martes, mayo 04, 2010

CICLOS

Mi hermano ya dejó los pañales. Sí, con algo de esfuerzo y mucha paciencia, mi mamá le enseño los placeres del inodoro. También aprendió a hablar, sólo dice algunas palabras, pero son de las importantes. Ordenes imperativas para pedir jugo, que le pongan su DVD de Max Steel, dar las gracias y despedirse de todo el mundo con un: ¡Chao bebé! Sí, mi hermano cumplió un ciclo, fue dejando la burbuja del útero para entrar en el ciclo de la niñez. Y es que todos pasamos por eso, nuestro desarrollo se ve marcado por etapas que debemos cumplir para lograr ciertas metas.

Sin embargo eso no es lo que quiero escribir. Confieso que he tenido abandonado el Blog y las teclas de mi computador, porque las ideas se me arremolinaron en el cerebro y no encontraba como ordenarlas. Priorizar acerca de lo que quieres escribir, es un trabajo de locos. Así que me fui por la decisión más salomónica, vamos a escribirlo todo. Suena a tarea de titanes, pero quise darle un chance.

Como todos sabemos estamos en el año Bicentenario. Lo hemos visto, leído y escuchado hasta el cansancio por los medios oficiales, y no tan oficiales. Esa gesta que inició el 19 de abril de 1810 y terminó con la Independencia de Venezuela. Bueno, más allá de las versiones escolares que todos conocemos. Debemos preguntarnos: ¿qué significa esto para nosotros? Para la generación de los emails, del Facebook, del Twitter y de cuanto perolito con Internet móvil hay en el mercado. Pues mucho, porque estamos viviendo en la época donde tenemos que luchar por librarnos de un yugo. No el Español, no el cubano, no el chavista y mucho menos el Imperialista. No, debemos dejar atrás la ignorancia. De quitarnos esas gríngolas que nos ponen desde carajitos, y ver más allá de nuestras narices. ¿Cómo hacemos eso? Usando el cerebro, pensando antes de actuar, discutiendo ideas y por sobre todo, estudiando. Estudiando mucho.

Si ustedes quieren, tomen el ejemplo de nuestros próceres: Miranda, Bolívar, Sucre, Simón Rodríguez, Andrés Bello; y por qué no, Guaicaipuro, Tiuna, Tamanaco y todos esos grandes venezolanos que en determinado momento soñaron con una verdadera libertad. Con romper esas barreras predeterminadas y salir adelante. No hay porque avergonzarse del patriotismo, es un sentimiento que debería estar innato en nosotros. Una cosa es detestar al Gobierno, y otra muy diferente no querer el país donde vives. En lo segundo, no cuenten con mi apoyo. Paso a paso, seremos los forjadores de nuestro destino, y de la sociedad que hace largo rato estamos buscando. Como ven, los ciclos se repiten, y ahora después de acostumbrarnos a la democracia, hemos entrado en la etapa donde debemos pelear por ella. ¿Huiremos? ¿O lucharemos?

Como dato especial, quisiera compartir con ustedes unas anotaciones que hizo la periodista Carmen Clemente Travieso, en su libro “Las Esquinas de Caracas”. Cuenta Travieso (para los que conocen el centro de Caracas) que a pocos metros de la esquina de Maturín, donde hoy en día se levanta el vetusto e imponente Templo Masónico de Venezuela, existió una casa del regidor Valentín Ribas, hermano de José Félix Ribas. “Fue en aquella casa de los Ribas, donde se reunieron por última vez los conjurados de la noche del Miércoles Santo, antes de cumplir su misión” escribe Travieso, y sigue con: “allí resonaron las palabras de Simón Bolívar, Francisco de Miranda, las de Muñoz Tebar y Coto Paúl. Allí se invistió a Vicente Salias con el alto cargo de torcer el rumbo de la historia, al pedirle que arrebatara el bastón de mando al capitán general Emparán. ¡Allí nació el 19 de Abril de 1810! En su seno se encontraba el canónigo Madariaga y todos los padres de la nacionalidad” concluye Travieso. Lo que me recuerda, debemos conocer nuestra historia.
Yo aquí hablando de ciclos, y divagando sobre la historia. Y ¡ZAS! Como un lepe carupanero directo a la frente, se me viene a la mente el tema de la Universidad. Sepan que me he atrasado un año. Sí, 365 días que se suman a la cuenta. No sé en que momento cambié los salones por la sala de redacción. En un momento me sentí profesional, para luego bajar de esas nubes con un grito de mi madre: ¡No estás graduado! ¡Ouch! Seas quien seas, eso duele. Lo que pasa es que cada vez que me aparezco por los predios de la educación superior, en mi cabeza empieza a sonar la canción Prison Song de System of a Down: “They're trying to build a prison(for you and me to live in)Another prison system” Como cuando un tuki estaciona su Malibú en la playa de Macuto, y a todo volumen pone Wisin y Yandel. Sin embargo no quiero ser como el bachiller Marrero, que pasó once años graduándose. Por lo que la disyuntiva de seguir percibiendo de los Fuertes y quemarse las pestañas por el futuro está en la mesa.

Ciclos, todo es cíclico. Todavía me arrepiento de no haber saludado a esa chica bonita del metro. De no haber saltado en paracaídas cuando tuve el chance. De no haber levantado esa anaconda. De haber obviado el rapel. Simples acciones que rompen los ciclos, que hacen salirnos del camino por un instante y apagar el GPS. ¡Hombre! Esto de escribir en una hoja en blanco, es mejor que ir a un psicoanalista. La vaina más barata del mundo. ¿No lo creen?

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