martes, noviembre 18, 2008

VIENTOS DE CAMBIO


Últimamente después de la victoria de Barack Obama en los Estados Unidos, y de su popular: "Yes We Can" (Sí podemos), observo que a nivel mundial el mensaje a tomado vuelo. En varias naciones de nuestro orbe, la gente clama por un cambio verdadero. Recientemente leí en un reportaje que realizó Newsweek, que las elecciones norteaméricanas no eran tan sólo para elegir al presidente de un país, también consistían en la elección de un líder mundial. Un personaje que supiera llevar los pantalones y se dedicara a guiar a este rebaño perdido y confundido que somos los seres humanos en pleno siglo XXI. La mayoría de los gobiernos mundiales, sean de primer mundo o "tercer mundo", han comprado la idea de Obama y se han puesto a gritar a los cuatro vientos: ¡Es la época del cambio!. Por supuesto que Venezuela no podía escapar de esta línea, y menos cuando nos encontramos frente a la puerta electoral. ¿Será que los venezolanos ya estamos listos para ese cambio?.
Recientemente conversaba con algunos compañeros de clase, las diferentes tipologías de las campañas electorales criollas. Todos coincidimos que después de la hazaña realizada por el coloso del norte; tanto psuvistas, como oposicionistas, independientes y candidatos a reinas de carnaval, incluyeron dentro de sus planes de gobierno: un cambio. Ahora bien: ¿es ese cambio real o tan solo es un ardid propagandístico?, la respuesta no se encuentra más allá de nuestras narices. Ejemplos los encontramos cada día, cuando observamos banners electorales, pendones y vallas publicitarias donde el candidato de turno no se puede exponer, a menos que no este "el comandante mismo" levantandole el brazo. Creo que ese cambio que tanto auguran es nada más de silla, de capitán, de barco y de personal, porque los ideales retrógradas siguen siendo los mismos. ¡Claro!, el otro lado tampoco se queda muy atrás. Prometiendo renovaciones, cuando nisiquiera se puede concretar una tan ansiada unidad, en territorios donde la cosa debería ser fácil.
Es cierto que nuestro planeta necesita un cambio. Ya basta de años y años de correr como carricitos sin disciplina por las economías y políticas mundiales. Necesitamos asentar cabeza y empezar a formular un plan de futuro, donde las próximas generaciones puedan seguir disfrutando de las libertades básicas que todos necesitamos. Es aquí donde la comunicación juega un papel fundamental dentro de nuestro desarrollo; los que estamos montados en la nave del manejo de la información, sabemos que la responsabilidad que se ha colocado en nuestras manos es enorme. Para mí, un comunicador social (en todas sus ramas) es una persona con un trabajo tan importante como el de un médico o el de un policía; debido a que manejamos herramientas que fácilmente pueden cambiar la manera de pensar de una sociedad. Desde la llegada de la imprenta, de la televisión y más reciente, de la Internet, hemos observado como ese poder se ha multiplicado por millones de voces que ahora no necesitan de un título universitario para narrar un evento. ¡Ahh! pero como diría Sun Tzu en el Arte de la Guerra: "un ejercito sin comandante, más bien sirve para mejorar la condición del enemigo que para obtener una victoria en el campo de batalla". Son los que saben como se baila el joropo, los que pueden jerarquizar que es una noticia veráz y concreta de lo que es tan solo un rumor.
Una vez le pregunté a mi profesor de Historia de la Comunicación, si los periodistas se estaban convirtiendo en una especie en extinción. Su respuesta no pudo ser más simple: No, porque el querer comunicarse y saber como hacerlo, es algo tan innato en el ser humano como caminar. Es por eso que mis esperanzas aún no mueren. A pesar de teléfonos que vuelan, carros híbridos y de combustibles que salen de una mazorca, los comunicadores sociales no nos quedaremos sin trabajo. Entonces, con tantas cosas por hacer, ¿por qué no captar un poco de esas ideas de cambio y aplicarlas para el beneficio de nuestros receptores?. Acabar de una buena vez, con las ideas acartonadas y hacer entender a los políticos y líderes de turno que los venezolanos ya no nos chupamos el dedo. Que poco a poco comprendemos que este país es único y que por él vale la pena echarle un camión de...
No voy a obviar las condiciones excepcionales que rodean a la sociedad venezolana hoy en día. Lamentablemente se vivió una época bastante radical, donde un bando no se podía encontrar con el otro, por lo que quedaron profundas cicatrices en nuestra conciencia global. Pero, también es muy cierto que hemos aprendido a razonar, que desde ambos lados se análiza al adversario antes de actuar. Aprendimos que no se puede subestimar a nadie, ni en las mesas de votación, ni en la calle. Nos guste o no, en la historia de nuestra nación se marcó una etapa antes de "el comandante" y lo que será después de él. Venezuela era un país rebelde, un James Dean caribeño que después de estrellarse en su convertible, está empezando a recoger las partes destrozadas de su sentimiento nacional. Por mucho tiempo se vivió con una benda en los ojos.
En la exposición de motivos del Código de Ética del Periodista Venezolano, las palabras de su segundo párrafo no da libertad a equivocaciones: "El periodista concibe la libertad de información como un factor de la elevación espiritual, moral y material del hombre. En consecuencia, debe denunciar como fraudulento invocar este principio para justificar intereses mercantiles o sensacionalistas o para convalidar tergiversaciones del mensaje informativo". No es mi deseo aleccionar a nadie, y mucho menos cuando se es un pichón en este medio; donde las cosas van saliendo del cascarón poco a poco, y no siempre de la manera en que uno se lo espera. Mi inocencia no debe ser confundida con "caidismo de la mata" sino con inexperiencia. Situación que se resuelve con el tiempo y con un sentimiento continuo de alerta y de ver por donde caminas. Después de recordar esa exposición de motivos, no queda duda alguna, nosotros somos agentes de cambio. El punto está en ¿qué tipo de cambio queremos promover?.
Luchemos por las desinformaciones, por las barreras que se nos colocan día a día a la hora de buscar una fuente de información. Detengamos el atropello de las autoridades a la hora de querer usar nuestra pluma como una espada de Damocles. Ignoremos los insultos de las personas que sin poseer la verdad, nos dan de puntapiés verbales para que caigamos hasta su nivel y nos revolvamos en el barro de la iganorancia. ¡Somos agentes de cambio! ¡Seamos los periodistas y comunicadores que nuestro país se merece!.
Jefferson.

