lunes, noviembre 30, 2009

¿El Cambio llegará por Miranda?


“Hace un año el bien le ganó al mal en Miranda”, con esa frase el gobernador Henrique Capriles Radonski tuvo un momento cumbre durante el discurso otorgado el 29 de noviembre, en la sala Emma Soler del complejo Cultural Cecilio Acosta de Los Teques. ¿La ocasión? Pues cumplía un año en el cargo, y junto a su tren ejecutivo dio un informe detallado de los trabajaos que se han realizado en la región en materia de salud, seguridad, infraestructura, educación y empleo. Todo un salón lleno de mirandinos vitorearon, aplaudieron y corearon: ¡Bravo! ¡Bravo!, al ritmo de las palabras pronunciadas por el gobernador más joven que ha tenido Venezuela. Cumpliendo pauta, allí estaba yo, en primera fila; observando como las dotes de un buen orador pueden conquistar muchas voluntades. Como una presentación, con bases, de proyectos elaborados puede ahogar en lágrimas a los más escépticos. Se decía: ¡Viva Miranda! ¡Viva Venezuela! Mientras se aseguraba que la división, el odio y la irresponsabilidad, no volverían a un estado donde mando “una mafia, con un capo mayor y sus capitos”.

¿Será que el cambio viene por Miranda? Muchos fueron los inoportunos (¿o no?) que gritaban: ¡Capriles el próximo Presidente!, mientras la turba alegre subía los decibeles de exaltación y de querer “¡sacar al loco de Miraflores ya!” Claro, no se puede sacar el pulso de un país, por un salón lleno con unas 300 o 400 personas. Pero qué pasaría si ese sentimiento se convierte en manera de vida en todo un estado, qué pasaría si ese sentimiento traspasara barreras regionales y se apostara cómodamente en otras regiones de Venezuela. Puedo reconocer que Radonski es hoy en día uno de los Gobernadores más queridos por su población. Tan sólo en los Altos Mirandinos, y de las comunidades que he visitado, las palabras buenas arropan a las malas. Siempre habrá sus detractores, pero esa es la idea principal de la Democracia, que todos tengan su propia opinión.

Ahora veamos más allá del panorama positivo. No es de negar que también este personaje es muy mediático, ya sea a raíz de la polvareda que levantó entre ciertos miembros del Gobierno Nacional al presentar el Libro Negro de Miranda, en donde se destaparon muchas ollas podridas con el nombre del “Super Ministro” inscrito en todos lados. O quizás, sus apariciones sostenidas en los medios de comunicación, se deba a un trabajo bien logrado; a que con apenas BsF 2 millones 900 mil de presupuesto regional se lograron reparar 166 escuelas, se ofreció atención médica personalizada a más de 3 mil personas en pobreza extrema y se ofrecieron mil cirugías gratuitas a quienes lo necesitaron, entre tantos logros expuestos. O quizás todo sea un show, y la mediatización se deba a un excelente personal de comunicaciones corporativas. El punto es, que algo humea por Miranda, y es interesante analizarlo.

Nunca he sido dado a embelesamientos políticos. En un país donde la ley del más vivo es método de vida, y donde los políticos dejaron hace mucho de ser servidores públicos, para convertirse en estrellas de rock que sólo quieren llenar su pared de trofeos; ser miembro de un partido o seguidor de una iniciativa gubernamental puede resultar muy peligroso. Pero ahora, ¿qué pasa cuando se cambian las reglas del juego?, cuando la idea de cargar carajitos y besar viejitas para que el pueblo vea que eres un político que los entiende, se transforma en un diálogo sostenido con las necesidades de los que no tienen nada. Un año no es suficiente para ser monedita de oro. Un año no es suficiente para ganarte el 100% de los votos. Un año no es suficiente para sumergir en política a los que nunca se interesaron por ella; pero, un año ha sido el punto de partida para tratar de crear puentes a una población que busca un discurso diferente al de la guerra, el Imperio y la invasión.

Confirmo que Capriles Radonski muchas veces parece un disco rayado, y una y otra vez repite el mismo discurso. Pero díganme: ¿qué político no lo hace? El venezolano está acostumbrado a que le repitan las cosas varias veces, somos tercos como una mula y debemos comprender muy bien todo antes montarnos en el tren. Yo se los dije arriba, somos una cuerda de vivos. No somos tontos, somos precavidos. Además nos gusta que las cosas se resuelvan de un día para otro, aunque si lo vemos bien, es justo y necesario. Hemos pasado por una cantidad de líderes que lo único que hicieron fue romper la calle, colocar media tubería y dejar “todo listo”. Es por eso que algunos alcaldes mirandinos deben empezar a coger el carril, miren que el hecho de ganar Baruta fácilmente no abre el espectro para hacer lo que se quiera; muchas voces inconformes a la larga se transforman en una multitud de rechazo. ¿O es que no se acuerdan del caso de El Hatillo antes de que llegara Do Nascimento? También, es bueno asegurar territorio ganado, miren que Sucre no fue fácil de ganar, y no debería quedar de parte de los ciudadanos andar detrás de su Gobierno Municipal para que termine las cosas; ellos ya están cansados de tener que jalar bolas. ¿Será que estoy especulando? No lo creo, eso no lo digo yo, eso lo dice la gente que vive allí.

