miércoles, diciembre 26, 2007

UNA TERRIBLE PÉRDIDA.

Hoy cuando compré el periódico no me podía creer la noticia, una vez más la imprudencia al volante que se vive en Venezuela nos ha quitado una de las figuras más representativas del libro en nuestro país. Raúl Bethencourt librero de la Librería SUMA, falleció el lunes pasado en un accidente de tránsito. Con gran tristeza, y más aún en está época de festividades, puedo decir que este hecho marca una baja sensible para los muchos lectores y autores que se daban cita en aquella librería ubicada en el Boulevard de Sabana Grande. Por muchos años ese lugar ha representado un punto de encuentro para intelectuales, escritores y público en general que buscaba buena literatura y encontraba la ayuda de un excelente guía con un conocimiento increible acerca de libros.

Nunca tuve el gran honor de conocer al Sr. Raúl, pero sí lo pude ver más de una vez en la Librería que tanto quería. Con una presencia que denotaba su gran conocimiento en el área en la que trabajaba y además con una disposición muy humana para ayudar a los lectores en busca de lo que querían. Él representaba uno de los pocos verdaderos libreros que tenía este país. Es en gran parte por su gran esfuerzo que la librería Suma se convirtió en una parada obligatoria cuando se pasea por el Boulevard de Sabana Grande además que podemos asegurar que los buenos libreros en Venezuela son muy pocos, es por eso que esta pérdida nos produce una gran conmoción.

Es una noticia muy triste lo que ha pasado, es así que debemos observar lo bueno y trabajar sobre el legado que dejo el Sr. Bethencourt. Donde la buena literatura es capaz de tener sus pupilos que dentro del gran espacio que producen los incontables títulos y escritores que existen nos llevan de la mano hasta conseguir lo que siempre hemos buscado.

Paz a sus restos y que bueno que al final pudo recordar las épocas donde se podía ir al boulevard a caminar, a tomarse un marroncito en el Gran café, entrar a la librería para comprar un buen libro y disfrutarlo a la luz del atardecer en algún banco de aquella calle que tanto antaño y buena vibra traía.

Jefferson.

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