¿El Cambio llegará por Miranda?
“Hace un año el bien le ganó al mal en Miranda”, con esa frase el gobernador Henrique Capriles Radonski tuvo un momento cumbre durante el discurso otorgado el 29 de noviembre, en la sala Emma Soler del complejo Cultural Cecilio Acosta de Los Teques. ¿La ocasión? Pues cumplía un año en el cargo, y junto a su tren ejecutivo dio un informe detallado de los trabajaos que se han realizado en la región en materia de salud, seguridad, infraestructura, educación y empleo. Todo un salón lleno de mirandinos vitorearon, aplaudieron y corearon: ¡Bravo! ¡Bravo!, al ritmo de las palabras pronunciadas por el gobernador más joven que ha tenido Venezuela. Cumpliendo pauta, allí estaba yo, en primera fila; observando como las dotes de un buen orador pueden conquistar muchas voluntades. Como una presentación, con bases, de proyectos elaborados puede ahogar en lágrimas a los más escépticos. Se decía: ¡Viva Miranda! ¡Viva Venezuela! Mientras se aseguraba que la división, el odio y la irresponsabilidad, no volverían a un estado donde mando “una mafia, con un capo mayor y sus capitos”.
¿Será que el cambio viene por Miranda? Muchos fueron los inoportunos (¿o no?) que gritaban: ¡Capriles el próximo Presidente!, mientras la turba alegre subía los decibeles de exaltación y de querer “¡sacar al loco de Miraflores ya!” Claro, no se puede sacar el pulso de un país, por un salón lleno con unas 300 o 400 personas. Pero qué pasaría si ese sentimiento se convierte en manera de vida en todo un estado, qué pasaría si ese sentimiento traspasara barreras regionales y se apostara cómodamente en otras regiones de Venezuela. Puedo reconocer que Radonski es hoy en día uno de los Gobernadores más queridos por su población. Tan sólo en los Altos Mirandinos, y de las comunidades que he visitado, las palabras buenas arropan a las malas. Siempre habrá sus detractores, pero esa es la idea principal de la Democracia, que todos tengan su propia opinión.
Ahora veamos más allá del panorama positivo. No es de negar que también este personaje es muy mediático, ya sea a raíz de la polvareda que levantó entre ciertos miembros del Gobierno Nacional al presentar el Libro Negro de Miranda, en donde se destaparon muchas ollas podridas con el nombre del “Super Ministro” inscrito en todos lados. O quizás, sus apariciones sostenidas en los medios de comunicación, se deba a un trabajo bien logrado; a que con apenas BsF 2 millones 900 mil de presupuesto regional se lograron reparar 166 escuelas, se ofreció atención médica personalizada a más de 3 mil personas en pobreza extrema y se ofrecieron mil cirugías gratuitas a quienes lo necesitaron, entre tantos logros expuestos. O quizás todo sea un show, y la mediatización se deba a un excelente personal de comunicaciones corporativas. El punto es, que algo humea por Miranda, y es interesante analizarlo.
Nunca he sido dado a embelesamientos políticos. En un país donde la ley del más vivo es método de vida, y donde los políticos dejaron hace mucho de ser servidores públicos, para convertirse en estrellas de rock que sólo quieren llenar su pared de trofeos; ser miembro de un partido o seguidor de una iniciativa gubernamental puede resultar muy peligroso. Pero ahora, ¿qué pasa cuando se cambian las reglas del juego?, cuando la idea de cargar carajitos y besar viejitas para que el pueblo vea que eres un político que los entiende, se transforma en un diálogo sostenido con las necesidades de los que no tienen nada. Un año no es suficiente para ser monedita de oro. Un año no es suficiente para ganarte el 100% de los votos. Un año no es suficiente para sumergir en política a los que nunca se interesaron por ella; pero, un año ha sido el punto de partida para tratar de crear puentes a una población que busca un discurso diferente al de la guerra, el Imperio y la invasión.
Confirmo que Capriles Radonski muchas veces parece un disco rayado, y una y otra vez repite el mismo discurso. Pero díganme: ¿qué político no lo hace? El venezolano está acostumbrado a que le repitan las cosas varias veces, somos tercos como una mula y debemos comprender muy bien todo antes montarnos en el tren. Yo se los dije arriba, somos una cuerda de vivos. No somos tontos, somos precavidos. Además nos gusta que las cosas se resuelvan de un día para otro, aunque si lo vemos bien, es justo y necesario. Hemos pasado por una cantidad de líderes que lo único que hicieron fue romper la calle, colocar media tubería y dejar “todo listo”. Es por eso que algunos alcaldes mirandinos deben empezar a coger el carril, miren que el hecho de ganar Baruta fácilmente no abre el espectro para hacer lo que se quiera; muchas voces inconformes a la larga se transforman en una multitud de rechazo. ¿O es que no se acuerdan del caso de El Hatillo antes de que llegara Do Nascimento? También, es bueno asegurar territorio ganado, miren que Sucre no fue fácil de ganar, y no debería quedar de parte de los ciudadanos andar detrás de su Gobierno Municipal para que termine las cosas; ellos ya están cansados de tener que jalar bolas. ¿Será que estoy especulando? No lo creo, eso no lo digo yo, eso lo dice la gente que vive allí.
Es muy pronto para hablar de supuestos sucesores a la silla de Miraflores. Todavía hay que saltear unas elecciones parlamentarias, ganar las trampas de un Gobierno-Estado con una billetera muy grande y encontrar las reservas de metralla que están listas para defender a “nuestro Comandante”, nos guste o no. ¿El Cambio llegará por Miranda? No lo sé, pero lo que vi hoy, lo admito, me lleno de esperanzas. Como niño con juguete nuevo sentí que el venezolano también es una persona luchadora y que sabe vencer las adversidades. Estén de acuerdo conmigo o no, podemos asegurar que la manera de hacer política en nuestros país cambio para siempre. Oradores de alto calibre han salido al ruedo para enrolarse en la lucha entre “el bien y el mal”. Acuérdense que por muy romántico que suene, la esperanza es lo único que se pierde.
Jefferson Díaz.