miércoles, julio 29, 2009

LITERATURA ESCRITA RÁPIDO



¡Vamos al grano! Me disculpo por mi falta de atención a este espacio por más de un mes, es todo lo que diré. Continuemos con la escritura, porque es difícil agarrar el hilo de lo poético, de lo narrativo o la reflexión, después que pasas interminables horas escribiendo malas noticias. Las buenas por lo general siempre se escapan en este país, están allí, pero hace falta un GPS para encontrarlas. El mayor miedo de un escritor es enfrentarse a una página en blanco, sin tener las herramientas adecuadas para ir a la guerra; vemos como esa cuartilla amenazante nos envuelve en sus penas, en sus dudas y si no somos fuertes, nos manda a la banca, fuera del juego y para la segunda división de unas grandes ligas que no admiten “textos mediocres”.

Lo mismo pasa cuando te enfrentas al espacio que te asignan para la noticia. ¡Claro! te acuerdas de las clases de Redacción que veías en primer semestre, revisas mentalmente tus apuntes de Informativo y te lanzas al ruedo para escribir un lead que más o menos quede presentable al lector. Estrellarse contra esa pared la primera vez, requiere de mucho valor, determinación y certeza de que nuestra vocación va enfocada a escribir para informar, y si queda algún tiempo, para descubrirnos. Como bien lo dice Ray Bradbury en su libro Zen en el Arte de Escribir: “Uno tiene que mantenerse borracho de escritura para que la realidad no lo destruya”. ¡Excelente frase para un periodista de impresos! Y si lo pensamos bien, para cualquier reportero que desee portar con dignidad ese título. Escribir reportajes, artículos y noticias, es como hacer literatura, pero de una manera mucho más rápida. La comunicación por signos, letras, palabras y oraciones es un arte que requiere de capacitación y por sobre todo de muchas ganas.

Ahora bien, ustedes dirán: “Y este pichón me viene a decir a mí como escribir”, todo lo contrario amigos, lo que quiero es compartir mi visión del teclado, para que me muestren los atajos y las preferencias a la hora de escribir un texto de calidad. Muchos de los problemas que observamos hoy en día en la prensa venezolana no debemos atribuírselos a malos editores, es una cuestión de motivación. Es como si Da Vinci a la hora de pintar la Mona Lisa, le hubiese dado por irse temprano a su casa para la cena y hubiera dejado chapuceado su mejor trabajo. Si bien nosotros no escribimos poemas, novelas o cuentos; sí escribimos historias reales, relatos con personajes de carne y hueso, y novelas de amor y dolor que hacen que Oscar Wilde se retuerza en su tumba. Nuestra responsabilidad es con los lectores que a diario pagan BsF 1,80 (precio del Últimas Noticias, valga la publicidad) para leer el libro de su entorno. ¿Cómo mejorar esa comunicación? ¿Cómo plantarle cara a un gobierno que no pela una para sacarnos el Código de Ética del Periodista, y tildarnos de embusteros?

Responsabilidad es la palabra, nada más y nada menos. A la hora de montar una olla, cuando estamos encochinados y escribimos lo primero que venga, cuando la creatividad nos abandona y nuestros dedos van inertes a las teclas para sacar cualquier cosa; debemos tener activado el chip que nos recuerde que cuando venga la batalla, es nuestro nombre lo que está en juego. He tenido el placer de trabajar con algunas de las mejores personas en este negocio, y coinciden en que esa pequeña palabra que empieza todos nuestros textos es lo más importante dentro del medio, todo los demás es utilería. Formemos entonces una coalición de profesionales que se preocupan por su futuro, por el futuro de la comunicación en Venezuela y por la recuperación de la credibilidad, término muy malogrado por estos días.

También pongamos corazón a nuestro trabajo, es muy excitante cuando vemos el material final bien hecho; cuando nos acostamos y sabemos que hemos dejado por escrito la calidad de nuestra profesionalidad. “La pasión mueve montañas, marca caminos, destruye vidas y levanta éxitos” bien lo escribe Robert Greene en su libro Las 48 leyes del Poder. Es esa sensación de satisfacción que nos brinda el poder necesario para hacer frente a las barreras de nuestra propia inseguridad. Para dejar correr las idioteces de los envidiosos y para hacerse notar, sutilmente, pero reconocido entre los que deben reconocerte.

Mucho éxito y prometo no perderme más.
Jefferson.