VIENTOS DE CAMBIO
Últimamente después de la victoria de Barack Obama en los Estados Unidos, y de su popular: "Yes We Can" (Sí podemos), observo que a nivel mundial el mensaje a tomado vuelo. En varias naciones de nuestro orbe, la gente clama por un cambio verdadero. Recientemente leí en un reportaje que realizó Newsweek, que las elecciones norteaméricanas no eran tan sólo para elegir al presidente de un país, también consistían en la elección de un líder mundial. Un personaje que supiera llevar los pantalones y se dedicara a guiar a este rebaño perdido y confundido que somos los seres humanos en pleno siglo XXI. La mayoría de los gobiernos mundiales, sean de primer mundo o "tercer mundo", han comprado la idea de Obama y se han puesto a gritar a los cuatro vientos: ¡Es la época del cambio!. Por supuesto que Venezuela no podía escapar de esta línea, y menos cuando nos encontramos frente a la puerta electoral. ¿Será que los venezolanos ya estamos listos para ese cambio?.
Recientemente conversaba con algunos compañeros de clase, las diferentes tipologías de las campañas electorales criollas. Todos coincidimos que después de la hazaña realizada por el coloso del norte; tanto psuvistas, como oposicionistas, independientes y candidatos a reinas de carnaval, incluyeron dentro de sus planes de gobierno: un cambio. Ahora bien: ¿es ese cambio real o tan solo es un ardid propagandístico?, la respuesta no se encuentra más allá de nuestras narices. Ejemplos los encontramos cada día, cuando observamos banners electorales, pendones y vallas publicitarias donde el candidato de turno no se puede exponer, a menos que no este "el comandante mismo" levantandole el brazo. Creo que ese cambio que tanto auguran es nada más de silla, de capitán, de barco y de personal, porque los ideales retrógradas siguen siendo los mismos. ¡Claro!, el otro lado tampoco se queda muy atrás. Prometiendo renovaciones, cuando nisiquiera se puede concretar una tan ansiada unidad, en territorios donde la cosa debería ser fácil.
Es cierto que nuestro planeta necesita un cambio. Ya basta de años y años de correr como carricitos sin disciplina por las economías y políticas mundiales. Necesitamos asentar cabeza y empezar a formular un plan de futuro, donde las próximas generaciones puedan seguir disfrutando de las libertades básicas que todos necesitamos. Es aquí donde la comunicación juega un papel fundamental dentro de nuestro desarrollo; los que estamos montados en la nave del manejo de la información, sabemos que la responsabilidad que se ha colocado en nuestras manos es enorme. Para mí, un comunicador social (en todas sus ramas) es una persona con un trabajo tan importante como el de un médico o el de un policía; debido a que manejamos herramientas que fácilmente pueden cambiar la manera de pensar de una sociedad. Desde la llegada de la imprenta, de la televisión y más reciente, de la Internet, hemos observado como ese poder se ha multiplicado por millones de voces que ahora no necesitan de un título universitario para narrar un evento. ¡Ahh! pero como diría Sun Tzu en el Arte de la Guerra: "un ejercito sin comandante, más bien sirve para mejorar la condición del enemigo que para obtener una victoria en el campo de batalla". Son los que saben como se baila el joropo, los que pueden jerarquizar que es una noticia veráz y concreta de lo que es tan solo un rumor.
Una vez le pregunté a mi profesor de Historia de la Comunicación, si los periodistas se estaban convirtiendo en una especie en extinción. Su respuesta no pudo ser más simple: No, porque el querer comunicarse y saber como hacerlo, es algo tan innato en el ser humano como caminar. Es por eso que mis esperanzas aún no mueren. A pesar de teléfonos que vuelan, carros híbridos y de combustibles que salen de una mazorca, los comunicadores sociales no nos quedaremos sin trabajo. Entonces, con tantas cosas por hacer, ¿por qué no captar un poco de esas ideas de cambio y aplicarlas para el beneficio de nuestros receptores?. Acabar de una buena vez, con las ideas acartonadas y hacer entender a los políticos y líderes de turno que los venezolanos ya no nos chupamos el dedo. Que poco a poco comprendemos que este país es único y que por él vale la pena echarle un camión de...
No voy a obviar las condiciones excepcionales que rodean a la sociedad venezolana hoy en día. Lamentablemente se vivió una época bastante radical, donde un bando no se podía encontrar con el otro, por lo que quedaron profundas cicatrices en nuestra conciencia global. Pero, también es muy cierto que hemos aprendido a razonar, que desde ambos lados se análiza al adversario antes de actuar. Aprendimos que no se puede subestimar a nadie, ni en las mesas de votación, ni en la calle. Nos guste o no, en la historia de nuestra nación se marcó una etapa antes de "el comandante" y lo que será después de él. Venezuela era un país rebelde, un James Dean caribeño que después de estrellarse en su convertible, está empezando a recoger las partes destrozadas de su sentimiento nacional. Por mucho tiempo se vivió con una benda en los ojos.
En la exposición de motivos del Código de Ética del Periodista Venezolano, las palabras de su segundo párrafo no da libertad a equivocaciones: "El periodista concibe la libertad de información como un factor de la elevación espiritual, moral y material del hombre. En consecuencia, debe denunciar como fraudulento invocar este principio para justificar intereses mercantiles o sensacionalistas o para convalidar tergiversaciones del mensaje informativo". No es mi deseo aleccionar a nadie, y mucho menos cuando se es un pichón en este medio; donde las cosas van saliendo del cascarón poco a poco, y no siempre de la manera en que uno se lo espera. Mi inocencia no debe ser confundida con "caidismo de la mata" sino con inexperiencia. Situación que se resuelve con el tiempo y con un sentimiento continuo de alerta y de ver por donde caminas. Después de recordar esa exposición de motivos, no queda duda alguna, nosotros somos agentes de cambio. El punto está en ¿qué tipo de cambio queremos promover?.
Luchemos por las desinformaciones, por las barreras que se nos colocan día a día a la hora de buscar una fuente de información. Detengamos el atropello de las autoridades a la hora de querer usar nuestra pluma como una espada de Damocles. Ignoremos los insultos de las personas que sin poseer la verdad, nos dan de puntapiés verbales para que caigamos hasta su nivel y nos revolvamos en el barro de la iganorancia. ¡Somos agentes de cambio! ¡Seamos los periodistas y comunicadores que nuestro país se merece!.
Jefferson.