martes, mayo 18, 2010

Definiciones


¿Lo sabes? Sí, creo que sí. De todas formas vamos a definirlo. A mí no me gustan las medias tintas. Primero déjame decirte que las madrugadas ya no serán iguales, al menos por un buen tiempo. Antes, cuando todos se iban a dormir, me dedicaba a leer. A viajar a través de las páginas que decenas de autores han escrito y se posan sobre las repisas de mi biblioteca. Esperando sellar el pasaporte de mi mente. Pero luego, llegaste tú. Tan dulce y suspicaz tú. Y la oscuridad desapareció. Las horas de charlas, de conocernos y de compartir ideas, se convirtieron en momentos que dan gasolina y esperanza. Sin embargo, todo cambió, ahora ya lo sabes.

No tengas miedo. No. Esa sensación no tiene espacio entre nosotros. ¿Por qué? Bueno porque somos amigos, y entre amigos, se dicen las verdades. No temas por mi revelación. Todavía sigo siendo el mismo loco recatado, que sueña con un mundo mejor y con éxitos más allá de estas fronteras. ¡Qué come flor! ¿Verdad? Como te dije antes, soy un romántico empedernido. Aunque trato de mantener los pies en la tierra. Es difícil, pero no inaccesible. Continuaré siendo incondicional, y es que lo primero que me gusto de ti fue tu visión de la vida. Tus definiciones ante las cosas más complejas, tu falta de tapujos a la hora de expresar opiniones y tus ganas de saber. ¡Por Dios! Tus ganas de saber. Con la vocación innata que posees, lograrás todo lo que te propongas. Eres una mujer con guaramo. Cómo buena venezolana.

¿Qué tiene de malo qué lo sepa todo el mundo? Créeme, estamos en confianza. No me da pena gritar a los cuatro vientos que te quiero. Eso sí, esa expresión no la digo a la ligera. Porque tú sabes que decir te quiero, no debería ser una decisión tan fácil. Tampoco decir: te amo. Pero mejor no ahondemos en esos temas. Es muy pronto. Mientras tanto disfrutemos de la vida. ¡Vamos! Viaja conmigo amiga, piérdete entre los recovecos de mis deseos, quiero que conozcas el mundo y llenes tu corazón de recuerdos. Todos mis amigos deben llegar a sus límites y traspasarlos. Ser mucho más de lo que les dictan. Y cumplir sus metas. Comparto la filosofía de que si las personas que quiero están bien, entonces yo estaré bien. ¡Claro! Seguimos siendo amigos. Yo soy el único idiota que se le ocurre enamorarse. Aunque, pensándolo mejor, no debo ser el único. No lo niego, al principio duele, y duele a montones. Sin embargo, hay que sincerarse, sopesar los pros y contras, para sacar una definición absoluta de lo que tenemos. Sí, lo comprendí: un cariño inmenso entre ambos. Prometo que los momentos que estemos juntos, valdrán miles y miles de primeras impresiones. No me justifico. No. Tampoco me doy palmaditas en la espalda y digo: C’est la vi. No. Lo que pasa es que el mundo sería mucho más gris sin ti.

Mi doctora hippie (gracias a tu tío por eso) eres única lo sabes. Nunca dejes que nadie te diga lo contrario. Parece que todos los venezolanos nacemos con una carga sentimental tan grande, que nos olvidamos lo grandes que podemos ser. No me importa la distancia que tenga que recorrer, los aviones, autobuses o moto taxis que tenga que tomar. Allí estaré para ayudarte. Para compartir alegrías y penas. Para eso trabajamos. Para fortalecer una amistad que vale oro. Es cierto que lo que más duele son los kilómetros de por medio. Sin embargo el recorrido vale la compañía. ¡Claro que la vale! También está el tiempo. ¡Maldición con el tiempo! Lo siento, no debería maldecir. Pero es la verdad. Parece arena entre los dedos (metáfora más que usada, pero muy apropiada) No me permite compartir con vos, más de lo que mi horario y tus responsabilidades lo deseen. Por eso, quiero regalarte libros, música, poemas, películas e historias. Para que cada vez que te remitas a ellas, te acuerdes de esto. Te acuerdes que en la capital hay alguien que te quiere a mares.

Con el castaño de tu pelo, el café de tus ojos, las líneas de tu cuerpo, las expresiones de tu rostro, y tus buenas vibras. Sigo leyendo por las noches. Me toca pararme en la mañana para ir al trabajo y seguir produciendo. Sin embargo, soy feliz. Feliz porque la vida a pesar de los pesares, nos deja grandes enseñanzas. Y si somos lo suficiente maduros, nos quedan grandes tesoros. Eso eres tú, un gran tesoro.

jueves, mayo 13, 2010

Un abrazo


Un abrazo. Sólo un abrazo. Guardemos los besos y las caricias en un bolso, por un segundo. Deja que nuestros pensamientos se conjuguen en una sola energía, y allí, mientras estamos unidos, logremos resolver los problemas que nos persiguen. Sí, sólo un abrazo. El más personal de los gestos. Un momento donde las esencias conforman un calipso de sensaciones. La mente se libera, y recordamos lo que significa ser libres. Un abrazo. Sentido y con la persona que amas.