jueves, noviembre 13, 2008

DIAMANTES EN BRUTO

Venezuela es enorme. No, no he descubierto el agua tibia. Esto es un hecho básico, escolar si queremos enmarcarlo dentro de una definición. Por ser un territorio tan amplio, se podría asumir que sus aldeas urbanas, llamense ciudades, están distribuidas a lo largo y ancho del país. Logrando así, que los hacinamientos sean una sitación extraña para los caraqueños y venezolanos en general. Estableciendo una nación donde para pagar el teléfono, hacer mercado o inclusive comprar una entrada para ver una película en el cine, no se convierta en una tortura de más de sesenta minutos de mentadera de madres y comparaciones no muy amables acerca de ciertas partes reproductoras masculinas hacia los encargados de proveernos el servicio. Sí señores, Venezuela es grande de tierra, pero pequeña en conciencia.
No me quiero poner a dar lecciones de historia, todos sabemos que con el descubrimiento del petróleo, por allá a comienzos del siglo veinte, nuestro país agrícola se paso al bando de los chicos malos. La era de los hidrocarburos había llegado y la joven nación venezolana no quería perder ese bonche. Zumaque número uno, fue la señal de partida para que los agricultores fueran a buscar suerte en la ciudad, así que, primera parada: ¡Caracas!. Nuestro hermoso valle, rodeado por una cordillera montañosa, conocida como el Ávila; era para aquel entonces una ciudad pujante, con ganas de ser reconocida y de participar en el baile de debutantes. Con sus grandes barriles de petroleo escoltandola hasta el centro de la pista de baile de lo que sería el salón de fiestas de la Opep. Nos convertimos en la Venezuela Saudita, y nuestra capital tenía que ser la Alenjadría de la antiguedad, la Jerusalén antigua llena de gloria (antes de que el emperador Flavio Josefo la destruyera en el siglo 70), algo así como la Chicago de Obama pues.
Sí, claro que se vivía bien. Pero luego, después de años de pasarnos jugando ponle la cola al burro, nos quitamos la venda de los ojos y logramos observar nuestra realidad. Se necesitó un Caracazo, dos intentonas golpistas y un viernes negro para que bajaramos de esa nube del dólar a 4, 30 y vivieramos en carne propia lo que teniamos como país. Hoy en día, seguimos luchando por salir de ese sueño, ahora sin la venda en los ojos tratamos de soltarnos de las amarras de un proceso "revolucionario" que nos quiere devolver a esa época donde lo único que se comía era petróleo. Sí, Venezuela es grande. Somos enormes de corazón, de fuerza de voluntad, de coraje y por sobretodo de paz. Nuestra diversidad de paisajes naturales y maravillas ambientales nos hacen justicia a la diversidad de pensamientos que podemos llegar a tolerar.
Mientras tanto debemos aprender que en los modales y en el respeto está el progreso. Nuestra querida Caracas, una señora de edad moderada y que merece que la traten como una tazita de plata. Necesita que la quieran, que no la ensucien y que no la olviden. Somos más de tres millones y medio de caraqueños que viven en un espacio que va desde Propatria hasta Palo Verde, pasando por Antímano y El Valle. Sus sistemas de transporte público colapsaron hace rato, evidencia de esto son las enormes multitudes que convierten en tarea imposible entrar en el Metro a las cinco de la tarde. Sus calles agrietadas como el desierto, se quedaron con el auxilio en la boca esperando a que las repavimentaran. Caracas, está demacrada y merece un cariñito. ¿Por qué dejar entonces que se llene de basura y de propaganda electoral? ¿Por qué no usar nuestros cerebros y dedicarnos a publicitar por medios alternativos que no manchen nuestra capital? ¿Acaso no estamos en la era del Ipod?.