Es muy pronto para hablar de supuestos sucesores a la silla de Miraflores. Todavía hay que saltear unas elecciones parlamentarias, ganar las trampas de un Gobierno-Estado con una billetera muy grande y encontrar las reservas de metralla que están listas para defender a “nuestro Comandante”, nos guste o no. ¿El Cambio llegará por Miranda? No lo sé, pero lo que vi hoy, lo admito, me lleno de esperanzas. Como niño con juguete nuevo sentí que el venezolano también es una persona luchadora y que sabe vencer las adversidades. Estén de acuerdo conmigo o no, podemos asegurar que la manera de hacer política en nuestros país cambio para siempre. Oradores de alto calibre han salido al ruedo para enrolarse en la lucha entre “el bien y el mal”. Acuérdense que por muy romántico que suene, la esperanza es lo único que se pierde.

Jefferson Díaz.

martes, noviembre 03, 2009

MUERTE A LOS GORDOS

“Ojo con los gordos: a rebajar, a hacer dieta, a hacer ejercicio”, fueron las palabras que dirigió el presidente Hugo Chávez al pueblo venezolano, el pasado 25 de Octubre en su programa dominical “Aló Presidente”. Hay un pensamiento que no me he podido sacar de la cabeza desde hace rato, y es que pareciera que Venezuela es el único país donde el universo funciona al revés. Donde las autoridades están pendientes de planes de magnicidio, de espionaje, de complots para la desestabilización social y de crear una guerra de humo con Colombia. A un lado quedaron los “simples” homicidios de ciudadanos valiosos, y que ocurren a plena luz del día. Ya no nos importa el creciente narcotráfico y de como nos hemos convertido en cuna de terroristas.

Con mucho pesimismo escribo éstas palabras; ayer a la vista de una plaza, de un restaurante y de una comunidad que aún no sale de su asombro, fue asesinado el secretario del Consejo Legislativo de Miranda. Una persona que se destacó por ser mediadora de conflictos y que se había librado de muchos tentáculos dentro de la política. Pero, la Parka tiene un sentido del humor muy sádico y continua su abrazo demoledor sobre nuestra nación. Poco a poco dejamos de ser venezolanos para convertirnos en estadísticas; esos numeritos fastidiosos que engrosan los expedientes del Cicpc y de las morgues venezolanas, ahora la paranoia es nuestra mejor herramienta para combatir la inseguridad.

¿En dónde vivimos? y más importante ¿con quién vivimos? La destrucción de una sociedad empieza por el núcleo familiar. Los valores humanos dentro de la educación, están siendo reemplazados por la necesidad de tener los tres golpes diarios en la mesa, por garantizar un techo y para que no falten los cobritos en el banco. ¿Para qué estudiar cuando puedo agarrar un arma y ser hampón? Una interrogante que ya no se queda en las salas de cine, cuando vemos películas como “Secuestro Express”, “Sicario” o “El Don”; ahora esa es la premisa que domina las mentes de muchos jóvenes que al ver la falta de oportunidades, optan por un camino más fácil. Claro, esto no es excusa para nada; si hay algo que tenemos los seres humanos es la capacidad de adaptarnos ante las adversidades, una adaptación que muchas veces nos hace desarrollar una solución ante nuestro problema. Es por eso que la evolución de una persona dentro de un ambiente hostil puede tener muchas vertientes, queda de ellos elegir la correcta. Desglosar el tema de la seguridad nos da mucha tela para cortar; pasa desde un mejor equipamiento y calidad de vida para los funcionarios policiales, hasta la adecuación de unos centros de reclusión que pasen de ser agujeros del infierno a recintos de reconciliación.

De resto nos queda una gran indignación, impotencia y tristeza al ver que nos estamos quedando solos. Transportista de las líneas de Petare protestaron ayer por el asesinato de un compañero, además denuncian que deben pagar cuotas de entre BsF 50 y 60 a los choros para que no los roben. Hemos pasado de ser un Estado democrático a un Estado delictivo, en donde el psicoterror está a la orden del día. Atrás quedó la época en donde se podía salir con cierta tranquilidad a la calle, atrás quedaron esos recuerdos de cuando no tenías que desarrollar otro par de ojos para caminar por este país tan convulsionado. Muy lejos del conciente venezolano quedó la sensación de seguridad para pasar, como diría nuestra “flamante” Defensora de Pueblo, a una “sensación de inseguridad”.

¿Podemos confiar en los organismos de justicia? Da pena entrar a los tribunales de este país; primero porque pareciera que hemos quedado estancados en el siglo XIX donde los expedientes se acumulan a desdén, donde los recursos introducidos por los abogados deben sortear innumerables pasos burocráticos para que la causa sea seguida por un juez. Sistemas como el “Jurys”, que sirve para la clasificación de los casos penales en archivos digitales, no han dado la talla a la hora de apresurar las sentencias. No hay una comunicación regular entre los forenses y el fiscal, y pareciera que la ley de la pistola es la que manda en nuestras calles. Como olvidar el caso de linchamiento que se suscitó en El Valle el pasado 4 de febrero, cuando los vecinos cansados de la impunidad atraparon por sus propios medios a un violador que los tenía azotados. Lo quemaron, después de matarlo a golpes, y lo exhibieron en la calle como un recordatorio a los que se sintieran con el coraje de delinquir por la zona otra vez. ¿Es esto justificable? ¿Ahora nosotros seremos juez y jurado?

Ojala me quedaran ganas de decir que hay luz al final del túnel, porque si la hay, yo no la veo. Mientras el Gobierno Nacional nos manda a rebajar porque estamos gordos, cada fin de semana se posan decenas de cadáveres en las mesas del forense, yo lo sé me ha tocado ser testigo de esto. Y aún cuando muchos de nosotros disfrutamos dentro de nuestra burbuja mientras no nos pase nada, debemos entender que la barricada de protección hace tiempo que está levantada y ha dado paso a la peor de las pestes: la inseguridad.

Jefferson Díaz