viernes, diciembre 29, 2006


Caracas en la noche.
Cada día nuestra ciudad se va a dormir, comoda y placidamente olvidandose por un momento de los ajetreos del día que culmina, de las frustaciones del trabajo, del amor, de la vida que transcurren entre estas calles y avenidas recubriendonos de tantas capas de suciedad y de pesadez que se nos hace casi imposible caminar. Por eso es que llega la noche sobre nuestras cabezas para relajarnos, para que por unas cuantas horas nos adentremos con los brazos de Morfeo en un sueño placido o tal vez no tan placido, y mientras la noche transcurre y nuestras mentes se encuentran en otro lugar, la ciudad de Caracas sigue con su ritmo, un ritmo mucho más pausable y mucho más tranquilo, pero esto no significa que las cosas se calmen por completo cuando cae la oscuridad aparecen los fantasmas de la noche y los espectros de esta ciudad, que sin necesidad de ser sobrenaturales le dan la personalidad a una Caracas que es una por los días y otra por las noches.
¿Quien se ha atrevido a recorrerla por las noches?, como si de un safarí se tratase o de una aventura en lo más profundo del Amazonas, la oscuridad de nuestra ciudad nos permite vivir muchas experiencias, ya sea solo o acompañado, la realidad que se nos presenta con el brillo de la luna, las sombras negras que pasan sin cesar, el sonido de las llantas de los carros que transitan a altas horas de la noche llenos de recuerdos, esperanzas y sueños, vehículos que se pierden entre luces y semaforos violables e imperceptibles, es algo íncreible pero a la vez bastante imponente. Lugares nocturnos, de recreación, moteles baratos, miradores sospechosos, son los ambientes que cobran viva con el incesante sonido de los grillos, el peligro ronda como una aurora imperceptible sobre nuestras vidas con la ayuda de la oscuridad, y cada noche a alguien le tocara su número de encontrarse cara a cara con la cara cruel y ruda de está ciudad. El olor a basura, a desprecio, a muerte y a soledad se perciben con mucha más claridad en las noches, el sonido de las copas, de las botellas de cerveza compiten con los piropos al azar entre hombres y mujeres y las ganas de terminar la noche entre sabanas con alguien conocido o quizás con una aventura que tan solo las sombras permite.
Así es Caracas entre sus calles cuando cae la luna, y mientras muchos de nosotros estamos en nuestros hogares descansando de los pesares del día, en la noche surguen nuevos problemas, nuevas dudas y nuevas experiencias que tan solo unos pocos se atreven a experimentar.
Jefferson.