que soy escritor. Cuando encuentras un espacio cómodo que te protege de las malas energías (sí, seamos holísticos por un momento) así me siento yo frente a una hoja en blanco. Sea bueno, sea mediocre, sea exitoso el resultado. Aceptar que estás haciendo lo que debes hacer, es todo un compromiso. ¿Por qué? Porque ahora debes ser el mejor en lo que haces. Qué las palabras han trazado un camino que debes recorrer sin poner peros.

A ti lector, para ti son estas palabras. Esta defensa de qué lo escrito, nunca morirá. A pesar de las notas de voz y de las lindas videoconferencias. Para que recuerdes lo sabroso que se siente escribir una carta con lápiz de grafito. Para que te imagines la cara de tu amor, cuado le dejas notitas expresando lo mucho que amas. Para que sepas que todavía se aprende a escribir y a leer con la magia de la palabra escrita. Son procesos que nunca nos dejarán de asombrar y que representan el mundo que nos rodea. Son mis palabras, las que lees ahora, que te llevan a apagar tu computadora, cambiar de página o a seguir escribiendo. ¡Vamos lánzate al abismo conmigo!

Jefferson Díaz

viernes, julio 09, 2010

Yo quiero una como la Jolie


Hablemos con sinceridad. A esta edad, ¿qué sabemos del amor? Nada, absolutamente nada. Vivimos dando tumbos en un camino empedrado con la metas que ya nos predispone la sociedad. ¿Muy filosófico para ti? Entonces apartemos los tapujos y pongamos los naipes sobre la mesa. Conseguir lo ideal es una fantasía, un concepto generado por las compañías que hacen las tarjetas de aniversario, cumpleaños y cuanta fecha festiva exista. Si los terroristas fueran inteligentes, colocarían una bomba en la sede principal de Hallmark; allí sí que son especialistas en meterle mentiras a la gente. Pero, volviendo al tema, cómo sabemos si debemos arriesgarnos o dar un paso atrás para que el destino haga el resto. No lo sabemos, es condenadamente difícil, lo que nos queda es trabajar con lo que tenemos y esperar por un buen resultado.

Como ya lo sabes, somos humanos. Vidas orgánicas que se pueden dañar fácilmente. Nos afecta el frío, el calor y las balas volando sobre nuestras cabezas. Aunque el daño mayor lo provocan las emociones. Esa imagen, ya cliché, de tener el corazón roto en mil pedazos porqué a alguien se le antojo revolvernos las entrañas. Y nosotros desprevenidos, caímos en la trampa. Se ha comprobado científicamente que cuando uno se enamora, no piensa. No razona. No mide sus consecuencias. Propongo al Ministerio de Interior y Justicia que en estos casos, revoque licencias de conducir, portes de armas y licencias para practicar medicina (¿en Venezuela existe eso?) porque somos personas peligrosas. Además, las tazas de cursilería suben al cielo, y se empieza con la regaladera de chocolates (plata para los suizos) y de flores (alimentamos a los floricultores de Galipán)

¿Amargado yo? Por favor, lo que hago es puntualizar lo obvio. Para enamorarse hay que tener conocimientos de administración de empresas, psicología y defensa personal (ustedes saben, para cuando nos tiren un jarrón por la cabeza cuando nos portamos mal) es por eso que en las universidades deberían hacer cátedras de honor sobre el tema, e invitar a personas como Isabella Santo Domingo (por eso de que al parecer nosotros las preferimos brutas) o a Gabriel García Márquez, quien a través de años de experiencia literaria, ha acertado en muchas cosas del amor. Podríamos nombrar a muchas personas, pero el punto es que quiero que nos digan: ¿qué carajo estamos haciendo mal? ¿Por qué las tasas de divorcios son más altas que la de matrimonios? ¿Por qué las relaciones más exitosas son las que no colocan etiquetas? y ¡demonios! ¿Por qué un vampiro que brilla genera más emociones que un hombre realmente enamorado de su mujer? Es que acaso la gente se volvió loca.

Quizá me ahogo en un vaso de agua, como lo dije al principio, qué sabemos a esta edad. Nada. Sin embargo buscas a los sabios de la cosa, y ellos parecen más perdidos que tú. Unos cuantos divorcios por allá, tres de ellos muy peleados y con coñazas incluidas en la corte. Tripones regados por todos los puntos geográficos, como si estuviéramos marcando el territorio. Y el machismo con el feminismo, en vez de quedar como teorías irresolutas, han ganado terreno (algo así como el comunismo) No pasan de moda los rones para ahogar las penas. Las llamadas inoportunas durante la madrugada para declarar nuestro amor, que pueden terminar en órdenes judiciales para que dejemos la ladilla. Y sigue, por los clavos de Cristo, las cancioncitas melosas que nos hacen recordar: “a la perra esa”. Ojala, y estuviera hablando de la linda poodle que tiene en la casa, pero no. El cerebro es una vaina arrecha, y lo peor es que no podemos resetearlo.

Cuando consiga a ese dichoso príncipe azul, lo voy a moler a coñazos. Hablo en serio. O de repente me voy para los estudios Disney y presento una queja formal por años y años de películas que mostraban a ese amor maravilloso e irreal, con la frasecita: “happily ever after” Vivimos dentro de una burbuja, hasta que nos damos cuenta, a veces demasiado tarde, que el amor se tira peos, se enferma, fuma, se rasca, es caprichoso, no cocina, no plancha y casi nunca, asegura gran química en la cama. Son esas cosas que no escriben en la parte de atrás de los Digital Video Disc (o DVD) para describir a las películas de amor. Es por eso que ahora tenemos excelentes profesionales, grandes avances tecnológicos, curas para las enfermedades y resoluciones sociales. ¿Por qué? Porque nadie en su sano juicio quiere perder su tiempo buscando algo que no se encuentra.

Ok, ok, quizá estoy exagerando un poco. Drenar con las palabras es maravilloso. Sin embargo esto es lo que yo creo. Primero, y no me canso de repetirlo, no significa no. En todos los idiomas. Así que usted no busque ser Miguel de Cervantes y cambiar el lenguaje. Al oír esa palabra limítese. Segundo: la verdad. Admito que yo no soy buen ejemplo de eso (me ha costado) pero evitará malos ratos. Amigos, son amigos. Amigos con derecho, da título a algunas revolcaditas (pero que queden los términos bien claros por favor) Novios, todo lo que eso implica. Pareja, ahora usted va camino a enseriarse. Esposos, asuma su barranco con responsabilidad. Debe saber en lo que se está metiendo, antes de aceptar cualquiera de estas premisas. Tercero, una cosa es ser romántico y otra un obsesionado rayando en asesino de “Sé lo que hiciste el verano pasado”. Cuando usted insista, tantee el terreno, si está 100% seguro de que trabajando la conquista puede obtener resultados, échele pichón. De lo contrario, quédate quieto.

