SEGURIDAD
No descubrí el agua tibia, y tampoco me caí de la cama. Como todos sabemos, siempre hay dos caras de la moneda. La diferencia está en el rostro que deseamos mostrar ante las diversas situaciones de nuestra vida. Soy partidario de que uno nunca termina de conocer a las personas, y sé que muchos allá afuera piensan lo mismo. En una época donde los ademanes del engaño y la ilusión están a la orden del día, se puede presumir que la confianza es una definición de instinto y no de lógica. Con la tecnificación de nuestros procesos, los seres humanos hemos olvidado herramientas fundamentales que nos permiten tener un recorrido más llevadero. Ahora con “Googlear” a un personaje, pensamos que se puede determinar un patrón de comportamiento.
¿Cómo tocar este tema sin caer en lo paranoico? ¿Qué situación determina la confianza? ¿Sabemos en realidad quiénes somos? Mostrar una personalidad frente a tu familia y otra en el trabajo, nos da muchas respuestas. Quizás no lo hacemos conscientemente, pero son esas acciones las que determinan que nuestro cerebro es una máquina bien aceitada para protegernos. Nacemos con un mecanismo de defensa que se activa en situaciones de riesgo o de profundo análisis; cómo explicar entonces cuando un desconocido se lanza a salvar a otro desconocido después de un accidente, y llegando a los casos más extremos, observamos como un psicópata prepara su ambiente para cometer horrendas acciones. Es interesante analizar como un bebé, un niño y un adolescente, que en ningún momento llegaron de otro planeta, puede desviarse del camino y elegir sendas tormentosas o un poco más tranquilas.
Rafael Garófalo, jurista italiano y creador de la Teoría de Criminalidad, sostenía que “un asesino nace, no se hace”. Es entonces aquí, cuando observamos que la multipersonalidad de un individuo, no tiene que empezar necesariamente con el lado bueno. Existen muchos ejemplos que determinan que tanto asesinos jóvenes como adultos sienten cierta afición por los delitos que comenten. ¿Es entonces la sociedad que los hace cambiar? ¿Los valores familiares no sirven para nada? Son preguntas ambiguas que no dan respuestas concretas, lo que sí sabemos es que dentro de un conglomerado de individuos cuando la violencia entra de lleno, los crímenes violentos están a la orden del día. Mejor ejemplo que Venezuela no hay.
Si bien muchos de nosotros no hemos vivido la violencia de primera mano (gracias a Dios) sabemos que está allá afuera. Lo dicen los medios de comunicación, lo dice la gente en la calle, lo dice el carnicero, lo dice tu mamá y lo dicen tus instintos. Siempre confía en esos instintos que desarrollan tu confianza. El pasado 26 de agosto la organización civil mexicana Consejo Ciudadano para la Seguridad Pública (CCSP) indicó los resultados de un estudio donde ubica a Caracas como la segunda ciudad más peligrosa del mundo. De primer lugar quedó Juárez en México, y de tercera New Orleans en Estados Unidos (sí, en el “Imperio” también la cosa es delicada); según los resultados difundidos, en Caracas hay 96 homicidios por cada 100 mil habitantes. Tenemos entonces, un gran problema.
Pienso que la idea está en no tentar al destino. Claro, a todos no gusta vestirnos bien, comer bien, tener lo mejor y cómo decir que no. Si trabajamos tan duro por ello, porque no disfrutarlo. Pero el punto es, que no todos piensan igual. Ciertas condiciones sociales han hecho de nuestro país una gran lotería, donde nadie sabe cuando le tocará encontrarse con…bueno ustedes imagínenselo. Conocer como es el modus operandi, instruirse en cuestiones de seguridad y no creer que seamos la segunda llegada de Rambo, nos puede ahorrar muchas cosas. Eso sí, recuerden que pensar en tu vida y en la de los demás no te hace cobarde, te hace una persona que está consciente de que vale más un minuto de tu vida, que un carro o un celular.
Mis mejores deseos, y que siempre estén protegidos.
Jefferson.
¿Cómo tocar este tema sin caer en lo paranoico? ¿Qué situación determina la confianza? ¿Sabemos en realidad quiénes somos? Mostrar una personalidad frente a tu familia y otra en el trabajo, nos da muchas respuestas. Quizás no lo hacemos conscientemente, pero son esas acciones las que determinan que nuestro cerebro es una máquina bien aceitada para protegernos. Nacemos con un mecanismo de defensa que se activa en situaciones de riesgo o de profundo análisis; cómo explicar entonces cuando un desconocido se lanza a salvar a otro desconocido después de un accidente, y llegando a los casos más extremos, observamos como un psicópata prepara su ambiente para cometer horrendas acciones. Es interesante analizar como un bebé, un niño y un adolescente, que en ningún momento llegaron de otro planeta, puede desviarse del camino y elegir sendas tormentosas o un poco más tranquilas.
Rafael Garófalo, jurista italiano y creador de la Teoría de Criminalidad, sostenía que “un asesino nace, no se hace”. Es entonces aquí, cuando observamos que la multipersonalidad de un individuo, no tiene que empezar necesariamente con el lado bueno. Existen muchos ejemplos que determinan que tanto asesinos jóvenes como adultos sienten cierta afición por los delitos que comenten. ¿Es entonces la sociedad que los hace cambiar? ¿Los valores familiares no sirven para nada? Son preguntas ambiguas que no dan respuestas concretas, lo que sí sabemos es que dentro de un conglomerado de individuos cuando la violencia entra de lleno, los crímenes violentos están a la orden del día. Mejor ejemplo que Venezuela no hay.
Si bien muchos de nosotros no hemos vivido la violencia de primera mano (gracias a Dios) sabemos que está allá afuera. Lo dicen los medios de comunicación, lo dice la gente en la calle, lo dice el carnicero, lo dice tu mamá y lo dicen tus instintos. Siempre confía en esos instintos que desarrollan tu confianza. El pasado 26 de agosto la organización civil mexicana Consejo Ciudadano para la Seguridad Pública (CCSP) indicó los resultados de un estudio donde ubica a Caracas como la segunda ciudad más peligrosa del mundo. De primer lugar quedó Juárez en México, y de tercera New Orleans en Estados Unidos (sí, en el “Imperio” también la cosa es delicada); según los resultados difundidos, en Caracas hay 96 homicidios por cada 100 mil habitantes. Tenemos entonces, un gran problema.
Pienso que la idea está en no tentar al destino. Claro, a todos no gusta vestirnos bien, comer bien, tener lo mejor y cómo decir que no. Si trabajamos tan duro por ello, porque no disfrutarlo. Pero el punto es, que no todos piensan igual. Ciertas condiciones sociales han hecho de nuestro país una gran lotería, donde nadie sabe cuando le tocará encontrarse con…bueno ustedes imagínenselo. Conocer como es el modus operandi, instruirse en cuestiones de seguridad y no creer que seamos la segunda llegada de Rambo, nos puede ahorrar muchas cosas. Eso sí, recuerden que pensar en tu vida y en la de los demás no te hace cobarde, te hace una persona que está consciente de que vale más un minuto de tu vida, que un carro o un celular.
Mis mejores deseos, y que siempre estén protegidos.
Jefferson.