CRISIS
Recientemente tuve mi primer encuentro con la crisis. No, no vivo en una cueva, ni tampoco estaba preso, más allá de las noticias que leo en la prensa y que veo en la televisión, decidí que no me iba a dar mala vida por una situación que escapa de nuestras manos. Primero fue la crisis económica, miles y miles de millones perdidos porque a algún genio de Wall Street se le ocurrió vender un bono o una acción que no debía; ahora a una escala global la taza de desempleo ha aumentado y muchos se están comiendo un cable. Después, como si ya no fuera suficiente, un campesino de Mexico tuvo la mala suerte de encariñarse mucho con su cerdito y ahora tenemos encima una posible pandemia mundial con la Gripe Porcina.
¿Por qué digo que mi encuentro con la crisis fue reciente? bueno pues, porque en el Metro caraqueño pude observar a dos personas muy bien atraviadas con sendos tapabocas. Si bien es cierto que el miedo es libre, no dejo de pensar en las consecuencias que podría tener una paranoia colectiva. A nuestras sociedades caribeñas, muy maltratadas por gobiernos ineficientes y por nuestra propia falta de responsabilidad a la hora de asumir situaciones serias, no nos resulta conveniente que desde miles de kilómetros una Organización Mundial de la Salud anuncie: que ha decidido aumentar el nivel de emergencia sanitaria en todo el planeta a cinco. Si ya de por si cuando en Venezuela escuchamos que la leche no va a llegar dentro de una semana, nos apuramos al mercado más cercano y nos llevamos paquetes industriales del producto porque: "uno nunca sabe lo que podría pasar". Que podría pasar entonces con una gripe asesina.
¿Es nuestra culpa esta nueva enfermedad? Quizás no, pero quizás sí. Como todo en la Medicina las posibilidades de determinar la creación de un nuevo virus pasan por la cantidad de pruebas y experimentos que se realicen; pero mientras tanto ya tenemos a más de 150 personas que murieron y nunca se enteraron porque una simple gripe les ocasionó un paro respiratorio. Lo sé, lo sé, estoy siendo fatalista, pero es que acaso: ¿no todas las emergencias son iguales? o es que aún no entendemos que lo desconocido nos resulta realmente aterrador. Cuando observé a esas dos personas en el Metro de Caracas con sus tapabocas, reafirmé que la crisis mundial ha llegado a nuestro país. No queríamos aceptar que ya desde hace varios años (antes del gran crash de la Bolsa de Valores gringa) nos estamos reventando los sesos tratando de pasar entre quincena y quincena, de que nuestro mercadito nos dure un mes y de que las cuentas, sobretodo la de televisión por cable para no tener que escuchar al misifus, se paguen. No aceptabamos eso, pero si aceptamos que nuestras medidas sanitarias son una broma y que de un momento a otro esta enfermedad podría estar tocando nuestra puerta.
No se los niego, en realidad me da un poco de pánico ahora cada vez que estornudo o alguien estornuda cerca de mí. Me molesta que hemos caido dentro de la histeria colectiva que nos introduce en una espiral de desconcierto y dudas. ¿Será que la tengo? ¿Con qué se me cura? ¿Salgo o no de mi casa? sonarán un poco paranoicas estas preguntas, pero es que acaso el ser humano no es así. Lo vemos cuando cada día nos enteramos de una nueva muerte por la violencia en nuestras calles, y es allí cuando decidimos persinarnos y encomendarnos ante nuestro dios para que nos cuide, porque ya la policía no puede. Eso sí es una crisis, o cuando vamos al mercado y mentamos madres porque todo cada día está más caro y caemos derrotados ante la cajera que nos dice que 15 artícuos equivalen a BsF 300. ¡Cuánto horror! Es mentira entonces que por ponernos un tapaboca ya estamos seguros, porque la crisis ya llegó aquí hace años solo que en vez de un tapabocas teníamos puesto una venda.
Últimamente he escuchado mucho la siguiente frase: "antes de amanecer siempre es el momento más oscuro" (perdonen si no es exacta pero creo que el mensaje se entiende) ojála y esto sea cierto. Después de todo no es la primera vez que esto sucede, antes tuvimos a la Gripe Aviar y mucho antes tuvimos al Sida, pero vencimos nuestra ignorancia y logramos salir adelante ante todas las barreras. Falta ahora que nos montemos en el tren de la conciencia y logremos levantar nuestras economias, salvemos a los enfermos y que recapacitemos ante la idea de que todo esta perdido. Mientras un gobierno quita ambulatorios a la maldita sea, de manos de quienes quieren echarle pichon a la cosa; necesitamos entender que hay alternativas para luchar con nuestras crisis locales. Seamos los voceros comunales, protegamos a nuestros semejantes y ante todo no dejemos que la falta de información nos derrote. Entonces para que cuando este a punto de llegar ese amanecer que tanto esperamos, podamos contar con las herramientas necesarias para vencer a los cerdos que tanto fastidio nos están ocasionando.
Jefferson Díaz.