Cuarto: mas vale una dama y un caballero, a ser un patán. Las cosas se empiezan hablando y terminan de la misma manera. Nada de malcriadeces e insultos. Acuérdate que tu madre es mujer. Quinto, y más importante, si después de pasar por tantas locuras y pruebas sabes que estás enamorado. Y la cosa es reciproca. ¡NO LA CAGUES! REPITO ¡NO LA CAGUES! Mantén tus principios, no cambies para ser aceptado y ama como quieres que te amen. Así podremos medianamente salvar a la humanidad.

Jefferson Díaz.

jueves, julio 08, 2010

Hablemos de Periodismo

Un viejito saca su silla debajo del escritorio, conecta la máquina de escribir y enciende un cigarrillo. Son las dos y media de la mañana, y las ganas de escribir pueden más que el sueño. Bocanada a bocanada, salen las ideas de lo que será su reportaje. Con el clic, clac de las teclas y el repiqueteo de la cinta transportadora, se sumerge en el oficio del periodista. Sí, el mejor oficio del mundo. El que te da batallas para luchar, éxitos que disfrutar y muchos dolores de cabeza. Algo que se hace por vocación, o no se hace.

Han pasado varios días desde que en Venezuela se celebró el día del Periodista. Desconectado, entre comillas y subrayado, del acontecer nacional. No tuve chance de escribir acerca del camino que he tomado y de lo que significa ejercer esta profesión en nuestro país. Y es que son muchas las versionas y divergencias que han surgido alrededor de la noticia. Entorno a lo que significa decir la verdad y construir los eventos que acontecen día a día. Es a través de las experiencias, que uno va forjando una idea de lo que se hace dentro de la redacción de un periódico, del canal de televisión y en las cabinas de transmisión. Así, desnudaremos el misticismo que rodea a los mal llamados comunicadores sociales.

Primero, todos somos comunicadores sociales. Es algo innato en el ser humano. Desde que nos levantamos hasta que nos acostamos, estamos comunicando ideas, transmitiendo acontecimientos y narrando historias. Es parte de nuestro ser. Sin embargo, somos nosotros, los “profesionales”, los que sabemos interpretar esos códigos y símbolos, para plasmarlos en papel o en video. ¿Por qué coloco entre comillas la palabra profesionales? Porque más allá del título que nos dan en la universidad, el profesionalismo de un periodista viene ligado con respetar ciertas normas y compromisos que se van adquiriendo en el trabajo. No me malinterpreten, es de suma importancia lo que se aprende en el aula, pero la sustancia de la noticia se adquiere cuando sales a la calle a buscar la información.

No, no estoy sermoneando a nadie. Apenas son dos años frente a una diagramación en blanco, que se tiene que llenar antes de las cinco de la tarde. Sin embargo, y por este motivo, he descuidado ciertos aspectos académicos. La enseñanza ha sido tan nutritiva como la de un recién nacido cuando se alimenta de la teta de la madre. Bonita imagen ¿o no? Son esas situaciones, donde tienes que mojarte de pies a cabeza para cubrir los destrozos que dejaron las lluvias, armarte de valor para no devolver el desayuno cuando vas a la morgue o convertirte en el mejor diplomático de todos, cuando los políticos te mienten descaradamente, por las que elegí hacer lo que hago. Claro, hay ciertos aspectos que vienen ligados con el título de periodista. Me acuerdo de una profesora en quinto semestre que nos decía que nosotros siempre seremos buscados para conseguir información. Obvio, pero ¿por qué? Porque tenemos conocimiento de todo. Bueno, yo no inventé el juego Reto al Conocimiento o ¿Quién quiere ser millonario? para saberlo todo. Sin embargo, hay una verdad muy grande dentro de esa afirmación. Nunca, y quiero decir nunca, un periodista debe estar desprevenido a lo que pasa en su entorno.

También está el asunto del poder. Ese poder que tanto atrae a las personas, las seduce y las lleva a comete actos que precisamente, no están avalados por el Código de Ética del Periodismo Venezolano. Son esas tentaciones por cambiar una frase, disfrazar una oración, desviar la atención de un párrafo o hacerse de la vista gorda ante una fuente confiable. ¿Para qué? Para ser los primeros en recibir nuestra cuota de poder cuando se empiecen a pagar los favores recibidos. Si es que alguna vez se pagan.
Nuestro bolígrafo es la mayor arma en una sociedad que a gritos está buscando algo o alguien que los guíe. Es por eso que en cada palabra que sale de nuestro computador, va una carga de energía capaz de resolver un problema o hacerlo más grande.

Dentro del periodismo hay lugar para todo: egocentrismos, corrupción, mentiras, intereses, malicia y unos cuantos calificativos que no son parte del premio a la persona más simpática. Es por eso, y con pies ligeros como pluma pero dedos afilados como aguijones de abeja (muchas gracias por eso Cassius Clay) que la noticia debe transformarse en un agente de cambio. No en un simple método de lleva y trae de la información. Qué en cada uno de nuestros escritos esté la carga suficiente como para mover los cimientos de nuestro entorno. Pasar del periodismo de denuncias, al periodismo de investigación. Bien lo decía Ryszard Kapuscinsk: “los cínicos no sirven para este oficio”, así que a agarrar baterías nuevas y dejar de ser agentes pasivos. Es cierto que una persona no hace la diferencia, pero una persona sí puede desencadenar el efecto dómino hacia la meta buscada.

Por mi parte, aún me falta caer del nido. Conseguir esa licenciatura que me abra las puertas a una colegiatura, a pelear en un sindicato (yo y mis peleas) y a ejercer en Caracas. En mi ciudad. A descubrirla como debe ser. A saber diferenciar los factores de poder, que manejan los hilos del periodismo nacional. A reconocer las habilidades de los colegas y de los que sólo buscan construir una reputación a base de “favorcitos”. A tener de mantra que lo único que importa en esta vida es mi nombre. Sí, mi nombre será la carta de presentación cuando dentro de muchos años sea como ese viejito, en mi casa, encendiendo la máquina de escribir (a la vieja escuela) y plasme la sabiduría que te da saber que has hecho un buen trabajo.

