domingo, agosto 16, 2009

RACIOCINIO


Todos en algún momento de nuestra vida le tenemos miedo a la oscuridad. Esa sensación de desconocimiento se nos cala hasta los huesos y no nos deja dormir, ocasionando las peores pesadillas y que corramos a protegernos. Es por eso que tenemos un sistema predeterminado que nos impulsa a conocer todo lo que nos rodea, lo comprobamos cuando nos mandan al colegio, después vamos a la universidad y por decisión propia sacamos postgrados y continuamos la cadena de aprendizaje. Es innato en los seres humanos que no nos agrade lo que no conocemos, y es que al vernos fuera de nuestro entorno de confianza, regresamos a las acciones primarias y nos ponemos al nivel de nuestros primos primates.

Y como una sociedad está conformada por un conglomerado de personas, se podrán imaginar el pastel que se forma cuando unos están a gusto con su ambiente y otros no tanto. Pero, ¿es realmente necesario seguir los pasos determinados de conocimiento? ¿no serán esos patrones los que ocasionan que en algún momento del camino nos descarrilemos? Desde que pude discernir entre lo que me parece correcto y no, soy fiel partidario de que hay enseñanzas que ya se caen de maduras. Datos y experiencias que no se adaptan al mundo que estamos viviendo. Sería mejor dejarlas como un estudio histórico y que su lectura se haga bajo una guía especializada, que nos permita no tomarnos las cosas muy en serio cuando lo amerita. Recientemente está en boca de todos la educación, y es que como estábamos dormidos, sentimos que nos zarandean el bulto escolar y hemos reaccionado.

Un buen ejemplo de lo arcaico de las educaciones preestablecidas, es ese deseo ferviente de adoctrinar a los estudiantes. Ya sea indicando que tal cosa es así porque un libro lo dice, o porque un señor que lo escribió hace años sentenció que así era. Y en vez de crear bachilleres, universitarios y profesionales que sean capaces de sacar conclusiones de su entorno, sacamos como chorizos a personas que no ven más allá de sus narices. Claro está, que hay cosas que son incuestionables, como que el cielo la mayoría de las veces es azul o que la gravedad siempre nos lleva para abajo; pero pensemos un poco fuera de la caja y separemos las cosas que nos han sido útiles después de cinco años de estudios de tercer nivel de las experiencias personales de toda una vida. Nos encontraríamos con una lista muy dispareja. Pienso que la educación debería tener dos aristas fundamentales: una que reconozca el esfuerzo de agarrar un libro por tanto tiempo y que de ese estudio, concienzudo y enfocado a mejorar nuestros conocimientos, obtengamos una denominación o título. Segundo, enfocarnos en que no tan solo tenemos el cerebro para restar, sumar y aprendernos al caletre lo que nos pongan enfrente, que nuestro raciocinio puede nutrirse y que las cosas a veces son más simples de lo que uno cree.

Es por eso que hay que luchar contra todo tipo de adoctrinamiento, sea político, religioso o social. Venga del Estado, de la escuela o de la familia, uno de los mayores regalos que tienen los humanos es el libre albedrío. Herramienta, harta conocida por todos, pero que algunos se empeñan en desconocer.

¡Con mis hijos no te metas!

Somos hipócritas, sí, lo somos. Tan solo cuando mis intereses se ven en peligro nos activamos a la defensa. Recuerdo que cuando estaba en el colegio, y era hora de recoger la boleta (momento de terror para cualquier joven de primaria o bachillerato) muy pocos padres o representantes se sentaban con el maestro para descifrar que andaba bien o mal con su hijo. Como robots iban, firmaban la asistencia y al revisar el reporte clasificatorio de su hijo, decidían si un abrazo o un bofetón era la medida de acción. ¡Sólo dios sabe lo que pasaba en casa! Es así que dejábamos la educación de nuestra más valiosa posesión, a extraños. Aborrezco que una Asamblea Nacional trabaje como gatas ladronas, de noche y al sigilo, para aprobar leyes represivas y que van acordes al pensamiento de un caudillo. Pero también reprocho que el dicho “la educación empieza por casa”, ya casi no se aplique. Son los padres los garantes de verificar que la educación que reciben sus hijos, sea la adecuada.

Uno en problemas de pareja y en decirles a los demás como criar a sus hijos, no debe meterse. Eso es ley. Claro, ahora con una LOE que nos quiere colocar un chip “socialista” en las aulas, hace que el problema sea de todos. Es por eso que hay que activarse, revisar página por página libros de texto y sentarse con los profesores para ver que es lo que se dice en clases. Desde nuestros hogares, hacer uso de la experiencia adquirida, y como Sócrates y sus discípulos, guiarlos por el camino correcto. El trabajo apenas empieza, pero si somos inteligentes no caeremos en lo que quieren los que se ponen de tú a tú con los primates.
Jefferson.

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