LA HUELLA DEL BISONTE
Para serles sinceros, muy pocos autores venezolanos me llaman la atención. Llámenme antipatriótico o esnobista, pero más allá de los clásicos que nos obligan a leer en bachillerato, de la literatura contemporánea echa en nuestro país tengo mis pocas excepciones. Es por eso que me lleve una muy buena impresión cuando empezé a leer el libro que me hace escribir estas líneas: "La huella del Bisonte" por Héctor Torres. Es una obra que merece ser leída, y quizás una recomendación excelente para alegrarse con lo que se escribe aquí, en esta tierra caribeña.
Confiezo que nunca he visto la película "Lolita", aquella donde los personajes principales con una diferencia de edad muy marcada, se ven involucrados en un romance muy peligroso pero a la vez muy satisfactorio. De esta trama se han echo varias películas y adaptaciones, dando a conocer que la experiencia junto a la juventud pueden llegar a ser una fórmula bastante explosiva. Es en este entorno donde nos encontramos a Mario, un hombre cuarentón que después de pasar por un buen río de vivencias decide entablar una relación con su hija Gabriela, para recuperar el tiempo perdido. Para retomar esas horas donde la figura paterna faltó y dio paso al olvido de la paternidad.
Con el inicio de esta nueva relación entre padre e hija, nos llega Karla; mejor amiga de Gabriela y con un racimo de cualidades aprendidas, estudiadas y diseñadas para convertirse en una diosa. Ser la maestra de las marionetas es uno de sus objetivos, en su mundo los hombres caen rendidos a sus encantos matemáticos. Son esas acciones las que convierten a Karla en un personaje duro de roer pero a su vez imposible de ignorar, el prototipo de fémina que sabe lo que tiene, y lo que es más asombroso aún, que a sus quince años sabe como hacer uso de esas herramientas.
Estos tres elementos colocados en el apartamento del padre, un lugar donde la libertad se junta con la responsabilidad efímera, un cubículo que se convierte en el sitio donde estos personajes desenredan el juego que significa entablar una relación sexual y romántica con una hoja de vida muy larga. Donde Karla juega con Mario, Mario con Gabriela, Gabriela con Karla, y los tres con la vida, y con una Caracas que nunca estará a su favor, una ciudad oscura, central, de bares, de putas y de despecho. Con el sexo tenemos un manejo bastante delicado pero a su vez muy explicativo, imágenes que ponen a volar nuestra imaginación pero con guías para no perdernos en el camino.
Héctor Torres nos regala una excelente historia, con referencias que nos hacen prender nuestra memoria y un estilo de narración seguido, sin pausas fastidiosas y mucho menos situaciones sobresesudas que nos hacen querer cerrar el libro para siempre. Una trama que aunque se venda muy bien en las salas de cine, sobre el papel nos ofrece un recorrido completo y amplio de que la juventud no es algo que se pierde con el crecimiento del cuerpo sino con los complejos y los escrupulos que da nuestra experiencia. "Karlita" no enseña eso muy bien.
Jefferson.