Jefferson Díaz

miércoles, julio 07, 2010

Diez años


Podría empezar diciendo que la amistad, según el diccionario de la Real Academia Española, es: “un afecto personal, puro y desinteresado, compartido con otra persona, que nace y se fortalece con el trato” Sin embargo, nunca me ha gustado ser alguien con definiciones cuadradas, y lo que no sé, me lo invento. Es por eso qué, después de pasar 14 días como un extranjero en mi ciudad, fue gratificante reencontrarse con la familia. Con esa familia que uno escoge, que se cultiva con el pasar de los días, y que a pesar de esos tiempos a distancia, se mantiene unida.

Empecemos las matemáticas entonces, contemos del uno al diez, y que cada uno de esos números nos recuerde los años vividos, las experiencias acumuladas, las peleas, los amores correspondidos, y los no correspondidos también. Dejemos por un momento las obligaciones que nos da la madurez, y hagamos una remembranza de nuestras elecciones. De por qué decidimos ser amigos. Sonará un poco cursi y sacado de novela rosa, pero las emociones funcionan de esa manera, nos guste o no. Y es que más allá de los nuevos escenarios, y los conocimientos adquiridos, las bases fundamentales de nuestro desarrollo social las construimos juntos. Con las fiestas, las reuniones, los apretones de mano, los abrazos, las felicitaciones y los insultos; conformamos un grupo de ensayo y error para salir al ruedo del mundo. Ahora, nos sentamos relajados, alrededor de una mesa, a jugar póquer (recién aprendimos) mirando nuestras caras y reconociendo nuestros éxitos, errores y posibles futuros. La confianza es algo que da asco, pero es una herramienta útil para mantener las vigas de este edificio en el que todos vivimos.

Aún recuerdo a las recién llegadas (lo digo con mucho cariño) a este círculo donde ya unos cuantos se conocen desde edad preescolar. Como se formo un trío de niñas, que pasaron a ser adolescentes, y ahora son hermosas mujeres. De cómo los niños, pasamos a la inmadurez, continuamos por ese camino un buen rato y ahora nos proponemos metas y caminos al altar. De cómo este grupo ha crecido, ha disminuido y ha vuelto ha crecer. Quizá no en cantidad, sino en calidad. Nuestras tradiciones se han vuelto parte de nuestras vidas, y a estas alturas podemos decir que las navidades siempre serán un punto de reencuentro, un punto de salida para recordar los años en el colegio ubicado en la avenida Fuerzas Armadas, de las aventuras universitarias y del aprendizaje que nos dejaron nuevas personas y otras fronteras.

Son diez años. Una década donde todos nos conocimos. Y donde se nos dijo que aún falta mucho camino por recorrer. Porque es una verdad científica, que uno nunca termina de conocer a las personas. ¡Qué lo diga Freud! Sin embargo, estoy seguro de algo: en las buenas, en las malas, en las maduras, en las verdes, en los momentos de alegría y tristeza. Siempre seremos pilares de apoyo. Lo digo con total responsabilidad y credibilidad, entre nosotros hay un camino seguro. Por eso, dejemos a un lado las penas y las falsas modestias. Reconoceremos tus logros, y te apoyaremos en tus caídas. Somos una casa que puede pasar meses vacía, pero siempre abrirá sus puertas para recibir a los que ayudaron a construirla. A los amigos pródigos, que se imprimieron en los corazones (jajajaja ¿cómo te quedó el ojo Stephenie Meyer?)

Es así que entre consultorios odontológicos, compañías de recursos humanos, sets de producción, puertos marítimos, libros de ingeniería, planos de arquitectura y frente a este computador con una página en blanco, se recordará a los panas. Se harán las preguntas obvias: ¿quién se casará primero? ¿quién tendrá hijos primero? ¿se quedará en el país? ¿estarán bien? Interrogantes que se pueden resolver levantando el teléfono. Reportando la situación, trabajando como un pelotón que lucha por mantener los momentos de joda, de felicidad y de crecimiento. Admiro sus destrezas, sus ganas de echarle un camión a la vida, y por sobre todo le agradezco a Dios y a sus semejantes, que me los haya puesto en mi camino. ¡Salud y prosperidad para todos! Se les quiere.

domingo, junio 06, 2010

Una carpeta como paraguas



La lluvia comenzaba a caer. Gruesas gotas chocaban contra el pavimento levantando el vapor acumulado de una mañana de sol. Con un carpeta improvisó un paraguas, mientras corría hacía su carro. Estacionado a dos cuadras. El calor pegostoso tomaba forma, y se reflejaba en su camisa y en su frente. El clima lo trasladaba seis meses atrás, cuando las mismas gotas le tatuaron el recuerdo en el cerebro. Llegó al terminal de autobuses, y observó como ella compraba un boleto lejos de Caracas, lejos de la metrópolis que lo secuestraba. Así, entre memorias, se apuró a sacar las llaves del carro. A sentarse frente al volante, recuperando el aliento mientras iniciaba el motor.

Parece tanto tiempo, pero dentro de un acumulado de historias, seis meses no son nada. Fue una experiencia que recaló dentro de su experticia, que lo descalabró y lo obligó a refugiarse en toneladas de trabajo. Todavía lo recuerda, aquella figura alejándose después del abrazo de despedida. Un gesto que sumó incertidumbre, a un futuro que se mostraba igual que las nubes de tormenta adornando aquella tarde. Mientras su voluntad se preparaba para afrontar la más dura de las pruebas: olvidar. ¿Obsesión? ¿Locura? ¿Ingenuidad? Aún las respuestas no están claras, pero la organización de lo cotidiano y los recursos personales; permiten que el manicomio no entre a casa. Dejan que el profesionalismo perdure, las prioridades se reconozcan y que los estados de ánimo se controlen. Ahora escuchaba el sonido lejano de una corneta. ¡Despertó de un sueño lúcido! Observando una luz verde frente a él, y en el retrovisor un río de conductores furiosos. -¡Qué vaina! Lo hice otra vez- Ahora ordenaba a su pierna izquierda pisar el embrague, y a la mano derecha poner la primera velocidad. Arrancó.

