viernes, enero 12, 2007

Autores Anónimos.
Todos los días cuando despertamos nos encontramos con pequeñas cosas que nos facilitan mucho la vida, ya sea el aparatico que nos ayuda a lavarnos los dientes o quizás la llave que nos permite bañarnos y así no apestar, lo que nos colocamos en los pies para no ir descalzos por la vida, porque si una cosa es bien cierta es que un hombre debe tener seguras sus miembros de desplazamiento. Todo esto que he nombrado y las miles de cosas que utilizamos a lo largo de nuestra existencia, las damos por asentado y no las valoramos, sin nisiquiera sentarnos un momento a pensar en la cantidad monstruosa de personas que han trabajado en dicho producto para que llegara a nuestras manos. Ya se que probablemente sea un fastidio ponerse a pensar en cosas que no son de importancia inmediata, pero piensen en lo que les dije, tan solo por un momento y verán que eso de hacer un simple bombillo, por ejemplo, es algo bastante trabajoso.
Está situación que les acabo de mencionar se aplica a muchos aspectos, cuando escuchamos una frase que nos encanta pero no logramos relacionarla con nadie, o cuando escuchamos una canción y no sabemos quién la canta, cuando queremos conseguir un libro y se nos escapa el nombre del autor que casi siempre se llama "Pedrito Perez" la cosa más simple del mundo y no lo recordamos, cosas como estás son las que nos agarran siempre fuera de lugar; cuando creemos que lo sabemos todo caemos en cuenta que nos sabemos absolutamente nada. En mi familia siempre hemos seguido un lema que nos ha ayudado mucho, así que deseo compartirlo con ustedes, es muy conocido pero es uno de los buenos, aquí les va: "Todos los días de la vida se aprende algo". Uno no nace aprendido y esa es la belleza del asunto, imagínense el mundo de posibilidades que yace ante nosotros cuando nacemos, somos un lienzo en blanco listo para ser marcado por toneladas y toneladas de información.
Es por eso que con cada cosa que vamos conociendo, con todo lo que vamos aprendiendo y con todo lo que usamos para hacernos la vida más fácil debemos, aunque sea por un momento, otorgarle el reconocimiento merecido, además dar un gran aplauso para las miles de personas que antes de nosotros experimentaron para hacer de este mundo un lugar de multicolores y de mezclas sorprendentes; agradezcamos a los creadores de la Internet, al creador del tenedor, del cuchillo y la cucharilla, porque sino comeríamos con las manos, al que creo la penicilina y al que descubrío que los germenes en los Hospitales mataban más que la propia enfermedad; todo esto lo damos por establecido, pero ¿le damos las gracias a quién lo hizo? Quizás esten tan muertos como la música disco, pero eso no impide evocarlos de vez en cuando, parar un momento lo que estamos diciendo y exclamar:
-¡El que inventó esto, en realidad, se la comió!
Son pequeñas frasecillas que nos servíran a sentirnos mejor con nosotros mismos, porque ese gusanito de la curiosidad que nunca descansa en los seres humanos, nos obligará a investigar más acerca de lo que usamos todos los días y no sabemos de donde vino, ¡Que terrible es no saber de donde vienen las cosas! por eso para no quedarnos con la duda y aplicar el consejo que les dije anteriormente, usen sus computadoras, sus ojos, sus manos, pasen páginas de libros e averiguen, conviertanse en viejas chismosas y no descansen hasta conocer la vida completa de ese invento, verán que se sentiran mejor con ustedes mismos al finalizar, debido a que sentirán que con un leve esfuerzo se pueden lograr y aprender grandes cosas, pero eso sí, solo cuando le ponemos real interés y muchas ganas de conocer a nuestro trabajo.
Jefferson.

No hay comentarios.: