¡Al fin llegó el día! Barack Obama fue juramentado ante dos millones de personas como el nuevo presidente de los Estados Unidos. Lo que hace 50 años se creía imposible en un país que apenas despertaba a sus derechos civiles, se logró. El coloso norteamericano tiene un jefe de estado afroamericano y este lo recibe con los brazos bien abiertos. Tan solo 17 minutos duró el discurso inaugural de Obama, esto fue suficiente para resumir ocho años de recesos, ocho años de tiempo perdido y de posiciones cedidas. Bastó con 17 minutos para que el hombre que viene con la palabra "CAMBIO" tatuada en la frente, llenará a tanque lleno las esperanzas de todos los seres que lo observaban en el mundo. Porque Obama no es tan solo el presidente de Estados Unidos, no, es un líder que recibe una carga global enorme. Como se indicó en un artículo que salío publicado en el diario El País de España hace dos meses: "Obama viene a llenar ese vacio mundial que ha dejado un gobierno bélico y unilateral, como lo fue el de George W. Bush". Así que dentro de este contexto, yo me pregunto: ¿Cómo queda Venezuela?
Nuestro flamante presidente no perdió el tiempo en arremetar contra "el negro", como lo llama cariñosamente, tildándolo de amnésico y, como no, de imperialista. Y es que el intercambio informativo ya empezó, y el primer golpe vino desde el país de Mickey Mouse, donde en una entrevista ofrecida por Obama se conoció una pequeña parte de su análisis hacia nuestro país: "No permiten el avance de la región". En pocas palabras somos unos trouble makers o jodedores de primera, que no dejamos de seguir con la misma cantaleta de socialismo del siglo XXI. Claro está que si Venezuela no tuviera una cancillería tan belicosa y terca, se podría haber captado la segunda parte del mensaje en donde Obama complementaba su respuesta con un: "pero estamos dispuestos a entablar un diálogo". Menudeces que el señor Maduro deja pasar. No me quiero imaginar por cuanto tiempo esos Metrobuses andaban sin cambiarles el aceite.
Es de conocimiento público que los primero puntos en la agenda de Obama no incluyen el tema Latinoamericano. Primero se debe salir de una crisis económica y al mismo tiempo lidiar con el aumento de la violencia en el Medio Oriente. Al agregarle dos guerras (Irak y Afghanistan)se convierten en temas que le quitan el sueño a cualquiera; es por eso que la responsabilidad de tener un espectro más amplío del mundo le toca a la flamante nueva secretaria de estado: Hillary Clinton. Mujer curtida por la experiencia, como primera dama y después como senadora por el estado de New York, dirigió la comisión de relaciones exteriores del senado y estuvo muy atenta ante las decisiones que tomó su esposo, Bill Clinton, en materia internacional cuando estuvo al poder. Bill, a pesar de tener una Operación Zorro del Desierto en su historial político, es un estratega muy diligente a la hora de hablar con jefes de estado y convencerlos. Es de esperar que su esposa adquiriera esa misma habilidad y la perfeccionara.
Para los gringos mirar a la parte baja del continente siempre ha requerido de una torcida de brazo. Como cuando comprobaron que había misiles nucleares en una isla o como cuando un dictador, ex agente de la CIA, decidió hacer de las suyas en un país centroamericano. Se tienen que llegar a los extremos para que se vea algo de acción contundente, mientras tanto ellos siguen perdidos entre dunas y camellos. No recuerdan que la minoría más grande de su país es de Latinoamericanos, que alrededor del 25% de su materia prima viene de esta parte del mundo y que el hecho de no pronunciarse ante cualquier irregularidad, porque el gobierno es "panita mío" al darme petróleo, les ha ganado mucho odio. Obama ha prometido trabajar de lleno con los países pobres, ofreciendo ayuda para que "sus granjas prosperen, sus aguas corran limpias y su económia crezca", bueno pues este es el momento. Al ser el líder que llega con el mayor índice de popularidad a la Casa Blanca: 75 % de aprobación, tiene un gran chance de convertirse en uno de los mejores propulsores del desarrollo en el planeta.
Mientras tanto Venezuela se estanca, y por primera vez en mucho tiempo concuerdo con algo que dijo nuestro presidente el pasado martes: "no se hagan muchas ilusiones con la nueva gestión de Estados Unidos". Sí Chavez, coincido contigo, pero debo agregar algo para no dejar de lado el tono positivo de la situación: "no nos hagamos muchas ilusiones a CORTO PLAZO con el gobierno norteamericano. Después de todo en cuatro años pueden pasar muchas cosas". Creo que la Cancillería venezolana desde este momento pondrá una gran luz amarilla de precaución sobre sus cabezas. Hemos podido observar el fervor que ha despertado Obama en las naciones Latinoamericanas y dudo mucho que esos gobiernos se dejen llevar por la línea de pensamiento "imperialista" que profesa el inquilino de Miraflores. Desde el Caribe hasta la Patagonia todos están ansiosos por tomarse un cafecito con el negro y discutir un futuro mejor para sus naciones con el apoyo norteamericano, y aunque estamos en todo nuestro derecho de no depender de los yankees, resulta muy interesante saber que es lo que tiene que decir Obama.
Espero que Chavez ponga sus barbas en remojo y observe el panorama con cautela, porque hasta Cuba en las últimas semanas se ha acercado a países que muy recientemente no se han puesto del lado Bolivariano-Chavezoide. Esta isla anclada en el pasado, y ahora comandada por el métodico y cauteloso Raúl Castro, desea salir de su letargo y lograr que su embargo sea levantado. Hay que agregar que la torpeza con la que se manejo todo el asunto Israelí-Palestino por parte del gobierno venezolano, ha dejado grandes estelas de desaprobación a nivel internacional, se dice que la visita de la presidenta argentina Cristina Kichner a suelo venezolano fue para limar asperezas entre la comunidad judía y el presidente Chavez. Pelearse con una población que posee grandes inversiones en nuestro país no es nada sabio.
Precaución y más precaución es lo que debería venir por parte de la Cancillería criolla. Entablar un nuevo capitulo en las relaciones Estados Unidos-Venezuela sería algo bastante diferente a lo que predica nuestro presidente. Hagamos entonces caso a lo que dijo Obama y estemos dispuestos a aceptar su mano, pero con la condición de abrir el puño de la terquedad. Y es que con las señales de esperanza que ahora emanan de la Casa Blanca, resulta muy difícil no salir contagiado. Tan solo espero que esto no sea un nuevo Titanic y el pobre negrito se hunda por un iceberg económico-social.
¡Let´s go Obama. You can do it!
Jefferson Díaz.