Caracas se le mostraba ajena. No reconoció la ciudad que lo vio crecer. Sus calles ahora son más sucias, la anarquía se apoderó y el buen ciudadano agarró sus corotos y se mudó al Antártico. Y con la lluvia, el panorama no mejora. Soportando el estacionamiento en la autopista, con el sonido de las gotas golpeando la carrocería, se seguía activando el cúmulo de recuerdos. Muchas veces pensó en llamar, en volver a marcar ese teléfono que lo llevaba a la dulce voz. Sus dedos parecían seres independientes que reconocían sus verdaderos sentimientos, mientras marcaba número por número. Aunque, la razón siempre ganaba. Y más de una vez tuvo que contener las ganas de no lanzar el celular por la ventana. Desconectarse de la tecnología, y regresar a los instintos. –Me pasé la salida. ¡Hoy no es un buen día!- Una hora se sumaba al camino, 60 minutos de trovador innecesario.

¿Pensar en ella? ¡Claro! Cuando el corazón se daba cuenta del lugar en que estaba, lanzaba sus espinas contra todo pensamiento. Destacando sus ojos, su sonrisa y su pelo. Realmente era algo adictivo, una droga en la que muchos han caído y pocos se han recuperado. Pero no hablemos de eso, pensemos en la gandola que ahora se mete al canal sin poner luz de cruce - ¡Coño e’ tu madre! Aprende a manejar – Las groserías deberían ser parte del examen para obtener la licencia: ¿Qué es mejor para desahogarse? A: gritar, B: mentarle la madre, C: pintarle una paloma, D: seguir tu camino. Muchos concordarán que las tres primeras opciones son las más usadas. De repente, el recuerdo sólido aparece, mientras el carro lucha por pasar las lagunas que dejan los drenajes rotos. Esa tarde, ese día que se fue, recorrió las aceras de las avenidas, saltando charcos y mojándose los pies. Sentirnos empapados, puede hacernos apreciar más la libertad.

Un idealista sin remedio. Eso es lo que es. Una carcaza que funciona automáticamente a la hora de trabajar y de cumplir funciones corporales. Un cerebro a punto de fundirse, y un corazón remachado con pedazos de cuero para que no se desmorone. Mientras el tiempo pasa, y dos vidas siguen su curso separadas. La energía que nos hace funcionar se ríe de él, y lo manda a comprar pilas alcalinas. Porque harán falta reservas y reservas de impulso para superar lo que se viene. Páginas en blanco para llenar con idioteces. Zapatos de goma para recorrer sin miedos las calles caraqueñas, y reconocer una urbe que se perdió entre el caos y lo absurdo. Si hay algo seguro de esta ciudad, es que te puede dar la espalda en cualquier momento. Luchar contra el deseo, y el odio. Hacer catarsis de lo malo, y levantar altares a lo positivo.

Mientras las puertas del estacionamiento se abren, la lluvia cesa. Apagar el carro, poner el tranca palanca, revisar que nada se quede, cerrar la puerta y poner la alarma. Asegurarse que los documentos en la carpeta están secos y llamar al ascensor para subir al apartamento. Los papeles que sirvieron de resguardo, ahora representan un mejor vistazo de lo que se viene. Una meta incumplida que vuelve a resurgir como bálsamo a los rechazos. Horas y horas que prometen éxitos y caras nuevas. La educación volvía a él, mientras abría la puerta de su casa. ¿Y el número por marcar? Guardado en la cartera, en forma de papelito, para cuando la soledad pegue.

martes, mayo 18, 2010

Definiciones


¿Lo sabes? Sí, creo que sí. De todas formas vamos a definirlo. A mí no me gustan las medias tintas. Primero déjame decirte que las madrugadas ya no serán iguales, al menos por un buen tiempo. Antes, cuando todos se iban a dormir, me dedicaba a leer. A viajar a través de las páginas que decenas de autores han escrito y se posan sobre las repisas de mi biblioteca. Esperando sellar el pasaporte de mi mente. Pero luego, llegaste tú. Tan dulce y suspicaz tú. Y la oscuridad desapareció. Las horas de charlas, de conocernos y de compartir ideas, se convirtieron en momentos que dan gasolina y esperanza. Sin embargo, todo cambió, ahora ya lo sabes.

No tengas miedo. No. Esa sensación no tiene espacio entre nosotros. ¿Por qué? Bueno porque somos amigos, y entre amigos, se dicen las verdades. No temas por mi revelación. Todavía sigo siendo el mismo loco recatado, que sueña con un mundo mejor y con éxitos más allá de estas fronteras. ¡Qué come flor! ¿Verdad? Como te dije antes, soy un romántico empedernido. Aunque trato de mantener los pies en la tierra. Es difícil, pero no inaccesible. Continuaré siendo incondicional, y es que lo primero que me gusto de ti fue tu visión de la vida. Tus definiciones ante las cosas más complejas, tu falta de tapujos a la hora de expresar opiniones y tus ganas de saber. ¡Por Dios! Tus ganas de saber. Con la vocación innata que posees, lograrás todo lo que te propongas. Eres una mujer con guaramo. Cómo buena venezolana.

¿Qué tiene de malo qué lo sepa todo el mundo? Créeme, estamos en confianza. No me da pena gritar a los cuatro vientos que te quiero. Eso sí, esa expresión no la digo a la ligera. Porque tú sabes que decir te quiero, no debería ser una decisión tan fácil. Tampoco decir: te amo. Pero mejor no ahondemos en esos temas. Es muy pronto. Mientras tanto disfrutemos de la vida. ¡Vamos! Viaja conmigo amiga, piérdete entre los recovecos de mis deseos, quiero que conozcas el mundo y llenes tu corazón de recuerdos. Todos mis amigos deben llegar a sus límites y traspasarlos. Ser mucho más de lo que les dictan. Y cumplir sus metas. Comparto la filosofía de que si las personas que quiero están bien, entonces yo estaré bien. ¡Claro! Seguimos siendo amigos. Yo soy el único idiota que se le ocurre enamorarse. Aunque, pensándolo mejor, no debo ser el único. No lo niego, al principio duele, y duele a montones. Sin embargo, hay que sincerarse, sopesar los pros y contras, para sacar una definición absoluta de lo que tenemos. Sí, lo comprendí: un cariño inmenso entre ambos. Prometo que los momentos que estemos juntos, valdrán miles y miles de primeras impresiones. No me justifico. No. Tampoco me doy palmaditas en la espalda y digo: C’est la vi. No. Lo que pasa es que el mundo sería mucho más gris sin ti.