La ciudad de los techos rojos ya no aguanta más, porque ahora para rematar debe soportar con el enorme título de ser la capital más violenta del mundo. Señoras y Señores que vivimos en esta urbe: ¿será que olvidamos dónde vivimos?. Permitanme recordarles que las calles que pisamos a diario vieron pasar a los más ilustres heroes de América, que aquí se desarrollaron grandes artistas plásticos y excelentes escritores. Que aquí tenemos patrimonios culturales, jardínes escondidos y miles de historias que esperan por ser contadas. Todo esto es razón suficiente para terminar de pulir nuestro diamante en bruto. Ese pedazo de piedra preciosa en la que se ha convertido nuestra ciudad; puesto que debajo de capas y capas de ignorancia, suciedad y división se encuentra un lugar donde todos podemos vivir en paz.
No soy Tomás Moro, y esta no es mi Utopía. Tan solo son líneas que se necesitan escribir más a menudo. Son palabras que debemos recordar a diario, porque si uno hace la diferencia quizás muchos más sigan el ejemplo. Ese es el principal problema, mientras a mí no me irrespeten mi espacio y mis decisiones los demás que se vayan por el caño. Recordemos que la ciudad funciona como un todo, que somos un organismo vivo que comparte emociones, actitudes y por sobre todo los errores. Lo que me afecte en el Oeste me afectará en el Este. ¿O es qué tú crees que las barreras del dinero te protejerán de una Caracas furiosa?, no, las cosas no funcionan así. Nosotros Caraqueños de sangre y adoptados, sean bienvenidos a la nueva onda de proteger el espacio en donde vivimos.
El mensaje también va para las demás urbes, seamos la excelencia que nos hemos negado por mucho tiempo.
Jefferson.

sábado, noviembre 08, 2008

VOTOS QUE HABLAN
Faltan quince días para que los venezolanos nuevamente pasemos por las urnas electorales. Votar en Venezuela se ha convertido en una actividad más, en un hobby, en un "no se qué". En ese sentimiento que si no lo ejercemos, sabemos que nos falta algo. Esta vez debemos elegir a Gobernadores, Alcaldes y Diputados para los Consejos Legislativos Regionales; son estos cargos, estas pequeñas piezas del ajedrez político, las que cobran una importancia indeterminable para trazar un nuevo camino en la sociedad venezolana. Recuerdo que Nicolás Maquiavelo, en su libro El Princípe, indica que todas las grandes estrategias sociales deben empezar por los estractos más pequeños de la sociedad. Son estas estaciones donde la comunidad o el "populacho", traza sus condiciones de vida, unas reglas que determinan la imagen más grande a nivel nacional.

Claro está que desde hace unos cuantos años para acá, el gobierno nacional no la ha puesto fácil para que los ciudadanos comunes puedan ejercer su derecho a votar. Denuncias de corrupción, de máquinas electorales que no funcionan, y miles de reclamos por fraudes en centros de votación en todos los rincones del país, han manchado lo que debería ser una actividad más de un proceso demócratico que ha mandado en este país por más de cuarenta años. Lo que pasa es que desde la llegada del "Socialismo del siglo XXI" las cosas han cambiado, pero no para mejor sino para mediocre. Los poderes públicos se han rendido ante los mandatos del estado y ahora la confianza que debería generar el Consejo Nacional Electoral, es tan solo una ilusión. Nuestros votos son como el agua en el Sahara, muy valiosos.