¿Sabes que podemos escapar? Irnos lejos. Caer por el agujero como lo hizo Alicia. Pero esta vez no llegaremos al país de las maravillas. No. Estaremos en el país de lo real, donde nuestras metas son posibles mientras estemos juntos. ¿Qué pasa con las peleas? Están presentes, latiendo bajo delgadas capas de confianza y comprensión. Quedará de nosotros tomar hilo y aguja, para reforzar la tela de la relación. Sí, un abrazo. ¡Vamos regálame uno! Que me dure para siempre, como dice la canción. Olvídate de la oficina, del carro, de la casa y envuélvete por un momento entre mis brazos. Cae ante lo cursi del corazón, y regresa a esa mañana donde fueron los rayos del sol, y no un despertador, lo que te sacó de tus sueños. Recordar, esa es la palabra. Trasladarte hacia los momentos que te brindaron una sonrisa.

Viajemos. Lleguemos hasta Marte. Que no importe la casa con piscina, el resort en la Riviera Francesa o el Rolex que vimos en el catálogo. Aprendamos, por muy cliché que parezca, que lo material es sólo eso: un material. Como un tatuaje llevo tus consejos, que desde abajo me dicen que aterrice. ¡Baja a la tierra!, me gritas. Pero no. Yo te grito ¡Sube a las nubes conmigo! ¿Qué tiene de malo soñar? Nada, absolutamente nada. Todas las caídas que he sufrido, todos los: ¡vete pal’ carajo!, que me han dicho. Han sido la gasolina para buscar una felicidad utópica. Palabra que descarté de mi diccionario el primer día que te abracé. ¡Lo ves! Un abrazo lo cura todo. La dulzura de tus labios compite con la ternura de tus brazos. Alá, Buda, Shiva, Dios ¡Gracias! ¡Gracias totales! (Oda a Soda Stereo) Por tenerla a mi lado.

No. Ni Jane Austen, ni Danielle Steel se apoderaron de mi teclado. Te lo digo en serio. Un abrazo. ¿Es tan difícil de creer? A veces se necesita algo más que palabras de aliento, que apoyo económico y que un buen consejo. Lo que necesitamos es sentirnos queridos. Si bien mi madre, mi hermano y hasta las bolas de pelo que tengo por gatos, son sustitos aceptables de ese gesto. Es a ti, a la única, que quiero abrazar. Tú eres la Pdvsa de mi Cuba. La Obama de mi “Yes we can! La luna de mi Tierra. ¡Por Dios! Hasta la Ipad de mi Apple. Sí, sólo un abrazo.

Claro, ya entiendo. Es que aún no te conozco. ¡Maldición con ese Teragrip Forte que me hace ilusionar! ¡Fuck you flu! Despierto empapado en sudor, con la boca pastosa y comprobando que sigo en el mismo cuarto. Las mismas cuatro paredes con los miles de mosquitos surcando los cielos. ¡Qué calor! ¿Por qué un abrazo? Lo que quiero es un aire acondicionado. Sin embargo el corazón late más fuerte, y mientras me dirijo a la cocina por agua (pareciera que caí en una mala película tipo B) vuelvo a caer en cuenta que no necesito líquido. Necesito de tus brazos. Y es que soy un romántico empedernido. Es una herencia familiar. Dispuesto a obviar todo el protocolo cuando te encuentre al fin.

¡Hola mi nombre es Jefferson! y ¡ZAS! Venga el amapuche con todo mi amor.

martes, mayo 04, 2010

CICLOS

Mi hermano ya dejó los pañales. Sí, con algo de esfuerzo y mucha paciencia, mi mamá le enseño los placeres del inodoro. También aprendió a hablar, sólo dice algunas palabras, pero son de las importantes. Ordenes imperativas para pedir jugo, que le pongan su DVD de Max Steel, dar las gracias y despedirse de todo el mundo con un: ¡Chao bebé! Sí, mi hermano cumplió un ciclo, fue dejando la burbuja del útero para entrar en el ciclo de la niñez. Y es que todos pasamos por eso, nuestro desarrollo se ve marcado por etapas que debemos cumplir para lograr ciertas metas.