Mi doctora hippie (gracias a tu tío por eso) eres única lo sabes. Nunca dejes que nadie te diga lo contrario. Parece que todos los venezolanos nacemos con una carga sentimental tan grande, que nos olvidamos lo grandes que podemos ser. No me importa la distancia que tenga que recorrer, los aviones, autobuses o moto taxis que tenga que tomar. Allí estaré para ayudarte. Para compartir alegrías y penas. Para eso trabajamos. Para fortalecer una amistad que vale oro. Es cierto que lo que más duele son los kilómetros de por medio. Sin embargo el recorrido vale la compañía. ¡Claro que la vale! También está el tiempo. ¡Maldición con el tiempo! Lo siento, no debería maldecir. Pero es la verdad. Parece arena entre los dedos (metáfora más que usada, pero muy apropiada) No me permite compartir con vos, más de lo que mi horario y tus responsabilidades lo deseen. Por eso, quiero regalarte libros, música, poemas, películas e historias. Para que cada vez que te remitas a ellas, te acuerdes de esto. Te acuerdes que en la capital hay alguien que te quiere a mares.

Con el castaño de tu pelo, el café de tus ojos, las líneas de tu cuerpo, las expresiones de tu rostro, y tus buenas vibras. Sigo leyendo por las noches. Me toca pararme en la mañana para ir al trabajo y seguir produciendo. Sin embargo, soy feliz. Feliz porque la vida a pesar de los pesares, nos deja grandes enseñanzas. Y si somos lo suficiente maduros, nos quedan grandes tesoros. Eso eres tú, un gran tesoro.

jueves, mayo 13, 2010

Un abrazo


Un abrazo. Sólo un abrazo. Guardemos los besos y las caricias en un bolso, por un segundo. Deja que nuestros pensamientos se conjuguen en una sola energía, y allí, mientras estamos unidos, logremos resolver los problemas que nos persiguen. Sí, sólo un abrazo. El más personal de los gestos. Un momento donde las esencias conforman un calipso de sensaciones. La mente se libera, y recordamos lo que significa ser libres. Un abrazo. Sentido y con la persona que amas.

¿Sabes que podemos escapar? Irnos lejos. Caer por el agujero como lo hizo Alicia. Pero esta vez no llegaremos al país de las maravillas. No. Estaremos en el país de lo real, donde nuestras metas son posibles mientras estemos juntos. ¿Qué pasa con las peleas? Están presentes, latiendo bajo delgadas capas de confianza y comprensión. Quedará de nosotros tomar hilo y aguja, para reforzar la tela de la relación. Sí, un abrazo. ¡Vamos regálame uno! Que me dure para siempre, como dice la canción. Olvídate de la oficina, del carro, de la casa y envuélvete por un momento entre mis brazos. Cae ante lo cursi del corazón, y regresa a esa mañana donde fueron los rayos del sol, y no un despertador, lo que te sacó de tus sueños. Recordar, esa es la palabra. Trasladarte hacia los momentos que te brindaron una sonrisa.

Viajemos. Lleguemos hasta Marte. Que no importe la casa con piscina, el resort en la Riviera Francesa o el Rolex que vimos en el catálogo. Aprendamos, por muy cliché que parezca, que lo material es sólo eso: un material. Como un tatuaje llevo tus consejos, que desde abajo me dicen que aterrice. ¡Baja a la tierra!, me gritas. Pero no. Yo te grito ¡Sube a las nubes conmigo! ¿Qué tiene de malo soñar? Nada, absolutamente nada. Todas las caídas que he sufrido, todos los: ¡vete pal’ carajo!, que me han dicho. Han sido la gasolina para buscar una felicidad utópica. Palabra que descarté de mi diccionario el primer día que te abracé. ¡Lo ves! Un abrazo lo cura todo. La dulzura de tus labios compite con la ternura de tus brazos. Alá, Buda, Shiva, Dios ¡Gracias! ¡Gracias totales! (Oda a Soda Stereo) Por tenerla a mi lado.

No. Ni Jane Austen, ni Danielle Steel se apoderaron de mi teclado. Te lo digo en serio. Un abrazo. ¿Es tan difícil de creer? A veces se necesita algo más que palabras de aliento, que apoyo económico y que un buen consejo. Lo que necesitamos es sentirnos queridos. Si bien mi madre, mi hermano y hasta las bolas de pelo que tengo por gatos, son sustitos aceptables de ese gesto. Es a ti, a la única, que quiero abrazar. Tú eres la Pdvsa de mi Cuba. La Obama de mi “Yes we can! La luna de mi Tierra. ¡Por Dios! Hasta la Ipad de mi Apple. Sí, sólo un abrazo.

Claro, ya entiendo. Es que aún no te conozco. ¡Maldición con ese Teragrip Forte que me hace ilusionar! ¡Fuck you flu! Despierto empapado en sudor, con la boca pastosa y comprobando que sigo en el mismo cuarto. Las mismas cuatro paredes con los miles de mosquitos surcando los cielos. ¡Qué calor! ¿Por qué un abrazo? Lo que quiero es un aire acondicionado. Sin embargo el corazón late más fuerte, y mientras me dirijo a la cocina por agua (pareciera que caí en una mala película tipo B) vuelvo a caer en cuenta que no necesito líquido. Necesito de tus brazos. Y es que soy un romántico empedernido. Es una herencia familiar. Dispuesto a obviar todo el protocolo cuando te encuentre al fin.

¡Hola mi nombre es Jefferson! y ¡ZAS! Venga el amapuche con todo mi amor.

martes, mayo 04, 2010

CICLOS

Mi hermano ya dejó los pañales. Sí, con algo de esfuerzo y mucha paciencia, mi mamá le enseño los placeres del inodoro. También aprendió a hablar, sólo dice algunas palabras, pero son de las importantes. Ordenes imperativas para pedir jugo, que le pongan su DVD de Max Steel, dar las gracias y despedirse de todo el mundo con un: ¡Chao bebé! Sí, mi hermano cumplió un ciclo, fue dejando la burbuja del útero para entrar en el ciclo de la niñez. Y es que todos pasamos por eso, nuestro desarrollo se ve marcado por etapas que debemos cumplir para lograr ciertas metas.

Sin embargo eso no es lo que quiero escribir. Confieso que he tenido abandonado el Blog y las teclas de mi computador, porque las ideas se me arremolinaron en el cerebro y no encontraba como ordenarlas. Priorizar acerca de lo que quieres escribir, es un trabajo de locos. Así que me fui por la decisión más salomónica, vamos a escribirlo todo. Suena a tarea de titanes, pero quise darle un chance.