Mi trabajo me ha permitido conocer a muchas personas. Entre ellas, personas involucradas con los partidos políticos más tradicionales de Venezuela (véase AD y Copei), y he escuchado los cuentos de como se votaba antes y como se hacía la trampa también. El truco era el siguiente: cuando cerraban los centros de votación y los miembros de mesa se disponían a hacer el conteo manual, era entonces cuando las aves de rapiña empezaban a sobrevolar. Primero se abrían las cajas y con pizarra acrílica y marcador mágico, se trazaban sobre la superficie escolar las siglas de los partidos y candidatos que participaban, para así marcar con pequeñas rayitas los votos que iban saliendo para cada lado. Como en todas las elecciones de este país, había observadores de los partidos participantes para asegurar que el proceso fuera lícito. Aquí era donde se demostraba quién ganaba la carrera de resistencia, después de casi 12 horas de votación muchos observadores se cansaban y se iban para sus casas, en especial los pertenecientes a los partidos pequeños. ¡Claro! los de Acción Democratica y Copei al ver esta situación, y percatandose de que los voticos de los partidos pequeñitos no tenían dolientes, se los repartían y así como en una transacción de barajitas, diez son pa tí y diez son pa mí.

Esto siguió hasta que llegó la modernización, con las máquinas y las pantallas "touch pad" la trampa ahora se ponía acorde a la era del ipod. Los votos se cuadraban en la sala situacional del CNE, lugar donde llegan todas las transmisiones de los votos hechos a nivel nacional. Aquí no había observadores, dejando el camino libre para que los "revolucionarios" cuadraran el marcador a su favor. ¡Cuanto daño nos hizo esto!, tenía que llegar una propuesta tan contundente y tan descabellada como un cambio de constitución para que nos pusieramos las pilas, y no dejar que nos robaran nuestros votos. Se cuadraron voluntarios, vigilantes del voto y personas con guaramo para que se apostaran a las puertas de los centros de votación y a la entrada de CNE, para que los resultados reflejaran una realidad que ya no se podía tapara con un: "Patria, Socialismo o Muerte". Siempre recordaré los titulares del tres de diciembre del 2007: ¡Venezuela dijo NO!.

Es esta situación la que debemos repetir. Luchando contra las inhabilitaciones y contra las unidades ficticias, debemos poner en marcha el largo proceso de recuperar nuestro país. Para eso necesitamos saber como votar; para eso hay que derrotar al fastidio y pararnos de esa cama para averiguar como es la cuestión a la hora de mojar el dedito en la tinta morada. Son tarjetones electrónicos, y miles de candidatos. No te digo como es el proceso porque depende de TÍ afrontar tu deber civíco y convertirte en el venezolano que todos queremos ser.
¡Buena suerte a todos!
Jefferson.