Sin embargo eso no es lo que quiero escribir. Confieso que he tenido abandonado el Blog y las teclas de mi computador, porque las ideas se me arremolinaron en el cerebro y no encontraba como ordenarlas. Priorizar acerca de lo que quieres escribir, es un trabajo de locos. Así que me fui por la decisión más salomónica, vamos a escribirlo todo. Suena a tarea de titanes, pero quise darle un chance.

Como todos sabemos estamos en el año Bicentenario. Lo hemos visto, leído y escuchado hasta el cansancio por los medios oficiales, y no tan oficiales. Esa gesta que inició el 19 de abril de 1810 y terminó con la Independencia de Venezuela. Bueno, más allá de las versiones escolares que todos conocemos. Debemos preguntarnos: ¿qué significa esto para nosotros? Para la generación de los emails, del Facebook, del Twitter y de cuanto perolito con Internet móvil hay en el mercado. Pues mucho, porque estamos viviendo en la época donde tenemos que luchar por librarnos de un yugo. No el Español, no el cubano, no el chavista y mucho menos el Imperialista. No, debemos dejar atrás la ignorancia. De quitarnos esas gríngolas que nos ponen desde carajitos, y ver más allá de nuestras narices. ¿Cómo hacemos eso? Usando el cerebro, pensando antes de actuar, discutiendo ideas y por sobre todo, estudiando. Estudiando mucho.

Si ustedes quieren, tomen el ejemplo de nuestros próceres: Miranda, Bolívar, Sucre, Simón Rodríguez, Andrés Bello; y por qué no, Guaicaipuro, Tiuna, Tamanaco y todos esos grandes venezolanos que en determinado momento soñaron con una verdadera libertad. Con romper esas barreras predeterminadas y salir adelante. No hay porque avergonzarse del patriotismo, es un sentimiento que debería estar innato en nosotros. Una cosa es detestar al Gobierno, y otra muy diferente no querer el país donde vives. En lo segundo, no cuenten con mi apoyo. Paso a paso, seremos los forjadores de nuestro destino, y de la sociedad que hace largo rato estamos buscando. Como ven, los ciclos se repiten, y ahora después de acostumbrarnos a la democracia, hemos entrado en la etapa donde debemos pelear por ella. ¿Huiremos? ¿O lucharemos?

Como dato especial, quisiera compartir con ustedes unas anotaciones que hizo la periodista Carmen Clemente Travieso, en su libro “Las Esquinas de Caracas”. Cuenta Travieso (para los que conocen el centro de Caracas) que a pocos metros de la esquina de Maturín, donde hoy en día se levanta el vetusto e imponente Templo Masónico de Venezuela, existió una casa del regidor Valentín Ribas, hermano de José Félix Ribas. “Fue en aquella casa de los Ribas, donde se reunieron por última vez los conjurados de la noche del Miércoles Santo, antes de cumplir su misión” escribe Travieso, y sigue con: “allí resonaron las palabras de Simón Bolívar, Francisco de Miranda, las de Muñoz Tebar y Coto Paúl. Allí se invistió a Vicente Salias con el alto cargo de torcer el rumbo de la historia, al pedirle que arrebatara el bastón de mando al capitán general Emparán. ¡Allí nació el 19 de Abril de 1810! En su seno se encontraba el canónigo Madariaga y todos los padres de la nacionalidad” concluye Travieso. Lo que me recuerda, debemos conocer nuestra historia.
Yo aquí hablando de ciclos, y divagando sobre la historia. Y ¡ZAS! Como un lepe carupanero directo a la frente, se me viene a la mente el tema de la Universidad. Sepan que me he atrasado un año. Sí, 365 días que se suman a la cuenta. No sé en que momento cambié los salones por la sala de redacción. En un momento me sentí profesional, para luego bajar de esas nubes con un grito de mi madre: ¡No estás graduado! ¡Ouch! Seas quien seas, eso duele. Lo que pasa es que cada vez que me aparezco por los predios de la educación superior, en mi cabeza empieza a sonar la canción Prison Song de System of a Down: “They're trying to build a prison(for you and me to live in)Another prison system” Como cuando un tuki estaciona su Malibú en la playa de Macuto, y a todo volumen pone Wisin y Yandel. Sin embargo no quiero ser como el bachiller Marrero, que pasó once años graduándose. Por lo que la disyuntiva de seguir percibiendo de los Fuertes y quemarse las pestañas por el futuro está en la mesa.

Ciclos, todo es cíclico. Todavía me arrepiento de no haber saludado a esa chica bonita del metro. De no haber saltado en paracaídas cuando tuve el chance. De no haber levantado esa anaconda. De haber obviado el rapel. Simples acciones que rompen los ciclos, que hacen salirnos del camino por un instante y apagar el GPS. ¡Hombre! Esto de escribir en una hoja en blanco, es mejor que ir a un psicoanalista. La vaina más barata del mundo. ¿No lo creen?