EL SABOR DE LAS GAITAS
(Con sabor tequeño)
Pues sí, llegó diciembre y con él todo lo que implica. Hallacas, pan de jamón, dulce de lechoza, guirnaldas guindadas por doquier, las infames lucecitas de los balcones, el San Nicólas de la torre Banesco (perfecto blanco para los gatillo alegres) y, otra vez pasando por el ajetreo de haber salido de un proceso electoral y ahora con las posibilidades -muy en contra de la mayoría- de ir a otro en el primer trimestre del año 2009. En la planta baja de mi edificio desde hace unas seis semanas se ha venido instalando un grupo de gaitas amateur; uno de los dueños del negocio de pintura que hay allí, es el líder de estos "tirame algo". Desde las seis de la tarde hasta las nueve de la noche, esta decena de personas rememora los éxitos gaiteros y entre: cuando voy Maracaibo y empiezo a pasar el puente..., amparito, amparito..., le doy gracias al señor por haberte conocido..., me revientan los cojones y no me dejan concentrarme mientras, decidido, juego Guitar Hero en mi Wii, tratando de olvidarme de tantas enmiendas, traspasos a ministerios y el hecho de que la ingobernabilidad en este país es moneda corriente.
El pasado 23 de noviembre mis expectativas no eran muy elevadas, después de haber escuchado tantos rumores de fraude y atropellos en los centros de votación, decidí que lo mejor era no darme mala vida. Obviando así los mensajes de texto que llegaban a mi celular "informandome" de centros electorales que los militares del Plan República no permitían que se cerraran (situación recurrente en las parroquias de Antímano, 23 de Enero y El Valle). Cuando se emite el primer boletín, con la flamante presidenta del Consejo Nacional Electoral toda peluqueada y con sendo vaso de agua a la mano para pasar los tragos amargos que deja la decisión popular, me puse alerta y con libreta en mano como si de quiniela se tratara empecé a anotar las cifras "irreversibles" junto a los nombres de los nuevos gobernadores y un alcalde. Con esta primera transmisión se despejaron algunas dudas, y mientras Lucena se bebía toda el agua antes de decir Miranda, comprendí que los votos son una vaina muy arrecha de ocultar. Mucha tecnología, muchas máquinas innovadoras, pero cuando las matemáticas no dan, es porque no y punto. ¡Dios bendiga a Pitágoras!.
Llega un poco tarde esta crónica, doce días después de las elecciones para ser exactos. Pero, mi indecisión y mis dudas sobre postear algo en el blog acerca de las pasadas elecciones se vieron despejadas ante el "madrugonazo" que le propiciaron el pasado tres de diciembre a la gobernación de Miranda, quitando de su mando mediante decreto presidencial los hospitales y demás centros de salud. No es de extrañar que un gobierno que se ha visto en los últimos años acorralado por una oposición cada vez más decidida, y no me refiero a los partidos políticos sino a la gente que ya está cansada de tantas pistoladas, recurra a patadas de ahogado haciendo uso de sus potestades como mandamás de Venezuela para meter en un bolsillo las urnas de votación, los papelitos de votos y la voluntad popular de no querer seguir siendo parásitos de un gobierno. A pesar de que ahora en los medios de comunicación veamos desglosada nuestra geografía nacional en flamantes mensajes con letras roja y con el mensaje de que este estado es rojo rojito y el otro también lo es, la crisis económica mundial que se nos viene encima, un precio del petroleo que está tocando fondos históricos y la raspadera de olla que observamos en las gobernaciones y alcaldías que fueron ganadas por la oposición venezolana, da partida a que los "rojo rojitos" no la tienen tan papita como se lo imaginaban.
Cuando pasen las juramentaciones, las cadenas indetenibles y los mensajes sobre firmas acerca de la emmienda; veremos que la batalla propagandistica nos ha dejado un país disfrazado de cartelera electoral. Cuando el polvo se asiente observaremos que muchos de nuestros nuevos gobernantes, ahora deben trabajar con las uñas para poder medianamente presumir de un logro a lo que se vayan. Cuando la tormenta cese, observaremos que ahora somos una nación que no se deja engañar y que abrimos los ojos ante una situación que parecía no tener vuelta atrás. Siempre he dicho que un país se merece a los gobiernos que elige, todavía pienso lo mismo acerca de Venezuela, pero con la esperanza de que mis creencias pueden cambiar. Soy fiel seguidor de: "Bochinche, puro bochinche", sabías palabras pronunciadas por Miranda; pero más allá de que está frase se indicó en otro tiempo de nuestra historia, estoy seguro de que no ha perdido su vigencia. Los venezolanos ahora conocemos nuestras potencialidades como electores, y es nuestro deber conocer nuestro potencial para querer ser mejores.
La Suiza Venezolana.
Subir y bajar de Los Teques en los últimos ocho meses me ha dejado varias experiencias. Un mejor conocimiento de como se maneja una redacción de un periódico, saber que el sistema de transporte en Venezuela es tan vulnerable como una torre de naipes y que traspasar las fronteras de nuestra capital significa adentrarse en otro mundo. Algo así como un universo dentro de otro. Caminar, trabajar y descubrir por las calles tequeñas me ha dado nuevas perspectivas, principalmente porque las regiones venezolanas tienen enormes deseos de progresar, de salir de ese letargo retardario que ha ocasionado que dichos como: "Caracas es Caracas, y lo demás es monte y culebra", se propaguen a velocidades preocupantes. Miranda es un estado muy extraño, por una parte su capital se encuentra escondida entre montañas, como una Quito criollisíma, y porque su diversidad de paisajes da cabida a la más inusual mezcla de tradiciones. Es un estado que puede presumir de un nombre ilustre e internacional, y con una capital que ha sufrido años y años de abandono por parte de sus gobernantes.
En las pasadas elecciones, su regiduría volvió a quedar en manos del Psuv. Pero a pesar de que se vuelve a caer nuevamente dentro de las fauces del lobo, este animal posee bozal y una cadena representada en la gobernación. Con promesas de consejo de ministros, creación de nuevas instituciones y de mancomunidades, los tequeños se despertaron el 24 de noviembre con un sentimiento arraigado de desconfianza. "Ganaste por poco, pero eso no significa que te voy a dejar tranquilo", es el común denominador de las comunidades alto mirandinas. Esperemos que las cosas se den, y que el trabajo se haga de manera correcta. Me considero forastero en una ciudad que no me pertenece, pero como venezolano espero que la evolución ciudadana llegue a todo mi país y que dejemos de ser rebaños encerrados por horribles barandas.
Jefferson.
2 comentarios:
Yo quiero una hallaca pero ni mi madre se anima a traermela bien congeladita en la maleta. Me tengo que conformar con calmar mi apetito venezolano con arepas y tajadas.
Abrazos.
pd: uy tambien quiero pan de jamon.
Jeff, Feliz Navidad, espero verte en 2009.
Un abrazo Mercuriano.
Publicar un comentario