miércoles, noviembre 05, 2008

WE WANT YOU


Durante la segunda guerra mundial nuestro planeta se encontraba dividido. Los Aliados y el Nazismo eran los participantes de este juego global, con una humanidad que se vio envuelta en lo que sería el conflicto bélico más grande del siglo pasado. Debido a esta situación el Departamento de Estado Norteamericano, poco después de unirse a la alianza para combatir la expansión nazi en Europa y en el Pacifíco, creo uno de los slogans más recurrentes y populares dentro del proceso de reclutamiento militar: WE WANT YOU (TE QUEREMOS A TÍ). Estas tres palabras sirvieron para elevar el sentimiento patriótico de miles de jóvenes estadounidenses que se sintieron violados cuando el imperio japonés bombardeo Pearl Harbor en el estado de Hawai. Una frase que sirvió para sumar más líneas a la batalla por la paz, y que marcaron el comienzo de una potencia mundial.
Cincuenta y tres años después de acabada la guerra, los ciudadanos de Estados Unidos presentan nuevamente un discurso de cambio. Envueltos en otro problema global que involucra una crisis económica mundial, donde los más pobres están más pobres y los acaudalados están probando las miserias de la derrota. La potencia americana quiere salir del foso en que ha caído, a causa de un gobierno camorrero que durante ocho años se ha especializado en los "issues" del terrorismo y las armas de destrucción masiva. Donde una "Ley Patriota" ha violado los derechos fundamentales de los seres humanos, y donde los bancos se embucharon de créditos inmobiliarios quedando en un callejón, que los llevo a arrinconarse en un espacio sin salida.
Las elecciones presidenciales del pasado cuatro de noviembre, en una nación donde históricamente la participación electoral no sobrepasaba el 60 % de los votantes, se pudo evidenciar que los habitantes de los Estados Unidos salieron decididos a recuperar su país. Los casi 130 millones de personas que marcaron su tarjeta, encerrando su opción, demuestran esta necesidad. Los candidatos Barack Obama (Demócrata) y Jhon McCain (Republicano), dieron muestra de sus habilidades de discurso y de su poder de convocatoria, más allá de los lineamientos de sus partidos a la hora de hacer una campaña presidencial, cada palabra que decían, cada gesto que expresaban, indicaba que era la hora de un cambio radical en el "establishment" gringo. Los imperios caen, pero lo interesante es ver como renacen (si es que lo hacen).
Ganó Obama. Con su slogan: Yes We Can, conquistó las esperanzas y corazones de millones de electores estadounidenses. Estas personas que le dieron su voto al primer presidente negro (afrodescendiente como dirían los pseudo intelectuales de la revolución bolivariana) del país de las hamburguesas, de Walt Whitman y de Mickey Mouse, se montaron en el autobús demócrata una vez más, esperando que con este cambio la Casa Blanca cambie de su lado combativo a su lado conciliador. Las encuestas o "exit polls" daban una amplia ventaja a Obama sobre su contendor semanas antes de las elecciones, y es que como decía uno de los consejeros de campaña del republicano McCain: "este año, es un año difícil para cualquier republicano". Los resultados lo comprueban: 349 votos electorales para Obama versus 163 para McCain, el minímo para ganar la silla presidencial es de 270. Obama también arrasó en el voto popular, y es que al tratarse de una elección de segundo grado los gringos eligen si su estado le debe asignar los puntos electorales a cualquiera de los candidatos, de 121 millones de votos escrutados, Obama se lleva 64 millones, mientras que McCain se lleva 57 millones. Datos según CNN.COM.
Más allá de que la participación fue masiva, Obama como presidente de Estados Unidos representa una piedra fundacional de lo que debe ser la nueva sociedad estadounidense. Cuando hace escasos 40 años, los negros de ese país no tenían el derecho a votar, elegir a un presidente de padre procedente de Kenya y madre blanca nacida en el ultra conservador estado de Kansas, nos demuestra que los afiches de United Colors de Benetton, no son una utopía. El coloso del norte está cansado de que lo pinten de racista, de imperialista y de guerrillero. Muestra sus heridas, causadas por años de conflictos bélicos en varias partes del mundo, y pide a gritos que lo dejen vivir en paz. Pide que lo saquen a pasear en un mundo donde la económia sea multipolar y él no sea el único encargado de todo. Los Estados Unidos son una gran nación, pero su grandeza no es única; porque cualquier país que sepa reinventarse ante los cambios merece el título de vencedor. Venezuela tuvo esa oportunidad y la desperdició, esperamos que muy pronto logremos colocarnos nuevamente en el podio mundial.
Obama no es rapero, ni negro de ghetto. Educado en las universidades de Harvard y Columbia, supo trabajar para conseguir lo que hoy tiene, y sabe de las dificultades que conlleva salir desde un ambiente humilde para alcanzar las arcas del éxito. Tan solo queda ver hasta donde lo llevarán sus ideales, y si le hará honor a su slogan de campaña: ¡Sí podemos!. Con la mayoría en el Senado (56 asientos para los demócratas, 40 para los republicanos) y la mayoría de los asientos en la Cámara de Representantes (254 para los demócratas y 173 para los republicanos), tiene un camino mucho más transitable. Pero no debe olvidar que su ganancia se la debe a un pueblo que espera un cambio verdadero. Y como lo soñaramos los venezolanos hace diez años cuando se nos presentaba un candidato que prometia unos cambios que nunca llegaron. No vaya a pasar que después de cuatro años de mandato, el pueblo le empiece a cobrar por lo no cumplido y por un cambio que nunca llegó.
Mucha tela que cortar y muchos tópicos que discutir. He vuelto, y en estos días me dedicaré al análisis de las futuras políticas del primer negro en la casa blanca. Una visión enmarcada en mi humilde opinión.
Jefferson.