
¡Por esa pendejada es que te dabas tanta mala vida! esa era la expresión que decían mis amigos cuando me veían abrir el paquetico meticulosamente envuelto a mi moleskine recién adquirida. Esa fina tela de plástico que me separaba de las 80 páginas en blanco, listas para ser llenadas de ideas, noches de ocio e imágenes poderosas que alimenten mis cuentos. Y es que sin querer considerarme Hemingway (como lo indica el papelito explicativo que encuentras dentro de ellas) él las usaba para soltar la mano y escribir. Ese bello oficio que tanto requiere de palabras, oraciones y de páginas en blanco, como la sque tenía ahora en frente mío.
Desde hace tiempo estaba pendiente de comprarme una, para sentir un pedazo de la historia en mis manos; porque estás libretas eran usadas por los grandes intelectuales en los últimos siglos. Es así que comenzé mi busqueda y por pura casualidad las encontré en el Fondo De Cultura Económica en la Avd. Casanova, sentía que tenía mucha suerte porque la muchacha que me las vendió dijo que no las traerían más, ojala esto no sea cierto. El caso es que la había encontrado, y sin querer soñar que comprando esto me iba a convertir en el próximo García Márquez, se sentía muy bien tener éste artículo en mis manos.

Invito a todos a compartir esta sensación. ¡Larga vida a la Moleskine!
Jefferson.
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