Como todos sabemos estamos en el año Bicentenario. Lo hemos visto, leído y escuchado hasta el cansancio por los medios oficiales, y no tan oficiales. Esa gesta que inició el 19 de abril de 1810 y terminó con la Independencia de Venezuela. Bueno, más allá de las versiones escolares que todos conocemos. Debemos preguntarnos: ¿qué significa esto para nosotros? Para la generación de los emails, del Facebook, del Twitter y de cuanto perolito con Internet móvil hay en el mercado. Pues mucho, porque estamos viviendo en la época donde tenemos que luchar por librarnos de un yugo. No el Español, no el cubano, no el chavista y mucho menos el Imperialista. No, debemos dejar atrás la ignorancia. De quitarnos esas gríngolas que nos ponen desde carajitos, y ver más allá de nuestras narices. ¿Cómo hacemos eso? Usando el cerebro, pensando antes de actuar, discutiendo ideas y por sobre todo, estudiando. Estudiando mucho.

Si ustedes quieren, tomen el ejemplo de nuestros próceres: Miranda, Bolívar, Sucre, Simón Rodríguez, Andrés Bello; y por qué no, Guaicaipuro, Tiuna, Tamanaco y todos esos grandes venezolanos que en determinado momento soñaron con una verdadera libertad. Con romper esas barreras predeterminadas y salir adelante. No hay porque avergonzarse del patriotismo, es un sentimiento que debería estar innato en nosotros. Una cosa es detestar al Gobierno, y otra muy diferente no querer el país donde vives. En lo segundo, no cuenten con mi apoyo. Paso a paso, seremos los forjadores de nuestro destino, y de la sociedad que hace largo rato estamos buscando. Como ven, los ciclos se repiten, y ahora después de acostumbrarnos a la democracia, hemos entrado en la etapa donde debemos pelear por ella. ¿Huiremos? ¿O lucharemos?

Como dato especial, quisiera compartir con ustedes unas anotaciones que hizo la periodista Carmen Clemente Travieso, en su libro “Las Esquinas de Caracas”. Cuenta Travieso (para los que conocen el centro de Caracas) que a pocos metros de la esquina de Maturín, donde hoy en día se levanta el vetusto e imponente Templo Masónico de Venezuela, existió una casa del regidor Valentín Ribas, hermano de José Félix Ribas. “Fue en aquella casa de los Ribas, donde se reunieron por última vez los conjurados de la noche del Miércoles Santo, antes de cumplir su misión” escribe Travieso, y sigue con: “allí resonaron las palabras de Simón Bolívar, Francisco de Miranda, las de Muñoz Tebar y Coto Paúl. Allí se invistió a Vicente Salias con el alto cargo de torcer el rumbo de la historia, al pedirle que arrebatara el bastón de mando al capitán general Emparán. ¡Allí nació el 19 de Abril de 1810! En su seno se encontraba el canónigo Madariaga y todos los padres de la nacionalidad” concluye Travieso. Lo que me recuerda, debemos conocer nuestra historia.
Yo aquí hablando de ciclos, y divagando sobre la historia. Y ¡ZAS! Como un lepe carupanero directo a la frente, se me viene a la mente el tema de la Universidad. Sepan que me he atrasado un año. Sí, 365 días que se suman a la cuenta. No sé en que momento cambié los salones por la sala de redacción. En un momento me sentí profesional, para luego bajar de esas nubes con un grito de mi madre: ¡No estás graduado! ¡Ouch! Seas quien seas, eso duele. Lo que pasa es que cada vez que me aparezco por los predios de la educación superior, en mi cabeza empieza a sonar la canción Prison Song de System of a Down: “They're trying to build a prison(for you and me to live in)Another prison system” Como cuando un tuki estaciona su Malibú en la playa de Macuto, y a todo volumen pone Wisin y Yandel. Sin embargo no quiero ser como el bachiller Marrero, que pasó once años graduándose. Por lo que la disyuntiva de seguir percibiendo de los Fuertes y quemarse las pestañas por el futuro está en la mesa.

Ciclos, todo es cíclico. Todavía me arrepiento de no haber saludado a esa chica bonita del metro. De no haber saltado en paracaídas cuando tuve el chance. De no haber levantado esa anaconda. De haber obviado el rapel. Simples acciones que rompen los ciclos, que hacen salirnos del camino por un instante y apagar el GPS. ¡Hombre! Esto de escribir en una hoja en blanco, es mejor que ir a un psicoanalista. La vaina más barata del mundo. ¿No lo creen?

jueves, abril 01, 2010

¿Sexo débil?

Muy bien, vamos adentrarnos en terreno peligroso. Usemos entonces los guantes de seda, para no levantar tanta polémica. Hablemos del balance de las cosas, en especial entre el hombre y la mujer. Como con el pasar de los años, el sexo femenino ha dejado de ser considerado débil, para ocupar otros espacios.

En estos días me fijaba en el medallero de los juego Suramericanos, y como Venezuela había quedado en la tercera posición. El punto es que de esas medallas obtenidas por la delegación criolla, más de la mitad fueron ganadas por mujeres. No tan sólo en los deportes, también en la política, las ciencias, los negocios, las artes y en muchos otros campos, ellas han pisado duro y dejado huella. No, no he descubierto el agua tibia. Sé que nuestra sociedad, en especial la venezolana, es muy matriarcal; pero ésta definición siempre estuvo opacada por una percepción de que los hombres constituían el brazo productivo del país. Sin embargo, no sé que en que momento se dio la vuelta, y ahora palpamos que nuestro desarrollo, y las victorias políticas, dependen en gran medida de las mujeres. Hasta un ciego puede verlo.

Finalmente caminamos hacia un equilibrio. Olvídense del cliché de los 50 donde las mujeres sólo servían para cocinar, limpiar y procrear. El escenario es distinto, y las labores de la casa son compartidas. Ahora las cargas se dividen, y el cambio de pañales es una actividad unisex. La libertad se ha ido distribuyendo entre ambos sexos; para que manejar maquinaria pesada, llevar los chamos al colegio y escribir un ensayo de 100 páginas, sean cosas cotidianas para hacerlas en tacones. ¡Así de arrechas son! Sin embargo esto no es una proclamación hacia las mujeres. Ustedes ya saben lo que pueden hacer, y lo que han hecho. No, esto es una revisión de los valores que observamos ahora. De cómo el juego ha cambiado a la hora de conquistar, mantener una familia y vivir en pareja. De reconocer que hay que ceder algunas tradiciones, si no se quiere criar gatos en un apartamento de soltero por el resto de tu vida.

