sábado, enero 10, 2009

ESTRATEGIA

Después de unas merecidas vacaciones volvemos por estos lares. Había olvidado las teclas de mi computadora (terrible acción para alguien que se gana la vida escribiendo) que ahora vuelvo a coger el ritmo de mis palabras y de mis ideas para no dejar a un lado este espacio de pluralidad. Comenzamos mal el 2009 y como diría una canción de Estopa: "que mal repartido el mundo desde el primer mes de enero", tenemos dos noticias que han marcado pauta en Venezuela y en el mundo. Localmente se nos acerca una enmienda sin invitación. La muy descarada está de arrocera en este intento de fiesta democrática que tratamos de llevar todos los venezolanos, y por eso es nuestro trabajo echarla de una manera elegante pero contundente. A esto se agrega el incremento de la violencia en la franja de Gaza, por tratarse de uno de los conflictos bélicos de mayor duración en la historia moderna, cada vez que nos llegan noticias de esos lares solemos tener retorcijones estomacales a nivel mundial. Es por eso que antes de meterme de lleno en lo que será un nuevo proceso electoral en nuestro país, aquí van algunas observaciones acerca de dicho conflicto.
Como persona occidental no tengo la conciencia histórica para tener una visión que me salga desde las entrañas hacia esta situación. Así que mis opiniones salen desde este rincón de Caracas en donde me he sentado algunas horas para leer que es lo que pasa entre Israel y Palestina. Más allá de la historia y de cuando las Naciones Unidas decidieron pactar una repartición de tierras por allá en los años cuarenta entre los protagonistas de esa tierra. Existen dos preguntas fundamentales. Primero: ¿por qué el conflicto? y segundo: ¿cómo hacer para resolverlo?. A la primera de estas interrogantes hay muchas respuestas, algunas correctas otras no tanto. Se sabe que lo que hoy es Palestina e Israel era un territorio ocupado por diferentes potencias europeas hace ya más de 60 años, y que cuando estas decidieron retirarse acudieron a la ONU para que sirviera de mediador entre árabes y judíos para así lograr que ambas partes se sintieran conformes. Y es que en la sub trama de esta historia, estos dos pueblos se han peleado esta tierra desde tiempos antiguos. Al tratarse de un territorio santo para tres de las mayores religiones de nuestro planeta, no es difícil imaginarse que surja algún problema.
Por un lado los judíos dicen que esa es la tierra prometida y que es su derecho divino vivir allí, mientras que los árabes reclaman su derecho histórico al indicar que ellos estaban allí primero. Y mientras esto sucede un millón y medio de palestinos sufre los estallidos de una operación llamada Plomo Fundido y que es dirigida por Israel para destruir al Hamas. Máximo grupo opositor en Gaza del estado judío. Pero es que la cosa ha sido de lado y lado, el gobierno de Israel hace un par de años retiró todos los asentamientos de sus habitantes en la frontera con Gaza como acto de buena fé ante el gobierno naciente de Palestina. Esta medida buscaba que las autoridades árabes ejercieran presión sobre los grupos Hamas y Hizbula y se llegara a un cese al fuego donde estas facciones dejaran de disparar sus misiles de corto alcance hacia suelo isaraelí, además de parar los atentados terroristas en Jerusalen y Tel Aviv. Obviamente esta medida no funcionó. La situación en Gaza se volvió incontrolable cuando el Hamas adquirió mayores seguidores y poder político en conjunto con mejor armamento que le llegaba gracias al contrabando que existe en la frontera con Egipto. También hay que sumar algunos grupos políticos y naciones dentro del Medio Oriente que han caído en dualidades declarando que Israel no debería existir.
Como verán todo se resume a un problema de intolerancia que se ha convertido en un ciclo vicioso. Primero fueron las Cruzadas, después las guerras tribales y ahora esto; ese pedazo de tierra incrustado entre el mar Mediterráneo e Israel ha dado mucha lata. Ahora bien, ¿qué se ha hecho?, esta es una pregunta que se debe responder sin tomar lados. Todos sabemos que de ambos bandos ha corrido sangre y que se han derramado muchas lágrimas, pero hay que sentarse a pensar que se ha hecho y que se puede hacer. Porque de seguir las cosas como siguen, pasaran muchas generaciones antes de que veamos alguna luz de resolución en Gaza. Es imprescindible nombrar la participación de los Estados Unidos dentro de este conflicto, al ser esta nación el principal aliado de Israel, ha permitido que el estado judío alcance su desarrollo militar. Es así como estas tres piezas: Palestina, Israel y los Estados Unidos han jugado un juego muy peligroso desde que se terminó la segunda guerra mundial. Como piezas de ajedrez se mueven dentro del tablero global para ver quién derrota a uno de los reyes, y cada vez que tenemos estos conflictos es porque alguno de los jugadores retiro del juego a un alfil, un caballo o quizás una torres. Entre cuadrados negros y blancos se han movido las piezas en tierra santa.
Ahora en el siglo XXI tenemos nuevos jugadores. Irán, Venezuela, Egipto y Francia se han unido al juego. Participantes que buscan soluciones o echarle más leña al fuego. Necesitamos un cese al fuego y ayuda humanitaria para los no combatientes, no necesitamos expulsiones de embajadores y metidas de pata diplómaticas. Es preciso lograr un acuerdo entre los que tienen las armas, porque estoy seguro que ambos lados deben de estar cansados de cavar tumbas. Necesitamos un cambio de mentalidad entre los que viven dentro de este conflicto, porque si pasamos el odio de generación en generación la violencia nunca acabará. Estoy seguro que en la Torá y en el Corán no se dice que matar a tus iguales es algo que sera recompensado con alegrías. Se debe aplicar justicia y que los revoltosos, de ambas partes, sean perseguidos y llevados ante las autoridades. A ponerse las pilas el Consejo de Seguridad de la ONU, hagan que se recupere la fe en ustedes porque últimamente no hacen su trabajo bien. Y por último los venezolanos necesitamos un país donde de condenen las muertes locales, los constantes asesinatos semanales y la falta de seguridad en nuestras calles. No necesitamos un gobierno camorrero y que se ponga hablar árabe cuando lo que quiere el ciudadano común es que se hable criollo.
Jefferson Díaz.

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