No me malinterpreten, no es cuestión de ser un pacato, es saber actuar ante un género que conoce muy bien sus derechos y sus fortalezas. Sí, esto es para usted compadre: el look de Latin Lover pasó de moda, y ahora hay que actuar con inteligencia. Por mucho tiempo se ha menospreciado al sexo femenino, y lamentablemente todavía se hace, sin embargo ellas con su infinita avidez saben sortear las barreras e invertirlas a su favor. Primero hay que empezar desde el hogar, recuerda que quien trata mal a su mamá arde en el infierno. Claro, ríase, pero hablo muy en serio. Desde ese espacio se cultiva nuestra mirada hacia el mundo, es por eso que hay que obtener un balance entre los poderes de la casa. Si bien no todas las familias son iguales, es importante aprender a discutir las cosas con calma, que las arrecheras a gritos se hacen fuera del alcance de los niños y que los coñazos nunca son una buena salida (a menos que quieras que tu trasero se pudra en la cárcel).

Sepan que no soy antropólogo, ni sicólogo y ni ningún otro “ologo”. A la hora de conquistar debes entender qué un no, siempre significa: NO. Qué empezar con mentiras no es positivo, porque a la larga todo se sabe. Qué la atracción debe ser mutua: física y mentalmente. Que ellas sí pueden ser “sólo amigas”, así que déjate de idioteces y madura. Que la rabia se resuelve hablando. No hemos llegado al Ipod, Ipad, Blackberry y Nintendo WII, para que tú te lances una del “Inca” Valero. Qué éste sistema es dual, y se resuelve de a dos. Qué debes ser un buen amante (y si no lo eres: APRENDE) porqué el sexo ya no es un tabú. Qué los logros profesionales se comparten y no se celan. Qué la confianza es clave, y si no se logra, no hay futuro amigo. Qué hay que apoyarse, en las buenas y en las malas. Qué no hay nada malo en ser romántico, y en cambiar la rutina. Qué no te de miedo enamorarte, porque ese sentimiento también es nuestro. Así es colegas, conquistar a una mujer conlleva usar el cerebro. Debemos entenderlo.

Ahora bien, pongamos el tono realista. Últimamente esas épocas de gigoló han pasado de moda, aunque ser elegante nunca es mala idea. El ritmo vertiginoso de la vida, ha dado ejemplos de que las mujeres prefieren tomar las riendas. Ante ésta situación no se preocupe, acuérdese de la palabra clave: inteligencia. Si bien ahora nosotros somos los “conquistados”, hay que saber jugar para no pasar por tonto. Primero: el respeto. Como se acostumbra a decir en el argot periodístico, uno lo único que tiene que perder es el nombre. Acuérdate de ser caballero, bien hablado y respetuoso, pero que no te vean la cara de huevón hermano. Todo en su justa medida, uno no vino a éste mundo para ser pisoteado por nadie. Segundo: habla claro desde el principio. No hay que caer en redes que después no sabremos como evitar. La mejor manera de conservar tu corazón intacto (sí, entérate que a uno también se le parte el corazón. Así que olvídate de machismos) es ir de mano de la realidad. Tercero: los compromisos hay que cumplirlos. Nunca es bien visto una persona que no cumple. Cuarto: se fiel a ti mismo. No cambies tu personalidad si eres feliz así.

Tomando la última idea, nunca está de más decir groserías, escupir, fumarte un cigarro, ajustarte el paquete, irte de juerga con los panas y emborracharte. ¿Por qué no está mal? Porque ellas también lo hacen. Las libertades hermano, las libertades. Vivimos en un mundo globalizado donde si no puedes aceptar que tu mujer gane más que tú, entonces naciste en la época equivocada. Ahora bien, no vamos a vivir en Sodoma y Gomorra. Pienso que es muy triste escuchar tantas historias de violencia familiar, violaciones, pérdida de valores, mujeres embarazadas desde temprana edad, irrespeto hacia los padres, del machismo estúpido y de un feminismo que entorpece. ¿Cómo nos manejamos? Vuelvo y repito: con inteligencia.

Se deben hacer concesiones para la felicidad. Donde ambos trabajen por el hogar, por los hijos, por la familia, por las cuentas y por el futuro. Para ellas: evitar que se siga perpetuando el machismo (sí, soy fiel creyente de que las mujeres son las primeras promotoras de esto) Madres, sepan que los niños sí lloran, que sí sufrimos de mal de amores, que no es bueno preguntarnos a los seis años: ¿Ya tienes noviecita? Y que un varón de verdad asume sus responsabilidades. Padres: recuerden que los hombres, guste o no, son pilares fundamentales de la familia. Qué: misógino, es una palabra que se debe eliminar del diccionario. Qué el reflejo de un buen hombre lo verá en ti.

Quizás con 23 años no soy la referencia de sabiduría. Muchos de ustedes me conocen, algunos no tanto. Pero el mensaje es el mismo: aceptación e inteligencia. Ellas lucharon por sus derechos, y nosotros debemos aceptar eso. Pero los valores humanos son cosas que no se deben perder por mucho escote o labia que se tenga.
Jefferson Díaz

martes, marzo 23, 2010

Ávila


Caracas se convirtió en el país de Fahrenheit 451. Sólo que aquí no se queman libros (todavía) sino qué se quema el Ávila. Montag se mudó a la capital venezolana, y aunque los bomberos lancen agua en vez de fuego, poco a poco la montaña se consume. Dejando sobre la ciudad una capa blanca de tristeza y frustración. Y es que los caraqueños nacemos bajo la protección del Ávila, los venezolanos respetamos esa cordillera con una vehemencia incalculable. ¿Qué sería de Caracas sin el Ávila? ¿Qué rumbo tendría ésta ciudad sin Sabas Nieves, Los Venados y el Pico Naiguatá? No hay panorama posible, que describa los sentimientos que ése lugar ha tatuado en el gentilicio de todos los que viven a sus pies.

Como un remanso de tranquilidad y reencuentro, el Ávila siempre ha estado allí para los caraqueños. Quiere a sus hijos, protegiendo la fauna de una ciudad que poco a poco sucumbe ante kilómetros y kilómetros de asfalto. Acoge a los que la dañan, construyendo ranchos en sus linderos. Como una amante incondicional nos muestra su lado amable sin retrecheras, ni peticiones. Bajo un contrato tácito, el Ávila cuida los sueños de miles de personas desde hace cientos de años. ¿Nuestra retribución? Escasa, muy poca. Apegados al progreso de una generación que no ve más allá de sus narices, lo ecológico y ambiental son dos palabras que están pérdidas en el diccionario del siglo XXI. Anudado a esto, la sequía global hace de las suyas. Colaborando con manos inescrupulosas, que sienten placer lanzando fósforos a un verde que ha sido testigo de triunfos y de fracasos.

El Ávila de Cabré, el Ávila de Ilan Chester, el Ávila de Alexander von Humboldt, arde sin compasión ante nuestras miradas ilusas, mostrando lo que no supimos valorar. Sin efecto quedaron aquellas gotas risibles que bañaron tus hojas por algunos días de marzo. Ahora, tu único líquido, es el que se bombea de los estómagos de hierro en los camiones que se lanzan a tu socorro. Y de los poros, de los voluntarios y bomberos, que sin descanso, procuran calmar tu dolor. Los habitantes de la Sultana del Ávila, esperan pacientes que las imágenes dantescas que iluminan la noche, se apaguen con la misma rapidez con que fueron encendidas. Hasta el corazón más duro, la personalidad más despreciable, y el comportamiento más apático, deben reconocer que la destrucción de un pulmón vegetal, representa la confirmación de que el progreso ciudadano ha caído en saco roto.

Por siempre serás mi Ávila. Ése es tu nombre, ése es el llamado al que responden tus primogénitos. Porque el “Guaraira-Repano” quedará para los libros escolares y las preguntas de concurso. En mi corazón, tú serás siempre: Ávila. Has forjado torsos, piernas, brazos y músculos ilocalizables, por tus senderos se ven las marcas de un pueblo que quiere superarse. Es por eso que tu identidad no se pierde, por más que lo intenten mediante decretos y malcriadeces, tú siempre será el Ávila. Entre oraciones y postales al exterior, observaremos el hotel en la cima, la cruz en la navidad y los nacientes de ríos que van “de Petare rumbo a La Pastora”. Es eso lo que te hace ser mil veces el Ávila.

Y desde aquí, desde estas cuatro paredes, con el dolor de cabeza que deja oler tus restos en el aire. Como un cadáver olvidado y en proceso de convertirse en polvo. Levanto mis pensamientos, te mando mis ideas y golpeo las teclas de mi computadora. ¡Al diablo Corpoelec! ¡Púdrete Hidrocapital! Para llenar el Gurí, dispersar la Calima (o calina) y rescatar al Ávila se necesitan voluntades, no imposiciones. Pensar en verde no significa perder tu libertad. Significa: MANTENERLA PARA TI Y TUS DESCENDIENTES.
Jefferson Díaz.

domingo, marzo 14, 2010

A MI HERMANO


Ven vamos a tomarnos unas cervezas. Pon el saco sobre la silla y conversa con tu hermano. Recordemos esas mañanas que me despertabas con las canciones de Barney, el inagotable dinosaurio púrpura, o con la melodía de: “voy a mover el bote, hay que mover el bote” del lémur de Madagascar. Época en la que aprendí a ser tu hermano mayor, en la que me entrené como padre cambiando pañales y preparando teteros. ¡Gran carajo! eras especialista en orinarte cuando te quitaban el pañal. Después había que corretearte por toda la casa para tapar tus intimidades, huías de la censura. Poco a poco creciste, hasta ser más alto que yo. Por eso celebremos hoy con buen alcohol, entre hermanos, entre familia.

Después de 21 años de exclusividad sobre mis dominios, llegaste tú. Desde el primer ecosonograma, desde la noche anterior a tu llegada, cuando me desvelé preparando tu cuna. Fue un desvelo bonito sabes, el cansancio cayó en saco roto cuando con tu pequeña mano apretaste mi dedo dedicándome un: ¡Hola hermano! Deja de burlarte chamo, desde pequeño has sido jodedorcito, tremendo e irreverente. Tus ganas de sonreír y de levantarte rápido de las caídas, te han hecho un gran hombre. Continuemos entonces entre botella y botella, celebrando tu incorporación a la familia. Recuerdas cuando te escabullías a mi cuarto, tomabas una película de la colección y como gran crítico de cine la analizabas por horas. Y las llamadas interminables a la casa de jovencitas coreando tu nombre. Hermano, usted es todo lo que yo no soy.

Con autoridad y consenso te mostramos los primeros kilómetros de la vida. Soltando y recogiendo la cuerda, mamá te enseño que la libertad es un derecho que debe tomarse con responsabilidad para no caer en caminos equivocados. Mientras que a mí, los años me daban kilos de experiencia para compartir entre hermanos. Valoraste que nuestra familia viene gracias al esfuerzo de generaciones de mujeres arrechas. Que las cosas hay que valorarlas, más cuando se ganan con esfuerzo propio. Que la amistad es un regalo que se debe cosechar porque deja grandes beneficios; aunque hay que saber escoger las semillas. Tú lo has logrado. Sabes que debemos ser caballeros y elegantes, tratar cordialmente y con respeto a las mujeres. Tú y yo estamos tomando en este bar, gracias a las ganas y el esfuerzo de nuestra madre. Hermano, sigamos conversando, celebremos que usted trajo cantidades industriales de alegría al hogar.

¡Vamos Víctor! Sabes que a veces soy un poco romántico y cursi. Entiende al “poeta” de tu hermano. Admite que los libros que heredaste en mi antiguo cuarto, te sirvieron para conocer el mundo sin la necesidad de montarte en un avión. Aunque sin poder aguantar la risa, recuerdo como te ganaste la confianza, y el cariño, rolo de sinvergüenza, de la azafata que nos atendió cuando viajamos a New York. Como buenos hermanos escupimos desde lo alto del Empire State para ver si la saliva llegaba en forma de cubito de hielo al piso. Tú con 21 años y yo con 42. Ahora que me acuerdo, yo compré bastantes birras para ti y tus amigotes, así que esta cuenta queda a tu cargo. Aprovecha que después de tus sueños de ser piloto, policía, bombero, astronauta, matemático, escritor, físico, maestro, abogado y muchos etcéteras; ahora eres un gran profesional. Por eso nos sentimos muy orgullosos.

Cuántas experiencias hermano, no me importó, muchas veces, volver a la época de colegio, de bachillerato, de universidad y ayudarte. Cuentas conmigo para lo que sea. Así también le evitamos unas cuantas canas a mamá, ¿no te parece? Y yo que pensé que era tremendo, pero bueno son las dinámicas normales que se dan en la familia. Aunque admito que eras un consentido. Y yo uno de los primeros promotores de eso. Saliste bien hermano, saliste muy bien. Me enorgullece que seamos familia, porque además de ser mi sangre, eres un excelente hijo, tío y esposo. Esos son los primeros pasos de la felicidad chamo, por eso levantemos las cervezas, y brindemos por una vida próspera. Se le quiere hermano, se le quiere mucho.

Jefferson Díaz.